Cura señalado de matar a un perro en Coxcatlán asegura ser calumniado

Por personas “con mucho dinero” y con “fines políticos”

El sacerdote católico Kazimierz Borowiec, nacido en Polonia y conocido en Coxcatlán como el cura Casimiro, aseguró haber sido difamado con los señalamientos acerca de que él mató a un perro en ese municipio, por personas que fueron afectadas luego de que él logró la desocupación del atrio de la iglesia que era usado como mercado, quienes pagaron la publicación de “notas falsas” sobre lo ocurrido con el animal.

El pasado viernes, en su cuenta de Facebook “Kazimierz Borowiec”, el sacerdote publicó un extenso texto, en el cual refirió que lo acontecido la noche del pasado 5 de junio fue “un lamentable accidente con un perro muy grande pitbull, que andaba suelto y que me atacó”.

Lo informado en medios de comunicación al respecto “fue mentiroso. Los hechos fueron diferentes, hay testigos”, aseveró el párroco de la iglesia de San Juan Bautista en Coxcatlán, municipio de la zona Huasteca del estado.  

Uno de los problemas en Coxcatlán, expuso, “era que el atrio de la iglesia estaba invadido” por vendedores, mientras la Ley de las Asociaciones Religiosas “garantiza que los bienes” de estas deben ser utilizados exclusivamente para fines propios de la Asociación. 

“En ninguna iglesia, capilla, templo, en nuestro estado sucede algo parecido.
Hay que decir que nuestro templo es un monumento y exige mucho cuidado”, añadió.

A causa de la invasión de comerciantes las misas de difuntos a cuerpo presente, recordó, “eran bombardeadas por la música alegre y los ruidos comerciales. ¿No tienen sentimientos, compasión, respeto, los que hacían eso? (sic)”. Incluso “los vendedores no dejaban espacio “para salir con el ataúd”, acotó.

Para evitar la ocupación del atrio como mercado promovió y recabó firmas de los pobladores. “Todas las comunidades entregaron las firmas de apoyo. Están en la oficina parroquial”, y por ello “algunos rechazan al sacerdote”.

El pasado 31 de mayo, días antes del incidente, en la zona Huasteca el medio digital Al Día  publicó una nota informativa en la que el párroco anunció que el atrio “permanecerá libre de puestos por respeto a Dios”, luego de que los vendedores aceptaron ser reubicados. 

En su texto publicado en Facebook, el padre Casimiro expuso: “El verdadero problema son unos cobardes, degenerados, cínicos, aunque con alto nivel académico y mucho dinero, pero portándose como verdaderos villanos. No tienen valor de venir y dialogar. Prefieren los métodos del drenaje, virtiendo todo lo sucio, lo que son y lo que tienen adentro (sic) ”.

Ellos, sostuvo, pagaron “las notas periodísticas falsas”, con las cuales “están engañando la gente con su veneno, con fines políticos”, juzgó.

“Son unos cobardes, porque no tienen valor de venir y mirar a los ojos del sacerdote, para no ver su propia maldad. Prefieren difamar, faltar a la moral. Algunos de ellos públicamente expresaron que quieren destruirme”, recordó el padre Casimiro.

“Y lo hacen”, con la divulgación de la versión de que él mató al perro a machetazos. Lo que, cabe señalar, desató en redes sociales una especie de “linchamiento” contra el cura.  

El padre cuestionó: “Cómo es posible que alguien fórmula su acusación, elegante, pero venenosa, de un noble perro, basándose solamente en el relato de alguien, que no fue un testigo ocular. Y si esta persona es un educador. Que triste testimonio de su nivel moral (sic)”.

“No tiene sentido comentar la acusación de un supuesto abuso. Un texto tan primitivo, tan falso, tan sucio, como la misma persona que lo inventó”, opinó.

Antes, refirió también que él lleva 28 años de trabajo religioso en Coxcatlán, a cuyos pobladores describió como “gente noble, trabajadora, sencilla, siempre me trataba como a uno de sus familiares. Nunca me sentí extranjero”. 

Como antecedente expuso que cuando trabajó en la comunidad El Pujal, de uno de los municipio de San Luis Potosí, “se construyó la iglesia bonita, casi de pura cooperación semanal de las familias, rifas”.

Recordó que durante el tiempo que fue enviado a Pantepec, Puebla, pobladores de El Pujal viajaban cada año a esa localidad poblana a visitarlo.  

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