Hay un principio que rige todo
1225-1274
Frater Ignatius
Es el filósofo preferido de la Iglesia católica. Reconcilia la filosofía de Aristóteles con la doctrina cristiana. Juan XII lo canonizó en 1323.
Gran parte de la obra de Aquino es una derivación de Aristóteles. Sin embargo, el santo hizo muchas contribuciones al pensamiento del griego y fue original en el asunto teológico. De enorme importancia es Las cinco vías, o pruebas de la existencia de Dios, expuesta en su obra Summa Theologica. Las cinco vías es el intento más elaborado y sofisticado para probar la existencia de Dios.
En la primera de las cinco vías, Aquino dice que la existencia de Dios puede ser probada al considerar el concepto de cambio. Podemos observar que todo está en movimiento y este cambio debe ser el resultado de algo más, puesto que algo no puede moverse o cambiar desde sí mismo. Así se puede seguir al infinito. Entonces debe haber algo que es la causa de todo cambio o movimiento, pero que en sí misma no sufra cambio alguno. El primer causante del cambio es Dios.
En la segunda vía, Aquino observa que las causas siempre operan en serie, pero debe existir una primera causa de la serie o no podría haber una serie en absoluto. Las dos primeras vías proceden de la suposición de que una cosa no puede causarse a sí misma.
No obstante, esta es precisamente su conclusión: Sí existe algo que se causa a sí mismo, es decir, Dios. Los filósofos han criticado esta forma de razón debido a su confusión.
En la tercera vía dice Aquino que todas las cosas en el mundo llegan y se van. Pero claramente no todo puede ser así siempre, porque si lo fuera nada existiría. Lo que causa que todo tenga por decirlo así, una coherencia es precisamente Dios.
En la cuarta vía, Aquino argumenta que en lo referente a la cualidad de una cosa, la cualidad más elevada es Dios. Lo refiere también hacia lo bueno, suponiendo que Dios es la causa absoluta de la bondad.
En la quinta vía asevera el filósofo, siguiendo a Aristóteles sobre el concepto de “telos”, que todas las cosas apuntan hacia una meta final u objetivo. Y el ser supremo que las dirige es Dios. La Iglesia católica aún acepta estos argumentos, aunque los modernos filósofos los rechacen.