El Geritas

Por Victoriano Martínez

Desde hace 20 años, el frente del edificio Presidente Juárez en Vallejo 200, luce limpio desde momentos antes de que comience cada jornada laboral.

Desde 2006, cuando el edificio fue ocupado por los diputados, el frente de la sede de las oficinas del Poder Legislativo ha sido la parte más limpia del Congreso del Estado, literal y figuradamente.

No ha sido el resultado de la eficiente labor de un burócrata, sino de un personaje que no sólo le presta ese servicio al Poder Legislativo, sus diputados y su burocracia.

Además de mantener limpio el frente del edificio Presidente Juárez, durante el horario de oficina y un poco más, ha operado como valet parking de diputados, asistentes, asesores y secretarias.

Ese hombre atento y servicial se llama Gerardo Sánchez, y es conocido como El Geritas, quien lo mismo se apresura a estacionar un automóvil de quien llega con prisa que para ayudar a cualquier trabajador del Congreso cuando transporta una carga pesada.

No está en nómina. Fue contratado de manera informal y por su eficiente trabajo se le asignó una iguala de 750 pesos semanales, que esta semana podría cobrar por última vez.

No importa que el frente del Edificio Presidente Juárez sea el área más limpia del Congreso gracias a él, quien cobra la cuarta parte de quienes tienen a su cargo la limpieza de los patios internos del esa sede legislativa.

No importa que su relación laboral se haya originado desde antes de que los diputados tomaran ese edificio como sede, la actual oficial mayor, Marcelina Oviedo, quien en dos quincenas ya cobró (sueldo bruto) lo que El Geritas cobra en dos años y un mes, le notificó su despido este lunes 22 de octubre.

Por informal, El Geritas no ha recibido la ventaja salarial de quienes vendrían siendo sus pares al interior del edificio, mucho menos las prestaciones legales y por conquistas sindicales que disfrutan éstos, lo que marcan una diferencia abismal en sus ingresos.

Con su familia, El Geritas se vio obligado a protestar este martes por su despido, cuando desde hace tiempo pudo hacerlo por el trato discriminatorio que se le ha dado todo el tiempo que ha mantenido limpio el frente del Edificio Presidente Juárez, y apoyado al personal del Congreso.

Los atendieron dos diputados, Edson Quintanar y Mauricio Ramírez, a quienes su esposa les enseñaba unas cuantas monedas con las que, les decía, tenía que arreglárselas para alimentar a toda la familia.

La injusticia quedaba expuesta ante dos personajes que en el último mes cobraron (sueldo bruto) lo que El Geritas alcanzaría a cobrar en poco más de cuatro años y medio.

Informal, sin ningún apoyo sindical, sin padrinos políticos, El Geritas hoy no se las tiene que arreglar para mantener limpio el frente de esa sede del Poder Legislativo.

Hoy tiene que encontrar, entre sus limitadas posibilidades, la manera de hacer valer una relación laboral que, aunque informal, lo es y en condiciones incluso de discriminación.

En manos de quienes cobran en un mes lo que él cobraría en cuatro años y medio está la determinación, no sólo de mantenerle esa relación laboral, sino la de regularizar las condiciones discriminatorias en que ha trabajado.

Limpiar esa injusticia al mínimo –anular el despido– le costaría mensualmente al Congreso del Estado lo que hoy le paga (sueldo bruto) a cada diputado por menos de cuatro horas de horario laboral.

El despido y la protesta que originó hicieron visible una injusticia. La forma en que se atienda exhibirá la sensibilidad de una Legislatura que cuenta entre sus filas con un personaje que representa a las clases marginadas y sin voz, entre quienes se encuentra El Geritas.

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