Por Victoriano Martínez
La ecuación corrupta sigue dando resultados… que muestran por qué no pasó nada cuando fue revelada y que demuestran que sigue vigente a tal grado, que el erario difícilmente dejará de ser un botín para llegar a ser considerado una bolsa común para beneficio de todos.
“Ya es historia”, expresó el ex diputado local y hoy diputado federal Oscar Bautista Villegas sobre el caso de la ecuación corrupta.
Un grado de cinismo en sus declaraciones que lo colocan como el prototipo del político corrupto, en las que además revela algunas de las razones por las que la ecuación corrupta es parte del ejercicio actual de la política en y desde todos sus niveles, como una telaraña de complicidad para evitar los riesgos de los ilegales beneficios que obtienen.
“A ver, le quiero platicar, eso es un tema para mí que ya pasó, ya hay una persona que está indiciada, que lleva un procedimiento, los demás diputados no tenemos responsabilidad alguna”, expuso Bautista.
“Ya pasó” el susto que se llevó como parte de todos los involucrados y del que se encuentra entre aquellos a quienes les tocó salir bien librados, en su caso hasta premiado con una candidatura que lo convirtió en diputado federal. Algo así como corrupto que es exhibido, corrupto que sólo espera no resultar afectado por el control de daños del sistema para expresar aliviado un “ya pasó”.
Mencionar a un indiciado sometido a proceso es la segunda forma de cantar victoria porque no le tocó ser la ofrenda pública con la que la gran ecuación corrupta pretende y –en casos como el de Bautista– logra engañar a la población, para que puedan seguir con sus triquiñuelas. Una ofrenda está lejos de ser justicia y mucho menos de eliminar la responsabilidad de los involucrados.
“Le voy a decir una cosa, pues si no fui sujeto a ese procedimiento, pues lógicamente que no tenemos responsabilidad en esto”, agregó.
Casi un “mire, en la gran ecuación corrupta estoy tan bien colocado que a mí no me tocó ser sacrificado para que ella pudiera permitir el desahogo de la presión ciudadana y, ya ve, la indignación y el repudio desaparecieron o, cuando menos, ya nos dejan seguir con lo nuestro, que es sacar el mayor provecho del erario”.
La ecuación corrupta que describió Enrique Flores Flores producía mejores alcaldes del mundo, como ocurrió con Ricardo Gallardo Juárez y su inmaculada cuenta pública de 2016.
La gran ecuación corrupta que hay tras la postura de Bautista, cuyos factores principales son las omisiones de la Fiscalía General de Justicia, la Auditoría Superior del Estado y un gobernador cómplice, genera tal grado de impunidad que no sólo alienta la corrupción, sino que produce ese cinismo exhibido que genera una corrupción factorial.
Sí, una corrupción que multiplica su gravedad por la gravedad que tuvieron los casos que le precedieron porque, en la gran ecuación corrupta, tolerar un acto de corrupción es provocar otros cada vez mayores que no sólo se vuelven historia, sino que son la Historia que los políticos de ahora han decidido para la administración pública.
Una Historia que continuará en tanto la indignación y el repudio puedan seguir desaparecidos por ofrendas engañabobos que a nadie castigan, ni hacen justicia y mucho menos combaten la impunidad.