Por Victoriano Martínez
Con independencia de lo que la motive –sea una animadversión a quien algo tenga que ver con la cuarta transformación (4T) o su origen pandilleril o ambas–, la presunción de culpabilidad aparece, en el incidente que enfrentó el diputado Pedro Carrizales, El Mijis, en Aguascalientes, como una estrategia de que quien pega primero pega dos veces.
Polarizado como está el ambiente político en el país, la fragmentación de los hechos –especialmente si esos fragmentos se dan en videos breves que permitan tejer cualquier versión verosímil para hacerla circular en redes sociales– se ha convertido en el peor enemigo de la verdad que, no sólo en la guerra sino en cualquier ambiente de confrontación, es la primera víctima.
De por sí, El Mijis es un personaje que, por su origen, al llegar a la diputación captó la atención de medios de todo el país y del extranjero. Una especie de personificación de lo que se puede dar con la 4T.
Como celebridad surgida al mismo tiempo que la 4T, El Mijis despertó simpatías y antipatías, cual especie de tropo en el que hablar del personaje equivale a decirlo de la cuarta transformación.
Con los dos primeros videos que circularon la tarde de este domingo, el incidente se presentó como una aprehensión porque El Mijis, antes que como observador electoral, acudió al proceso electoral en Aguascalientes a comprar votos a 500 pesos.
Medios periodísticos de todo el país dieron versiones que hicieron pasar a El Mijis de delincuente electoral a rijoso influyente que se libró de la detención tras participar en una riña por contar con fuero, hasta los que reprodujeron la versión del diputado en Twitter.
“Denuncié personalmente la compra de votos; al hacerlo fuimos agredidos por un grupo de choque y luego detenidos”, resume su versión en la red social. Incluso, entrevistado por el portal Aristegui Noticias, habló de confabulación entre la policía de Aguascalientes y el grupo de choque.
Pero el primer golpe ya estaba dado, y si pega dos veces –como suele ocurrir en casos como este– es porque logra romper la credibilidad de las dos versiones opuestas. Le pega tanto a una como a la otra, porque no busca que se conozca la verdad, sino que prevalezca la duda.
Si este tipo de estrategias logran, al sembrar la duda, que haya quien compre la versión de quien lanzó el primer golpe, ganarán adeptos o reforzarán otros. Y quien se presume culpable que se las arregle para sortear la creciente dificultad para demostrar lo contrario.
El caso de El Mijis en Aguascalientes es un claro ejemplo de las dinámicas que se dan constantemente en las redes sociales cuando prevalece un ambiente tan polarizado que privilegia la descalificación (sino es que destrucción) del otro, antes que atender a valores más allá de las visiones parciales.
Un caso que confirma que las redes nos permiten saber más, pero que nuestro saber no es más confiable y, en consecuencia, exigen ser muy cuidadosos antes de sacar conclusiones.