Carlos Rubio
Semanas antes las portadas de los periódicos ya anunciaban el evento. El diario Acción, aclamaba entre sus fieles páginas a León García, uno de los dos precandidatos del Partido de la Revolución Mexicana, y anunciaba perdedor a Reynaldo Pérez Gallardo, el opositor perteneciente al mismo partido, de grado militar, en contra de quien estaba volcada la opinión pública, junto a los medios, y además contaba con menos de la mitad de seguidores de los que tenía León García, a quien ya habían disfrazado de héroe, de ser diferente, como el magnifico revolucionario, aquel que iba a sepultar el autoritarismo del que estaba señalado el también militar Genovevo Rivas Guillén, gobernador provisional de San Luis Potosí. García portaba esa capa de papel periódico que todos los días se fabricaba para él. Cobijado por Lázaro Cárdenas, se sabía entre la población potosina que una vez electo candidato, no había quien impidiera que se convirtiera en gobernador del Estado.
León García era diputado federal desde el 1 de septiembre de 1937 y debía serlo hasta el 31 de agosto de 1940, sin embargo la pauta marcada era otra, su destino era convertirse en gobernador, así que el 11 de mayo de 1939, el precandidato ya había salido del Distrito Federal rumbo a San Luis Potosí junto a otros diputados y senadores, además del comité pro Manuel Ávila Camacho, otro de los hombres que, como también ya estaba escrito, próximamente tomaría la presidencia de la República.
Toda la presión política vivida en días anteriores, entre compañeros partidistas, sólo era el preámbulo de aquel 14 de mayo de 1939, día en que se llevaría a cabo la toma de protesta del nuevo candidato a Gobernador del Estado. Se podía leer en un recuadro pequeño del diario Acción (que compraba por cinco centavos): Faltan 134 días para que gobierne al Estado León García. Así de segura tenía la elección, sólo necesitaba que el tiempo transcurriera y que las aguas no se tornaran turbias.
El recinto elegido para ser sede de la Asamblea Regional del PRM fue el monumental Teatro de la Paz, aquel que se erigió como un centro de cultura, con la acostumbrada cantera rosa del centro de la ciudad, que se sostiene de 10 columnas, embellecido por las escalinatas que llevan hasta su puerta principal y alzado en lo más alto con esa cúpula francesa sobre la que se sostiene aquella águila símbolo del porfiriato. En una sala anexa al teatro, se encontraban las oficinas del Comité Regional del partido.
Desde la noche anterior ya había arribado a las afueras del teatro un numeroso grupo de personas atraídas por Reynaldo, el débil contrincante. Todos armados con garrotes y uno que otro fusil, con el único objetivo de impedir la asamblea. Eran las 10 de la mañana cuando comenzaron a llegar los delegados del partido y fue cuando el enfrentamiento estalló. Una lluvia de insultos cayó sobre quienes intentaban entrar al teatro, acompañada de golpes y empujones, mientras se acrecentaban las consignas en apoyo a Pérez Gallardo.
Al lugar llegó Gustavo Marín R., senador y delegado general del PRM, quien presidiría la asamblea. Este fue el momento cumbre de la mañana, ya que la violencia de la pugna se incrementó y mientras el delegado general daba órdenes de entrar al Teatro de la Paz, era imposible cumplirlas, por las casi dos mil personas que se encontraban bloqueando la entrada. Según se escuchaba, era aplastante el número de delegados que iban en favor de León García, mientras que por parte de Pérez Gallardo, no se acercaban ni a la mitad. Este hecho ya estaba más que previsto por Raymundo, quien le solicitó al delegado general que dejara entrar a la asamblea a más de sus seguidores, quienes posiblemente tenían documentos falsificados que inflarían la votación.
Ante la negativa de Gustavo Marín, un grupo de hombres, respaldado por sus armas, lo rodeó y amenazó para exigirle acreditar a quienes cargaban con los votos de Pérez Gallardo. Este continuó negándose y fue obligado a ingresar al Teatro de la Paz donde fue acorralado. Nadie entraba ni salía del teatro, estaba rodeado por miles de miembros del sector agrario, algunos en pro de León García y otros por Pérez Gallardo.
Sumergidos en un mar de sombreros de palma, los asustadizos delegados comenzaron a nadar contra corriente y huir con dirección a la Alameda Juan Sarabia. Una vez alejados de la multitud, su primera opción fue dar por cancelada la asamblea, pero momentos después decidieron llevarla a cabo de manera pública en la misma Alameda. Justo donde se encontraba el Frente Popular Electoral Pro León García.
Luego de ver que ya era imposible frenar la asamblea, Gustavo Marín fue liberado y acudió a la Alameda, mientras el grupo contrario se disipaba. Era inminente y fue aplastante el triunfo de León García, a quien en los diarios se nombraba como aquel que le daría una nueva vida a San Luis Potosí. Luego de que los escrutadores dieran los resultados oficiales, García tomó protesta como el candidato a la gubernatura, o mejor dicho, como el único candidato.
El discurso que León García le ofreció a los presentes fue entorno a las mejoras que tendrían los ejidatarios, los obreros y el sector popular de San Luis. Después de todo, eran ellos quienes lo apoyaban, a él que había sido parte de la fundación de la Confederación Nacional Campesina a lado del profesor Graciano Sánchez, Enrique Flores Magón, Emilio Portes Gil y Vicente Salgado Páez. “No habrá vencidos ni vencedores”, le expresaba con enjundia, el diputado García a su público.
Luego de ese día, a través del papel como un filtro, el sol brillaba y la pobreza se terminaba. El diario Acción escribía entre sus líneas que San Luis entraba a “una nueva etapa en su vida económica, social y política”, a la par se aseguraba que el pueblo también haría triunfar a Manuel Ávila Camacho y en la portada se mantenía el recuadro que contaba los días para que León García gobernara. Fue realidad, la vida en San Luis cambió, pero no en un sentido positivo.
La presión vivida en esas fechas incrementó la violencia en el estado. Las fuerzas armadas se encontraban del lado de Raymundo Pérez Gallardo, quien era jefe militar y siempre portaba orgulloso su atuendo de soldado. Al mismo tiempo, el gobernador provisional y también militar, Rivas Guillén, era acusado de confabular en favor de Raymundo, el precandidato que contaba con menor apoyo delegacional, pero quien tenía a su favor a las autoridades policiales.
En ese mismo mes se llevaron a cabo elecciones municipales en la capital y demás municipios del estado, en donde los candidatos del PMR que se sabía eran aliados de León García, fueron atacados. El caso del enfrentamiento del 14 de mayo en el Teatro de la Paz fue llevado hasta el Congreso de la Unión donde fue analizado para achacarle responsabilidad a Rivas Guillén y las elecciones potosinas se mantenían en miras nacionales.
Dada la presión, el 29 de junio de 1939, en un espacio secundario, como cualquier nota de relleno, como si se tratara de ocultar, quizá con pena o miedo, se leía en el Acción: Renuncia León García a la candidatura. Abajo se reproducía íntegramente la carta que el ahora ex candidato había enviado al Consejo Nacional del PRM, donde exponía como principal motivo el ataque que habían sufrido sus compañeros partidistas en las elecciones municipales y, en segundo lugar, la fuerza militar que tenían al estar unidos Rivas Guillen y Pérez Gallardo.
Con fecha del 27 de junio de 1939, García se despedía de aquellos que lo apoyaron y sucumbía ante la presión de sus adversarios.
Desde ese día se sabía, el nuevo candidato sería Raymundo Pérez Gallardo, el contrincante más débil, aquel militar menospreciado y que atacaron con cientos de consignas, a quien el Acción le dedicaba diariamente una plana completa de noticias en contra, mientras era el precandidato perdedor. Ahora él sería el nuevo candidato único, el que tendría la elección ganada con sólo llegado el día. Inmediatamente que García renunció, de la portada del Acción desapareció aquel contador que añoraba el día en que fuera gobernador y desaparecieron las notas contra Rivas Guillén y Pérez Gallardo. No se atrevieron a hablar otra vez de aquella estirpe militar que ahora mantendría el poder.
Y fue el domingo 2 de julio de 1939 cuando Raymundo Pérez Gallardo ganó las elecciones y en septiembre se convirtió en gobernador del estado.