Cuando Jaime Rodríguez era candidato a gobernador de Nuevo León le decía a la gente, “yo no voy a hacer pendejadas” en el gobierno. Ya en el pasado se han hecho muchas pendejadas, pero yo voy a gobernar bien, dijo a este portal de noticias en su visita a San Luis Potosí en septiembre 26 cuando Juan Manuel Carreras tomó posesión del gobierno potosino.
Viene a la memoria lo que dijo El Bronco porque algo similar acaba de decir Ricardo Gallardo Juárez, el presidente municipal de San Luis Potosí.
El atribulado edil capitalino le dijo a la periodista Aímee Torres que “administraciones pasadas han hecho tantas pendejadas”. De manera indirecta se refería a la privatización de los servicios de limpia, parquímetros y alumbrado público.
Bien decía El Bronco que “gobernar bien es no hacer pendejadas”. Yo no las voy a hacer, ya las hizo otra gente y la gente ya no quiere que se sigan haciendo.
Pero una cosa es que lo diga El Bronco y otra que lo diga Gallardo, eso está claro.
Concesionar servicios públicos como se ha hecho en San Luis Potosí de ninguna manera se puede considerar una “pendejada” como dice el alcalde. Las empresas empezaron desde hace varias décadas a ofrecer servicios que las administraciones públicas, por lo general corruptas e ineficientes, no podían hacer.
Por ejemplo, el enorme fracaso del gobierno en la construcción de carreteras propició la creación de instrumentos legales para concesionar la construcción, mantenimiento, rehabilitación y uso de autopistas. Se crearon las carreteras de cuota y hasta nuestros días, en San Luis, por ejemplo, hay empresas que cobran por mantener las carreteras.
Buena parte de los servicios públicos han ido pasando a manos privadas porque eso ocurre en todo el mundo, la diferencia es que en otros lados las cosas se hacen bien.
Concesionar un servicio en modo alguno es una pendejada sino más bien un reconocimiento de que las autoridades no sirven para lo que dicen que sirven.
Los gobiernos, incluidos los de la llamada izquierda, concesionan los servicios públicos lo que indica que eso no necesariamente es un problema de carácter ideológico, sino que es un asunto que tiene relación con la calidad del gobierno y con la ética del proceso de licitación de la concesión.
Al entrometerse la corrupción y los corruptos las cosas se descomponen y lo que parecía ser correcto se aprecia como un error, como una pendejada.
Pero lo más grave es cuando los políticos califican de pendejada aquello que hizo uno o varios antecesores en el cargo y que con ello, se tenga la soberbia de creer que lo que uno hace si es correcto. Esa premisa, claro, se sostendrá hasta que llegue el nuevo presidente municipal que, a su vez, dirá que lo que hizo el otro fue pura pendejada.
Y las cosas seguirán igual, nadie compondrá lo que el otro descompuso y la sociedad seguirá cargando con eso.
Más que declaraciones floridas, para gobernar bien, lo que hace falta son ideas.