100 días después… otra vez

Por Victoriano Martínez

Cuando una autoridad que inicia su gestión asegura que “100 días después hay mucho que informar…” exhibe más una actitud auto complaciente, que una preocupación real por rendir cuentas.

Sin haber anunciado un programa de cien días con metas preestablecidas, que este lunes –12 días después de cumplido ese periodo de arranque– el Ayuntamiento anuncie y presente un informe no puede verse sino como una ocurrencia mercadotécnica de último momento.

Es la inercia de los gobiernos de la última época, contaminados por una necesidad creada de proyección de imagen que los hace elaborar un logotipo distintivo, como si no fueran la autoridad de todos los potosinos, sino la que requiere un sello determinado.

Un mal generalizado en todos los niveles de gobierno, que ignoran el contenido del octavo párrafo del artículo 134 de la Constitución General de la República, y 135 de la Constitución local.

Informar sobre sus acciones y determinaciones, con la tecnología actual, no requiere de acto protocolario o evento protagónico alguno.

Basta con que a diario alimenten con información útil y suficiente su sitio Web, y acostumbren a la ciudadanía a que ahí encontrará la información sin necesidad de acudir a un acto en el que se la presentarán a modo de quien informa y no de quien es informado.

Cuando Salvador Nava Martínez innovó en transparencia al publicar en desplegados a doble plana en los diarios y en los accesos al Palacio Municipal los ingresos y egresos, no hacía más alarde que la presentación de datos enmarcados con el escudo de armas de la ciudad, el de siempre y el de todos.

Nava Martínez no utilizaba para informar ni lemas ni logos que lo distinguieran, como hoy ya se ha generalizado su uso, y habría sido de esperar que la actual administración rescatara esa identidad primigenia y no se dejara llevar por el gasto inútil de buscar una identidad distintiva en emblemas antes de que los hechos marcaran esa diferencia.

Un evento como el que se anuncia con la imagen que se presenta al final de este texto poco tiene de acto republicano y democrático en tanto se le envuelve con un diseño y lemas de una mercadotecnia que poco tiene que ver con la efectividad en la administración pública.

Y no es que en los hechos de la actual administración sí se den ya grandes diferencias, sino que recurrir a esas estrategias propagandísticas muestra auto complacencia y un afán protagónico que no necesita quien se siente seguro de cumplir con sus obligaciones.

Cuando se hacen las cosas, no es necesario decir que se hacen, se les deja que hablen por sí mismas.

Y en este punto, resulta obligado mencionar que –ya que insisten en los 100 días– son más las expectativas que tienen que cumplir en los 983 días que les faltan.

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