Por Victoriano Martínez
El de la inseguridad es, para los potosinos, un tema de todos los días por ser un asunto que, como reza el dicho popular, tiene a todos con el Jesús en la boca.
Hoy lo será para el gobernador Juan Manuel Carreras López, pero no porque corra algún riesgo como el que corremos todos los habitantes del estado que dice gobernar, sino porque tendrá que responder en público preguntas sobre la forma en que ha enfrentado la responsabilidad de brindar seguridad a la población.
Desde el 12 de octubre de 2005, cuando Marcelo de los Santos Fraga fue llamado al Congreso del Estado con motivo de su informe, no se daba la comparecencia de un gobernador, aunque con una diferencia bastante significativa.
En aquella ocasión, De los Santos fue cuestionado –por quienes lo hicieron– sobre todos los temas de la agenda gubernamental, aunque también se dieron posturas vergonzantes como la expresión del entonces diputado Manuel Medellín Milán, quien antes de hacer su pregunta a modo expresó un ¡qué bien se ve, Señor Gobernador!
Ahora, la comparecencia de Carreras López no es para hablar de todos los temas, sino de uno específico que hace 13 años prácticamente pasó inadvertido: la seguridad pública.
A doce años de que al mismísimo Marcelo de los Santos le estallaron los primeros crímenes de alto impacto entre agosto y noviembre de 2007, hoy el de la inseguridad es el tema que dio pie a una nueva comparecencia del primer mandatario… y como tema exclusivo, cual si no importara ningún otro.
Sí, en cuestión de seguridad debe muchas explicaciones. Pero también en prácticamente todos los rimbombantes ejes rectores de su gobierno, porque el culto a la personalidad que lo envuelve no alcanza para informar, sólo para hacer propaganda.
Así, en cuestión de seguridad, su informe –que hoy habrá de glosarse– nada dice sobre la razón por la que en su sexenio van 2 mil 200 ejecutados y tan sólo en los primeros nueve meses de este años se acumularon 693 homicidios.
Tampoco dice nada del costo de 2 mil 7 millones 77 mil 442 pesos que tuvo la inseguridad durante 2017 para los negocios establecidos en el Estado por gasto en protección y pérdidas por ser víctimas de la delincuencia.
Mucho menos aporta datos sobre las razones por las que en 2016 sólo ejerció 7 millones 815 mil 748 pesos de los 161 millones 821 mil 7 pesos que tenía disponibles del Fondo para la Seguridad Pública (FASP).
Tampoco porque si en 2017, ese fondo se incrementó a 213 millones 28 mil 501 pesos, se limitó a ejercer 28 millones 339 mil 114.12 pesos. Un 13.30 por ciento. ¿Estamos tan bien en seguridad como para desaprovechar esos recursos federales, como quedó expuesto en la respuesta a la solicitud de información 00520518, vía Infomex?
Si las cifras exhiben esa indolencia, menos dará explicaciones de la negligencia policíaca y mucho menos de ese dejar hacer por parte de las corporaciones y posiblemente con instrucciones “de más arriba”, como quedó expuesto en el caso de la toma violenta de las instalaciones de Interapas en Soledad de Graciano Sánchez con policías preventivos como testigos que evadieron intervenir.
Tal es la forma en que Carreras López ha dejado que el desorden se imponga en el estado que dice gobernar… y de nada de eso que la ciudadanía padece cotidianamente es mencionado en su informe.
Pero, sobre todo, nada dice sobre la inevitable condición a que nos vemos sometidos los potosinos de tener que acostumbrarnos a vivir sin paz, y casi 9 de cada diez con miedo, conforme a las cifras del INEGI.
Por eso hoy su séquito es el que está con el Jesús en la boca, porque hay posibilidades de que se le cuestione sobre lo que a la ciudadanía le preocupa en temas de seguridad y tendría que hablar de lo que no le gusta.