La ciudad, el Río Xicoténcatl… ¿y cuántos más?

Por Victoriano Martínez

Tras ver la calle Xicoténcatl, en el Barrio de San Miguelito, convertida en río, los vecinos constataron la lógica con la que trabajan las actuales autoridades estatales, municipales y del Interapas para atender los problemas que puedan causar las lluvias: ¡que la propia agua, por condición natural, lo resuelva!

Cualquiera (¿?) podría pensar que, si hay una alteración en la orografía de un terreno extenso como efecto de la urbanización, se deben tomar medidas que compensen y permitan que el agua fluya para que no provoque daños y, en la medida de lo posible, mantenga su mismo cauce.

En el Barrio de San Miguelito, sede de la Caja del Agua que es un símbolo sobre la forma en que los antepasados aprovecharon el agua proveniente precisamente de la Sierra de San Miguelito, las autoridades estatales al frente y una nula intervención de un Interapas incapaz de advertir riesgos, la única responsable del mal manejo del agua es… ¡el agua!

“Acá en Xicoténcatl estamos inaugurando lo que parece el ‘río Xicoténcatl’, porque no hay un solo colector pluvial. Yo fui a preguntar por coladeras y no hay en toda la calle. Dicen que confían en que el agua tome su curso natural y se disperse entre las calles”, expresó uno de los afectados por la inundación provocada por las torrenciales lluvias del pasado viernes.

Si de algo se puede culpar al agua es de exhibir las deficiencias de unas obras que, de por sí, desde su arranque fueron cuestionadas legalmente por atentar contra el patrimonio cultural de la ciudad y pretender ser realizadas sin siquiera contar con un proyecto.

A través de juicios de amparo, el gobierno de Ricardo Gallardo Cardona se vio obligado a reconocer una serie de compromisos ante el Juzgado Federal antes de continuar con las obras, con indicios de que sólo lo hizo para poder avanzar en la destrucción en la que hoy tiene al Barrio, porque hay incumplimientos documentados por el INAH.

Entre los compromisos destacó el manejo de los adoquines, que debían retirarse de manera manual y su tratamiento sería de manera individual.

El pasado 6 de septiembre, por ejemplo, se pudo captar en video la forma en que por la calle General Fuero sacaban adoquines con un trascabo para cargarlos en un camión. La misma maniobra se vio en el cruce de 5 de mayo y Miguel Barragán.

Las deficiencias y los incumplimientos no sólo han sido denunciados públicamente por los vecinos y ante el Juzgado por el INAH, sino que las lluvias del pasado viernes evidenciaron otro tipo de fallas en las obras.

Aquel mal argumento con el que se justifica no reparar y actualizar los drenajes por ser una obra que “no se ve”, con las últimas lluvias ha quedado demostrado que, si hacerla no se ve, dejar de hacerlas no sólo es notorio, sino que provoca serios daños, incluso patrimoniales, a muchas familias.

Los vecinos del Barrio de San Miguelito calculan que fueron más de 500 familias las que resultaron afectadas por la negligencia de la Secretaría de Desarrollo Urbano, Vivienda y Obras Públicas (SEDUVOP) y el gobernador Gallardo Cardona, con tal insensibilidad para responder a los daños que provoca, que no ha tomado una sola medida para apoyar a los afectados.

“El agua baja desde el cerro y no tiene salida. Nunca nos había pasado esto, ni a mí ni a mis antepasados que vivieron aquí”, expresó otro de los vecinos afectados.

Una expresión que sintetiza el origen y los alcances del problema: la negligencia de autoridades estatales, municipales y ambientales omisas al permitir la urbanización de las partes altas al poniente, en plena Sierra de San Miguelito, e incumplidas en su obligación de dar mantenimiento a la infraestructura hidráulica de la ciudad.

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