120 filósofos: Heráclito

El filósofo que llora

c. 600-540 a.C.

Frater Ignatius

Dicen algunos estudiosos que Heráclito era un filósofo melancólico. Comentan que su seriedad y la mirada eran un enigma para el que lo conocía. Prefería jugar con los niños que entablar una discusión de carácter profundo con personas mayores.

Sostenía que todo era gobernado por el rayo y creía en una especie de transmigración de las almas muy a su manera. Era el antagonista de Parménides, quien vino a este mundo algunos años después.

Formaba parte de la aristocracia, la cual siempre repudió y en cierta manera tenía un gran parecido a Buda al otro lado del mundo y a Lao Tse, en lo relacionado al Ying y el Yang.

Toda su obra es de un tono eminentemente aforístico. Se sabe, gracias a los expertos, que Heráclito de Éfeso hizo un libro titulado Sobre la Naturaleza, el cual lo ubica dentro de los filósofos de aquella lejana época, llamados físicos.

Diels y Kranz, dos famosos estudiosos del grupo de los presócraticos, al que el filósofo de marras pertenecía, estudiaron sus fragmentos a profundidad; descubrieron que la palabra melancolía en realidad significaba también impulsividad. Así, podemos decir que Heráclito era una especie de proto-romántico.

Empero, existen más interpretaciones sobre este pensador tan atrayente.

Lo quieren encasillar en una suerte de monista materialista. Otros han dicho que fue panteísta, religioso, místico, cosmólogo, lógico, poeta, intelectual y antiintelectual. Es decir, cada quien hace a Heráclito casi como le viene en gana.

No obstante, su atractivo sigue irradiando hasta nuestros días y es considerado una gran influencia sobre Platón en los tiempos antiguos y su fuego llega hasta Hegel, Marx, Nietzsche o Heidegger. El fuego es el centro de su filosofía.

Si nos retrotraemos a esos tiempos arcaicos e intentamos hacer un ejercicio mental, veremos que era lógico pensar en el fuego como un principio fundamental de todas las cosas. Como dice un poeta michoacano: “Las vidas sin calor, se desmoronan”.

El fuego como el rayo es un principio de vida. Todo fluye (Panta Rei), todo es cambio y devenir; todas las cosas están en una guerra perpetua (Polemos).

El mundo existe gracias a esa lucha entre los contrarios. Heráclito lo compara con El Arco y la Lira. Lo anterior provoca siempre una armonía, por tal motivo se le considera al griego como padre de la dialéctica. La metafísica, la moral, son campos en los que tiene su impronta.

Platón es testigo de ello. El logos  es una ley que domina la naturaleza, aunque a esta le gusta esconderse. Ese logos de Heráclito se parece al Daimon de Sócrates y es una especie de razón que a todo mundo acompaña.

El “Oscuro” murió de hidropesía y probablemente renegando de la mayor parte de los hombres.

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