Burócratas, funcionarios y policías vestidos de civil llenaron comparecencia de Carreras

Jaime Nava

Decenas de burócratas, funcionarios de gobierno y policías vestidos de civil simularon ser público dentro del recinto legislativo para aplaudir Juan Manuel Carreras, silenciar a las voces disidentes o impedir que se colocaran lonas con mensajes en contra del gobernador durante su comparecencia ante los diputados.

Los empleados de la administración estatal abarrotaron el lugar e impidieron que ciudadanos e integrantes de diversas organizaciones pudieran entrar a escuchar la comparecencia. Además, el personal de seguridad del Congreso fue desplazado por elementos de seguridad vestidos de civil quienes, acompañados por agentes uniformados, revisaban las bolsas y mochilas de cualquier persona que intentara ingresar y se les quitaban botellas de agua, frutas y otros objetos que a su criterio pudieran resultar potencialmente peligrosos.

Cuando Carreras llegó a la tribuna del Congreso fue recibido con el aplauso de sus acarreados y de los diputados del PRI, acto seguido, la diputada y presidenta de la Mesa Directiva, Sonia Mendoza Díaz, les pidió a los presentes que evitaran los aplausos, las exclamaciones y manifestaciones de cualquier tipo a lo largo de la comparecencia.

De la estrategia de llenar el recinto con trabajadores estatales estaba informada el área de Comunicación Social de Gobierno pues la noche del lunes enviaron a reporteros un mensaje para recomendarles que llegaran al evento desde las 9 de la mañana.

Pocas personas ajenas a la administración estatal lograron colarse a la comparecencia. En uno de los accesos al recinto una mujer policía intentó impedirle la entrada a una mujer de la tercera edad por querer colocar una lona. A empujones la hizo descender por las escaleras varias veces y trató de arrebatarle la lona.

A los ciudadanos se les silenció todas las veces que se atrevieron a lanzar algún reclamo al gobernador. Una señora gritó: “¡asesino!” y rápidamente los aplaudidores de Carreras le ordenaron que se callara: “¡buuu!, ¡ya cállese, señora!”;  los “shhhh” de sus empleados permitieron que la comparecencia de Carreras se desarrollara prácticamente en calma.

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