“Los días del ridículo y de las torturas emocionales deben tener un fin”

Los reporterillos de Astrolabio Diario Digital echamos un vistazo al pasado y en esta sección le presentamos uno de nuestros hallazgos:

Esta Misma Historia hace pensar que esa historia personal que se presente ¿de cuántos ha sido o tendría que ser? Un testimonio en primera persona escrito hace 66 años con algunas ideas que parecieran escritas ayer. Apareció en El Heraldo del 21 de marzo de 1953:

Mi propia historia

Por Cristina Jorgensen, (el hombre a quien la ciencia transformó en mujer).

(Propiedad de Hearst Publishing Co. 1953. Distribuido por King Features Syndicate. Prohibida la reproducción parcial o total)

Este es el CAPÍTULO TREINTA Y ÚLTIMO de la serie en que Cristina Jorgensen relató su propia historia, la historia de la transformación que sufriera al cambiar su sexo de masculino a femenino y su nombre de Jorge a Cristina.

Mi caso ha sido clasificado como de transvestitismo. La ciencia médica no ha logrado todavía descubrir la causa o las causas de esta enfermedad. Cuando una persona tiene la irresistible sensación de que realmente pertenece al sexo contrario, hay una gran variedad de factores que pueden desempeñar un papel importante en su caso particular.

El doctor Christian Hamburger, Jefe del Departamento de Hormonas del Statens Seruminstitute de Copenhague, ha examinado mi caso desde un punto de vista médico, especialmente a la luz de la teoría del intersexo expuesta por el doctor Goldschmidt.

Ha señalado la posibilidad de que algunos casos de transvestitismo pudieran ser manifestación de un alto grado de intersexualidad.

Pero hay muchas variedades de anomalías sexuales en el mundo, y no todos los hombres y las mujeres que sufren de estos trastornos pueden encontrar una solución a sus problemas en la forma en que yo la encontré. Pero, en estricta justicia, cada individuo debe ser guiado por un experto médico bien informado. Los días del ridículo y de las torturas emocionales deben tener un fin.

Los doctores que trataron mi caso han recibido todos muchas consultas y han contestado muchas preguntas.

“Estoy profundamente impresionado por estas tragedias de la vida –dijo recientemente el doctor Hamburger–, y quisiera poder ayudar a esos pacientes. Pero nosotros los doctores no podemos hacer mucho sin el consentimiento de las autoridades de los diversos países.

“Sólo podemos esperar que en todos los países se ponga al alcance de los que sufren, un tratamiento adecuado”.

Cuando por mi propio impulso me lancé en busca de alivio, jamás me pasó por la imaginación que un día fuera llamado a ser otra cosa que un ser humano inconspicuo que está adaptándose a su nuevo papel dentro de la sociedad.

Individuos poseídos de curiosidad, individuos interesados, me obligaron a ponerme bajo los ojos del público, y ahora ya no me queda más que aceptar la responsabilidad para los demás que me ha echado encima esta mi no buscada notoriedad. Espero que sabré estar a la altura de esa responsabilidad.

FIN

 

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