Oswaldo Ríos
Duele aceptarlo, pero nos hemos acostumbrado a vivir con el horror.
En materia de violencia criminal, México y San Luis Potosí están viviendo sus horas más bajas y las autoridades muestran una displicencia que en otros tiempos no les sería tolerada, pero que en este, es el corolario perfecto de una época en la que nadie se preocupa por nadie.
Admitamos que las autoridades actúan dentro de los márgenes que les permitimos. El valemadrismo político es la premisa de su cosmovisión porque esa es la regla de conducta que también prevalece en quienes deberían exigirles otro comportamiento.
¿El Congreso? Demasiado ocupado en planificar cómo repartirse el botín, pero aparentar que son distintos a la anterior Legislatura. La hipocresía de la Cuarta Transformación. Aparte, en plena semana de comparecencias (el momento para cuestionar la gestión y las políticas públicas del Ejecutivo), hay diputados que no se han presentado a una sola. Sí, la quincena la cobrarán completa y la Secretaría General de Gobierno les seguirá brindando todo el apoyo.
¿Los partidos de “oposición”? No existen. La dirigencia gallardista del PRD está más preocupada por su guerra capitalina contra el prianavismo; y la del PAN rolando turnos, en el día consumida por la guerra intestinal entre sus miembros y más tarde amarrando negociaciones inconfesables en noches palaciegas que no acaban.
¿Los medios? Con excepciones, pero llevando la información de seguridad pública de la sección de política a la nota roja y guardando para mejor ocasión los cuestionamientos directos al principal responsable. Tuvo que venir un ciudadano temerario a encarar a Juan Manuel Carreras con las preguntas que no se permiten quienes tienen el deber ético de hacerlas. Efectos perversos de los proyectos políticos amancebados con el gobernador en las mesas de redacción de los periódicos.
¿Y la sociedad? La peor tragedia probablemente no sean las escenas dantescas que todos los días dan muestra de las mutilaciones que en carne viva la delincuencia le provoca a la ciudadanía, sino la fría ostentación de la indiferencia con que lo permitimos.
Hablando de desgracias brutales en tercera persona, nos hemos vuelto espectadores costumbristas.
Un hombre y su mujer son atrapados por haber asesinado a por lo menos 20 mujeres, haber vendido a la hija de una de ellas, guardar los restos cadavéricos de varias y preparar con ellos un pozole y el resto ofrecérselo a sus perros. La indignación es tan súbita como transitoria, nuevos horrores y nuevos crímenes se descubrirán todos los días y la inmediatez de las redes sociales los consignará y olvidará en el prontuario de nuestras miserias. Nos espantamos, pero la memoria santiaménica purga rápido nuestros espasmos. Para que el dolor durara, tendría que ser propio y hablando de los otros, nos hemos vuelto absolutistas de nuestra egolatría.
En San Luis Potosí la ruleta rusa del asesinato gira y arrebatada una vida cada día y a veces dos. Un amanecer se encuentra el cuerpo de una mujer con signos de violencia y calcinado (las autoridades serán tan ruines de debatir que no se trata de un feminicidio); al siguiente, dos jóvenes son acribillados bajo la luz del mediodía, mientras, un ganadero es asesinado a tiros en Tamuín; al salir el sol, nuevas pesadillas: un hombre será perseguido y asesinado en un taxi frente a la mirada de su pareja y más asesinatos en la Huasteca; pero lo peor (¿hay más?), es el asesinato de una dentista embarazada por aparentemente haberse resistido al asalto, tristemente, también perdió la vida su bebé. Algunos testigos que la conocían afirman que pasado mañana (lunes) tenía programado el parto para dar a luz.
La vida no será, por decreto de la tiranía del horror y la dócil complicidad de gobernantes frívolos, voraces, cobardes e indolentes.
Se acerca Halloween y los disfraces de “miedo” son incapaces ya de provocarnos nada. Ninguna pesadilla de ficción supera las aterradoras historias que vemos en los diarios. Luego será 2 de noviembre, pero el día cada vez es menos excepcional porque nos hemos acostumbrado a convivir con la muerte los 365 días del año.
Terribles y temibles días les ha tocado vivir a los niños y jóvenes de esta generación. Les hablamos de un futuro mejor, pero les damos un presente que huele a sangre y en el que están permanentemente amenazados de ser tocados por el terror.
“Si salgo de aquí, me iré a seguir matando mujeres”, dice el feminicida múltiple del Estado de México. ¿Alguien duda de que con este sistema penal él podría cumplir su promesa?
¿Cuántos más como él caminan en las calles? ¿Cómo llegamos hasta aquí?
El mal absoluto tiene rostros muy cotidianos. Su Majestad: El Horror.
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