CAJA NEGRA: Extorsionar en San Luis

 

Recibe una llamada a su teléfono celular y escucha una voz infantil que entre sollozos pide ayuda: Papá, ayúdame, me robaron. Estremecido por la noticia, le dice, no te escucho bien, qué dices, habla más fuerte porque la señal se va, entonces se pierde la señal. Revisa el número y no parece ser de un teléfono local y vuelve a sonar: por favor, ayúdame papá, me robaron, se duele esa voz y cuelga. Eran las nueve de la mañana.

Recibe una llamada al celular y una voz fuerte y amenazante dice: tenemos a tu hijo, te vuelvo a llamar para arreglarnos. Cuelgan y en unos minutos, poco después de las dos de la tarde, vuelven a marcar. Le repiten: tenemos a tu hijo. Le contesta, no seas pendejo, yo no tengo hijos y cuelga.

La extorsión es un delito de alto impacto que durante la última década ha florecido de manera imparable en San Luis Potosí. Los números dicen que ha disminuido, pero no el delito, sino la denuncia.

Las dos experiencias de inicio de este texto, no se convirtieron en denuncia porque la desconfianza en las autoridades es muy grande, a veces, mayor que el miedo y la incertidumbre. De enero a noviembre de 2015 solo se presentaron 58 denuncias por ese delito que, en la realidad, se comete a diario.

En el sexenio de Fernando Toranzo se denunciaron aproximadamente 900 casos de extorsión telefónica.

En el video documental de los 100 días de gobierno de Juan Manuel Carreras López, aparece un extracto de un discurso del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong que felicita al gobernador. Le dice que todos los delitos en el estado han disminuido en cuarenta por ciento.

Desde el gobierno de Marcelo de los Santos se adquirió un equipo especial para impedir que desde la penitenciaría del estado salgan llamadas desde celulares, pues desde entonces, se sabía que ese delito se comete en demasía desde las cárceles. No lo colocaron por alguna razón. En el siguiente sexenio, lo colocaron pero nadie sabía si funcionaba o no el tal inhibidor de llamadas.

Lo cierto es que esa actividad delictiva sigue presente y que quienes reciben llamadas, más allá de las versiones triunfalistas de la disminución del delito, la pasan muy mal y se preocupan. Eso es lo que importa, que la sociedad no está tranquila.

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