Por: Antonio González Vázquez.
En el séptimo mes de gobierno de Juan Manuel Carreras López los homicidios mantienen una mortal consistencia y ocurren en cualquier punto de la entidad sin que se avizore nada que atenúe la inseguridad. Astrolabio continúa reuniendo las pequeñas historias de los crímenes cometidos y se les presentamos puntualmente, como cada 26 de cada mes, cuando el gobernador cumple uno más de haber llegado al poder con el compromiso de regresar la paz a los potosinos.
A los 28 días de marzo de 2016 le dieron muerte a Basilio que apenas tenía 17 años de edad. Fue brutal y sanguinaria. Junto a su hermano, iban a la comunidad de la Laja que es donde vivía. Eran las diez de la noche y no parecía suceder nada y la espesa noche se cerraba bajo una losa de calor. De pronto, les salieron al paso unos sujetos armados de piedras y machetes. Basilio y su hermano corrieron de inmediato y los otros fueron en su persecución. No tardaron mucho en darle alcance a Basilio que, por la oscuridad tropezó y cayó en una pequeña zanja. Ahí lo mataron a golpes y cuchilladas, también lo decapitaron. Al día siguiente, los habitantes del ejido Tamapatz del municipio de Aquismón colocaron veladoras y algunas flores en el lugar donde había quedado el cuerpo de Basilio. Para evitar el grotesco espectáculo de la sangre, esparcieron cal y se formó una figura humana de lo que fue Basilio que apenas estudiaba el bachillerato en un COBACH.
Anochecía el día 28 de marzo en el municipio de Santa Catarina cuando unos paisanos que caminaban por un lugar conocido como Camino Antiguo al Puente, se encontraron restos de ropa y huesos. Salieron del camino y en el predio que los lugareños conocen como La Uva, vieron un hoyanco y al mirar con lo que quedaba de la luz del día se encontraron con un cráneo. Enseguida llamaron a la policía de ese municipio y por la gravedad del asunto, éstos pidieron el apoyo de la Policía Ministerial. En ese lugar, en efecto, se encontraron una que podría ser narcofosa: había huesos, el cráneo, una sudadera y unos zapatos. La policía presumió que se trataría de un hombre, pero para no dejar duda, se llevaron los restos al forense para que el legista defina de quién era los restos encontrados. Como suele decirse, la policía dijo que inició sus investigaciones “de inmediato”.
En la madrugada del cuatro de abril Francisco se encontró con la muerte. Tenía 24 años y su cuerpo quedo tendido en la una oscura calle cuyo ingrato nombre es No Me olvides de la colonia Providencia. Había asistido a un baile y cuando se acabó y apagaron las luces, apenas puso un pie en la calle cuando lo balearon. La Policía dijo que ya investigaba el caso, pero así como quien quiere cerrar el expediente, se dijo que había sido una revancha entre bandas, es decir, estiman que ya con eso resolvieron el caso.
A Mauricio lo ejecutaron en el ejido Cuatro Caminos de Ciudad Valles. Era maestro y fue al rancho Tonantzin porque ahí se encontraría con una persona. En su casa causó inquietud que se tardara tanto pues había dicho que estaría de regreso a la hora de la comida, así es que fueron a buscarlo y lo encontraron, pero muerto. Tenía una herida en la cabeza, le habían disparado y entonces le llamaron a la policía que, como es normal, anunció que investigarían, aunque de inicio no tenían idea del responsable.
En un camino a la comunidad de El Carmen a unos metros de la carretera que conmina a Matehuala con Villa de Laz fue abandonado el cuerpo sin vida de un joven desconocido. Lo ejecutaron y para que el mensaje fuera más claro, a su lado estaba una cartulina con un mensaje con letras en color rojo: “venimos por todos los chapulines, así que salten que la limpieza ya comienza”. Eran apenas las siete de la mañana del 7 de abril cuando el cadáver fue localizado, lo habían maniatado en vida así es que materialmente no pudo siquiera meter las manos.
El día ocho de abril, el procurador de Justicia, Federico Garza dio a conocer el hallazgo del cuerpo de una chica de 17 años de edad en las aguas del Río Axtla en el municipio del mismo nombre en la Huasteca. No ofreció ningún detalle al respecto, se limitó a decir que se aplicó el protocolo de investigación relacionado al feminicidio, lo cual no deja de ser un hecho casi insólito puesto que el procurador nunca informa de tragedias como la de Axtla.
A don Francisco y a doña Lourdes los mataron muy temprano un 9 de abril, alguien les negó la oportunidad de envejecer juntos. Él y Ella. En la cocina, sus cuerpos yacían tan cercanos uno del otro, al fin y al cabo era esposos. En el San Luis Potosí que el gobierno presume que es uno de los estados más pacíficos del país, la muerte llegó violenta, casi salvajemente a la casa de de don Francisco y doña Lourdes. La muerte llegó a la Zona Dorada así como se ha paseado impunemente por barrios y colonias, ejidos y caminos. A la muerte le ha ganado el gusto de estar en San Luis Potosí porque encuentra a menudo donde hincar el diente, sobre todo, al tratarse de gente inocente. La muerte entró a una hora imprecisa a la casa marcada con el 133 de la Cerrada de Monte Bonet, pero alguien de su misma sangre los encontró a eso de las nueve de la mañana; los había ido a visitar, pero solo encontró el horror. Alguien o algunos para quienes la vida no significa nada, los mataron, probablemente por ahorcamiento y asfixia. Vivían en una calle que parecía apacible de Lomas Tercera Sección. Él de 63 años y Ella de 62. Apenas su visita se encontró con los cuerpos sin vida, llamó a la policía. En la Ministerial debió latirles que se trataba de algo grande y le avisaron al comandante José Guadalupe Castillo Celestino quien se apersonó en el lugar de los hechos con sus muchachos. La escena fue presentada de manera escueta por parte de la Policía Ministerial, como si no mereciera la sociedad una mayor explicación: “Los cuerpos de los occisos se encontraban en la cocina de la vivienda, quienes a simple vista, el hombre presentaba un golpe en la cabeza y un lazo alrededor del cuello; la mujer fue hallada con una bolsa de plástico sobre su cabeza hasta el cuello”, rezaba el comunicado de prensa de la corporación policíaca.
La calurosa noche del diez de abril, María Guadalupe salió a cenar. Tenía antojo de unos tacos y entonces, con dos amigos se fue a una taquería de la Avenida México puesto que se sabía que en Tacos “Min” servían unos exquisitos tacos al pastor y otros de cabeza para chuparse los dedos. Apenas habían llegado a donde los tacos cuando uno sujetos que iban en un vehículo empezaron a dispararles sin importar que en el lugar hubiera otros parroquianos. A María Guadalupe de 41 años de edad la hirieron de gravedad igual que a uno de sus acompañantes. Ella, al llegar al hospital falleció y su compañero murió horas después. La policía llegó después del suceso y solo supo que los sujetos agresores huyeron. Después de dar un vistazo en el lugar de los hechos, los ministeriales dijeron tan convencidos como entusiastas, que iniciarían las indagaciones correspondientes dado que su responsabilidad es encontrar a los homicidas para dejar caer todo el peso de la ley, lo cual, es justo reiterarlo, no sucede con mucha frecuencia.
Don Pánfilo Moreno ejidatario de nacimiento, fue muy temprano a recoger leña al monte en el ejido Palo de Arco del municipio de Aquismón. Eran las siete de la mañana cuando fue a juntar leña. Hizo un tanto de leños, pero ya no los pudo llevar a casa. Su cuerpo fue localizado por ahí de las once de la mañana del once de abril. Un hijo de don Pánfilo se lo encontró muerto, le habían disparado hasta en cinco ocasiones; uno proyectil fue directo a la cabeza como para no dejar duda de que lo estaban ejecutando.
Lo asesinaron con saña, aunque sus amigas y amigos rectifican y dicen que le asesinaron por odio. Era un hombre de aproximadamente y alguien lo mató a golpes, solo a golpes en el cuerpo y la cara hasta dejar un rostro desfigurado. El cuerpo fue abandonado en un solar ya en pleno monte de la comunidad de Cándido Navarro en el municipio de Soledad de Graciano Sánchez. Corrían las tres de la tarde del 11 de abril cuando a ese lugar llegaron agentes de distintas corporaciones policíacas tras haber recibido denuncia de que un cuerpo yacía entre piedras y matorrales. No se supo su nombre, pero si su orientación sexual y al parecer ese fue el motivo para que le quitaran la vida. Estaba semidesnudo, llevaba sostén y una minifalda con pantalón corto y tenis rojos. Su peluca, también roja como la sangre que le brotaba de la cara, estaba llena de polvo y revuelta como para evidenciar que su muerte fue tan violenta como injusta. Fue un crimen de odio, denunciaron sus compañeras y compañeros de las sociedades de convivencia.
Entre la hojarasca, el musgo y las rocas, la tierra húmeda propia del monte de El Naranjo fue localizada una fosa y ya a flor de tierra, lo que quedaba de una osamenta humana. El día 14 de abril, la Unidad de Medicina Forense de la Procuraduría General de Justicia recibió los restos para iniciar las pruebas necesarias a fin de identificar los restos y los motivos de la muerte. Se presumía en ese momento que los restos corresponden a Agustín Martínez Rojas, ex policía involucrado en el crimen del alcalde de El Naranjo, Alexander López García, ocurrido en 2010.
Un sujeto de afamado apodo en el submundo de mala muerte en el municipio de Soledad de Graciano Sánchez y conocido como El Chapo, asesinó a mansalva a un parroquiano que hasta antes de su muerte, gustoso consumía cerveza en una cantina localizada en la calle de Negrete de ese municipio. Corrían los últimos minutos del 21 de abril cuando al antro llegó El Chapo acompañado de un compinche, un tal Diego y sin más, le disparó a Rigoberto, de aproximadamente 35 años de edad. Antes de eso había habido un conato de riña y El Chapo regresó para ultimar a su rival, quien por si fuera poco su asesinato, el propietario del antro lo sacó de la cantina y lo dejo en la acera hasta donde llegaron algunos de sus familiares para llorar junto al cadáver. Luego llegó la policía y los asesinos, como se podrá colegir, huyeron con rumbo desconocido.
Se está yendo abril y viene ya el octavo mes de gobierno y su gabinete de seguridad se mantiene intocado pese a tantas historias de violencia y muerte.