Ciudad de México (11 de abril de 2016).- Hace unas pocas semanas mi esposo –quien es profesor universitario- y yo, nos encontramos en un restaurante de comida rápida a uno de sus estudiantes más destacados, trabajando como afanador. Me apresuro a enfatizar que todo trabajo es honorable. Pero nos llamó mucho la atención su caso, pues los padres del joven invirtieron una considerable suma de dinero en la educación universitaria de su hijo, quien, evidentemente, no se desarrollaba en su área de estudios ni percibía los ingresos mínimos que corresponderían a su nivel educativo. Mi esposo se acercó a saludarlo y el joven un tanto apenado, le correspondió al saludo. Platicaron un poco, hicimos nuestro consumo y nos retiramos del lugar.
De camino a casa, comentábamos que el joven ya tenía dos años de haber terminado sus estudios y uno de haber obtenido su título y cédula legal para desarrollarse en su profesión; sin embargo, no la ejercía. Lo más sorprendente fue enterarme de que no solo obtuvo un trabajo en su área de estudios sino tres, pero todos los perdió en menos de dos años. ¿Qué sucedió?
Cuando se analizan casos como éste, regularmente encontramos ciertas coincidencias. Aclaro que no estoy hablando de este joven del que te hablo, sino de los casos que me ha tocado ver y que te comparto, con la única esperanza de ayudar a tu hijo universitario.
1. Jóvenes que nunca trabajaron antes de la universidad.
Grave error si no animas a tus hijos a trabajar los veranos, hacer tareas sencillas para vecinos, o ganar su propio dinero. No es por el dinero el que los animes a trabajar, es por los aprendizajes que la experiencia les ofrece. No los prives de ella.
2. Nunca cooperaron con los gastos de casa.
Y no es porque tú necesites el dinero de tus hijos. Se trata de formar un hábito, ya sea de cooperación, de pagar lo que gastas, o de ahorrar con un fin específico. Los jóvenes deben conocer lo que cuesta ganar el dinero y administrarlo porque de otra manera nunca sabrán valorar las cosas y comodidades que tienen en el hogar.
3. Recibieron todo fácilmente.
Darle a un hijo todo, incluso antes de desearlo y esforzarse por ello, no tiene sentido alguno. Seguro has escuchado eso de: “Educa a tu hijo como si su padre fuera pobre”. Por favor, no le des todo cuanto pida y menos todavía si no lo pide.
4. No saben ser serviciales.
Nada más triste que un joven que no sabe servir. Nunca se sentirá cómodo en un lugar, y poca gente se sentirá cómoda con él a su lado. Aprender a servir inicia en casa. Ayuda a tus hijos a ser serviciales visitando casas de ancianos, orfanatorios, ayudando en la colonia y a los vecinos, asistiendo a las actividades comunitarias o de los grupos religiosos de tu comunidad.
5. No son puntuales y desconocen la palabra “compromiso”.
Un empleado impuntual es sinónimo de informal, poco confiable y, por lo tanto, sin futuro en una empresa. Ningún negocio personal o empresa llega a buen término si no hay compromiso de parte de dueños y socios.
6. Desconocen lo que significa esfuerzo, sacrificio y humildad.
No todos, pero en general la nueva generación de universitarios han sido criados en familias que les animaron y les apoyaron. Son hijos de padres que se sacrificaron para que ellos no tuvieran que pasar por lo que ellos pasaron y por lo tanto les evitaron carencias y les dieron todo. Incluso les evitaron trabajar y les privaron de aprender cómo volverse autosuficientes, les dijeron que eran muy especiales y los privaron de la humildad volviéndolos orgullosos, prepotentes y egocéntricos.
7. Están más interesados en ganar dinero que en aprender.
Si deseas que tu hijo tenga éxito, ten cuidado de educarlo para que su interés no esté centrado en hacer dinero, vestir bien, fanfarronear con los amigos, aparentar con las mujeres y ser popular. Hoy día muchos jóvenes estudian inclusive maestrías para ocultar el desempleo y porque la escuela llega a ser el club social que los padres no tienen inconveniente en pagar indefinidamente.
8. Temen hacer cosas que les incomodan.
Cierto joven dejó un empleo como contador en una empresa porque le pidieron trabajar algunos sábados en auditorías y acomodar archivos en la oficina. El joven argumentó que él “no había estudiado tanto para ser cargador y que sus fines de semana eran para descansar y disfrutar con los amigos”. Enseña a tu hijo que todo trabajo es ennoblecedor, y que no hay trabajo que sea despreciable.
9. No son tolerantes.
Repito: en general nuestros jóvenes son egocéntricos y sienten que el mundo no los merece. La resistencia se aprende cuando dejamos que se enfrenten a la frustración, al fracaso. Sí: cuando alejas a tu hijo de la adversidad y el dolor, le haces un daño, no un bien.
10. Tienen problemas con la autoridad.
Sí: con la autoridad de cualquier tipo. Por lo tanto, tener un jefe o un supervisor es lo peor que les pueda pasar. Ten cuidado de que en la casa no sea él quien mande y ordene, sino que siempre sean los padres quienes ponen las reglas del hogar.
Apoya a tus hijos preparándolos para ser buenos trabajadores ya sea como empleados o propietarios. Ellos, en principio, deben ser gente trabajadora. Piensa que: “Nadie puede ser buen coronel, si no ha sido buen soldado”.
Fuente: Vanguardia.