Por: Antonio González Vázquez.
Parece un promontorio o un monolito, pero también parece una montaña o parece una escultura estúpida o un monumento a la ignominia, aunque también puede ser una especie de mojón de nuestra presunta democracia. Esculpida o moldeada con papeles que hace un año eran la prueba irrefutable de la voluntad popular expresada en la jornada del siete de junio. Lo que ve el amable lector en la imagen es el cuerpo embalsamado en boletas electorales de la esperanza. Cuando se cruzaron por candidatos y partidos, la gente llegó a creer que sería por el bien de todos, pero ya hemos visto que desgraciadamente no es así. Con las boletas electorales, urnas, actas y de más materiales electorales se levantó está montaña de basura que costó 4 millones 443 mil 430 pesos. 50 toneladas de materiales electorales convertidos en basura y dispuestos a ser triturados y luego reciclados. Miles de esas boletas fueron para votar por Juan Manuel Carreras López, hoy reconocido en la prensa nacional como un gobernante inepto. También en miles de esas boletas se votó por ediles transformados en violadores consuetudinarios de la ley y en violentos bufones de la política. No se puede saber si la verdadera basura electoral es la que se está destruyendo o la que resultó electa. Diputados ignorantes, derrochadores, desvergonzados, escandalosos y lo pero, soberbios y arrogante, esa es la verdadera basura electoral. Alcaldes incapaces y regidores corruptos por todo el estado es el legado de ese montón de boletas que bien hace en desaparecer. Esto es lo que empezó a destruir el Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana.
331 mil 555 pesos de urnas.
601 mil 550 pesos de cajas para paquetes electorales.
223 mil 875 pesos de cajas contenedoras.
950 mil pesos de boletas gobernador.
1 millón 102 mil pesos de boletas diputados.
1 millón 235 mil pesos de boletas ayuntamientos.
A la luz de los resultados que en los hechos, exhiben todos los electos, todo, dinero tirado a la basura.