Los reporterillos de Astrolabio Diario Digital echamos un vistazo al pasado y en esta sección le presentamos uno de nuestros hallazgos:
Cuando la tecnología hace posible hacer algo… ¡pues hay que hacerlo aunque resulte molesto a otros! En 1942 llegaron las electrolas, y dieron origen al relato que aparece en El Heraldo del 21 de mayo de ese año:
El Sr. Presidente Municipal Atendió un Ruego Hecho en las Columnas de ‘El Heraldo’
- Se Refería a las Molestias que Causaban unos Tocadiscos, Escandalosos
Las quejas que los vecinos de las calles de Mier y Terán y Allende elevaron por medio de las columnas de EL HERALDO y que consistían en el formidable escándalo que armaban las electrolas instaladas en las cantinas que abren sus puertas al público por tales lugares, dieron fructíferos resultados pues la Presidencia Municipal ordenó la cancelación de los permisos con los que esos centros de vicio podían tener abiertas sus puertas día y noche, dando lugar a que nunca cesaran de tocar los chocantes aparatos toca-discos.
Ahora podrán dormir tranquilos los quejosos vecinos, aunque en el día tengan que soportar el incesante ruido que producen los propios aparatos, pues la Presidencia según entendimos no puede evitar que dejen de tocar las dichas electrolas, pues éstas tienen un “permiso especial” por cuenta de la Tesorería del Estado.
Cabe añadir en esta información la causa por la cual los toca-discos suenan a todo su volumen. Haciendo investigaciones por nuestra cuenta, preguntamos a un dueño de uno de estos aparatos por qué a veces suenan quedito las mismas máquinas, y a esto se nos dijo que antes sería eso; pero ahora pueden tocarlas lo más recio que pueden, pues para eso pagan al Gobierno del Estado una cuota especial, con la cual se estrellan –se nos dijo– los Inspectores Municipales que querían a fuerza hacer que sonaran a bajo volumen los dichos y aborrecidos aparatos.