Frater Ignatius
Tipógrafo y tonelero, nace en Francia en 1809. Influido por su padre, quien era cervecero y de una integridad a toda prueba, aprende a darle al trabajo su justo valor y a aborrecer al capital. A los 31 años, después de publicar un folletín que tendría un sonado eco en los lugares revolucionarios, ¿Qué es la propiedad? (1830), donde respondía con afirmación rotunda: “La propiedad es un robo”, comienza a tener fama relevante. Este talante tan extremo no embonaba plenamente con los análisis y las propuestas de su pensar. Proudhon vivía en carne propia la contradicción, junto con una genialidad vigorosa, aplastante y revolucionaria.
Cualquier tipo de posesión no puede gozarse al arbitrio de las personas, obteniendo cualquier tipo de beneficio como los siguientes: renta, arrendamiento, alquiler, interés del dinero, comisiones, etc.
Lo anterior no debe ser, ya que el exceso conlleva inevitablemente una injusticia, comenzando porque los poseedores no tienen ninguna intervención en el trabajo directo. Enfatiza que todos los productores tienen derecho a acceder a la propiedad. Es una especie de acumulación colectiva, al igual que el talento y la ciencia o el arte, forman parte de muchas generaciones y nunca de un individuo aislado. Ante todo debe existir una igualdad entre la gente. Ese es el principio del mutualismo.
En su obra cumbre, Sistema de contradicciones económicas o filosofía de la miseria (1846), expone los pilares que fundamentan su pensamiento. Parte de Hegel, a quien conoció por lecturas indirectas o en contacto con alemanes en París, como por ejemplo Marx, precisamente para interpretar que las contradicciones están siempre en la realidad que nos rodea, luchando en forma permanente y sin la seguridad de que se resuelvan en síntesis. También los seres humanos estamos plagados de contradicciones y en ellas se funden la razón y lo irracional, la paz y la violencia, y dependiendo de cómo se desenvuelvan, predominará lo uno sobre lo otro. Deben existir mecanismos sociales necesarios para que prevalezca la razón sobre la destrucción.
Nuestro pensador, fue partidario de una vía pacífica frente a la acción violenta revolucionaria, pero al mismo tiempo defendía la pena de muerte, criticó acremente a los judíos y se mostró contrario al amor libre y defensor de la familia, asignando a la mujer un papel de ama de casa para el mantenimiento del hogar. Al mismo tiempo, estuvo en contra de todo tipo de nacionalismo político, aunque defendió el proteccionismo económico. Habló sobre una “Federación mundial de pueblos”, mientras consideraba muy necesario mantener las barreras nacionales, con el fin de que persistiera el trabajo.
Si existe un pensamiento medular en Proudhon, es el de aborrece al Estado y a la política entendida como una actividad cotidiana. Anduvo muchos años a salto de mata debido a su enemistad con Napoleón III. Apoyo los procesos de elección pero advirtió que el voto no resuelve el problema de la justicia. En su obra De la capacidad política de la clase trabajadora (1865), hace la propuesta sobre las relaciones productivas basadas en el mutuo consentimiento, solidario y con total igualdad en los intercambios.
La cooperación libre se encuentra como una especie de basamento en la esencia misma de la naturaleza social y surge cuando no hay obstáculos.
El teórico y luchador francés pensaba que el mercado en el capitalismo estaba desquiciado y que cada vez dependía más de factores ajenos a la producción para que el valor de los productos se modificase. Afirmaba que al erradicar el capitalismo degenerado desaparecerían los financieros, rentistas, quienes obtienen pingües ganancias sin meter ni un dedo a la producción.
Para Proudhon la anarquía poseía un doble sentido: construcción de una nueva sociedad y en un sentido habitual de desorden y una cierta desorganización social.
Marx le criticaba al francés su falta de rigor al momento de criticar al capital. También le reprochaba que ciertos libros suyos eran más de carácter hermético y de misterio que un análisis lógico de los hechos.
Proudhon murió en Passy, el 19 de enero de 1865. Lo enterraron en el cementerio de Montparnasse.
“El derecho es para cada uno la facultad de exigir de los otros el respeto a la dignidad humana en su persona”.
Pierre-Joseph Proudhon