Morir en San Luis

 

Por: Antonio González Vázquez.

 

El quinto mes de gobierno de Carreras empezó con otro ejecutado. Lo apodaban “El Tony” y fue ejecutado con cuatro disparos de arma de fuego. Pasaba de las ocho de la noche de un frío martes 26 de enero cuando en la Tercera Chica llegó la muerte en bicicleta. El Tony convivía con algunos amigos que, la policía definió como malvivientes, cuando a bordo de una bicicleta, un individuó le disparó reiteradamente con su pistola. El cuerpo de El Tony quedó tirado a la altura del número 255 de la calle Tulipanes en donde de inmediato se reunió la gente para intentar ver el cadáver. En realidad, El Tony se llamaba Juan Antonio Hernández, tenía 33 años y murió a las puertas de la vecindad donde vivía y que a decir de la Policía Estatal, no es más que un nido de delincuentes.

 

En un camino polvoriento entre las comunidades de Peñasco y Milpillas, la policía localizó los cuerpos de dos hombres ejecutados hacia los primeros minutos del 27 de enero. Los cuerpos yacían a la vera del camino y estaban semiocultos entre la yerba del lugar. A los dos, los acribillaron y se convirtieron en dos más en la fatídica lista de ejecuciones en San Luis Potosí. Los dos cuerpos fueron trasladados al Servicio Médico Forense en calidad de desconocidos. Obvia decir que si la policía no sabía quienes eran, mucho menos sabría por qué razones los mataron. Lo supieron cinco días después, cuando fueron identificados como ex militares con domicilio en el estado de Veracruz.

 

Las aguas negras que corren por canalones al aire libre del fraccionamiento Villa María arrastraron el cuerpo de un hombre de unos 30 años de edad. Alguien En algún momento de la noche del día cuatro de febrero lanzó el cadáver a la fétida corriente que corre en la proximidad de las vías del ferrocarril México-Nuevo Laredo. Vecinos de esa colonia que pasaban por el lugar vieron una especie de bulto atorado entre unas ramas del canalón y enseguida dieron parte a las autoridades que rescataron el cuerpo que, por cierto no tenía identificación alguna.

 

El Súper Domingo, 7 de febrero fue una verdadera tragedia en la comunidad de “Del Salitrillo” del municipio de Villa de Ramos. Colindante con el estado de Zacatecas, esa zona ha sido durante los últimos años foco rojo de inseguridad. Pues bien, ahí fueron ejecutados los tres integrantes de la familia Esparza. Por alguna razón, solo existía ese y al día siguiente, una versión extraoficial del hecho puesto que la Procuraduría General de Justicia no reportó nada.

 

Para los tipos que forman unas pandillas que se hacen llamar “Los Metaleros”, “Los Cerebros”, “Los Raiders” y “Los Coconos” el Carnaval más que una fiesta para dar inicio a la tradición de la cuaresma, fue ocasión para saldar viejas cuentas de probables agravios mutuos, así es que decidieron hacer del carnaval en la colonia General I. Martínez su propia arena de combate. En la pelea colectiva que según la policía fue de varias decenas, se dieron con todo, ya se sabe, tubos, palos, cadenas, piedras y de más hasta que salieron a relucir las armas, de tal modo que el saldo fatal fue de dos muertos por herida de arma de fuego. Entre los pandilleros había un buen número de chavales de entre 13 y los 17 años, dos de ellos, ya no celebrarán la semana santa, fueron asesinados el siete de febrero de 2016.

 

Adán y Jesús bebieron su última cerveza en la madrugada del siete de febrero. Bebían como cosacos en la esquina de un tendejón frente a la iglesia de la comunidad de de Ojo de Agua Seco del municipio de Rioverde. Bebían con singular alegría y eso les costó la vida puesto que no se percataron que se les aproximaba un sujeto armado y, ya cerca, les disparó a quemarropa. La policía solo dio fe de los hechos.

 

En la fría madrugada del ocho de febrero en un lote baldío los vecinos de la colonia General I. Martínez se aterrorizaron al encontrase en las yerbas y basura el cuerpo de un hombre. Le habían disparado en la sien. Alguien lo había ejecutado y arrojó el cuerpo cerca del paso de la gente que va rumbo a Vallejo. Tenía aproximadamente 40 años y su cuerpo no fue identificado.

 

Apenas empezaban los primeros minutos del Día del Amor y la Amistad cuando un grupo de hombres armados abrió fuego contra los parroquianos que estaban dentro del Bar “La Barraca del General”. Ahí, se habían reunido un nutrido grupo de amigos para celebrar a alguien que cumplía años. Según testimonios de vecinos de las calles Antimonio y Plata en Morales, antes de la una de la mañana se escuchó un prolongado tronar de proyectiles, pensaron que algo andaba mal y llamaron a la policía, pero cuando llegaron agentes de diversas corporaciones locales y federales, se encontraron con dos muertos y varios heridos graves. Juan y Raúl de 23 y 24 años murieron en el lugar. Lo que llama la atención es que en ese bar, había varias armas, presuntamente, en posesión de los agredidos.

 

A Daniel Chávez de 53 años de edad lo mataron cuando le dejaron caer en la cabeza un pesado block de concreto. El golpe le abrió el cráneo y le causó la muerta aunque nadie se dio cuenta de eso sino dos días después del fatal suceso ocurrido el 14 de febrero en el fraccionamiento Rosas del Tepeyac, en el municipio de Ciudad Valles.

 

Al principio nadie sabía como se llamaba, ni cuantos años tenía ni tampoco de dónde venía. Lo único que se supo de ella fue que alguien le cortó la cabeza y luego lo envolvió en una cobija y lo metió en bolsas negras para dejarlo abandonado en la colonia Progreso, a unos metros de las vías del ferrocarril. Quienes pasaban por el lugar por la noche del 16 de febrero, se cimbraron con un sentimiento de terror y estupor al extremo. El cuerpo decapitado fue levantado por la policía y en ningún lugar de la zona fue posible localizar la cabeza. Más tarde, se supo que su nombre era Flor de María, que vivió en la colonia Dalias y que apenas tenía 20 años. Por cierto, nueve días después de la ejecución, la policía encontró la cabeza de Flor de María. Estaba en un lote baldío de la calle Simón Díaz de la colonia San Leonel.

 

Daban las nueve de la noche del 21 de febrero en la comunidad de El Saucillo del municipio de Villa de Reyes cuando se escuchó el estruendo de las armas. Dos jóvenes se desplomaron heridos, eran Ricardo y Rubén. Se pasaban la noche del domingo consumiendo al aire libre unas cervezas afuera de una tienda cuando súbitamente pasó por el lugar un sujeto y les disparó a quemarropa. Ricardo de 23 años murió instantáneamente al ser herido en el tórax. El responsable huyó sin que nadie se diera cuenta de quién era ni a dónde se fue.

 

A orilla de la carretera San Luis Potosí-Guadalajara fue abandonado el cuerpo de un hombre que fue ejecutado a puñaladas. El Ministerio Público dio cuenta de al menos cinco heridas profundas con arma blanca. La Policía estimó que el cuerpo de José de 25 años fue abandonado en ese lugar pero que fue asesinado en otro distinto. No conformes con las puñaladas, también le destrozaron la cabeza con una piedra, que según el MP. Debió ser muy pesada y de gran tamaño. Probablemente lo mataron durante las primeras horas del 22 de febrero en Villa de Arriaga.

 

Manuel Valle tenía 38 años cuando lo ejecutaron. Hacía unos días que había abandonado la cárcel tras caer por delitos relacionados con la venta de drogas, cuando fue sorprendido en su propio auto. En la colonia Pueblo Nuevo en el municipio de Tamuín, a las diez de la noche del 22 de febrero, Manuel y su esposa fueron a la tienda a unas compras. Ella bajó y entró a la tienda, pero en eso bajaron de un auto unos sujetos encapuchados y armados que le dispararon a quemarropa en al menos cinco ocasiones.

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