Antonio González Vázquez
El partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) tiene como objetivo central para los comicios de 2021 mantener su mayoría en la Cámara de Diputados.
El eje nodal de su estrategia electoral desde ahora y hasta el día de las elecciones es ganar la mayoría de los 300 distritos federales electorales.
En torno a ese objetivo, el partido en el poder tejerá las alianzas que le permitan cumplir su objetivo; saben que de un triunfo contundente depende el éxito de la segunda parte del sexenio de Andrés Manuel López Obrador y de la 4T.
Si bien en las elecciones del año entrante se disputarán 15 gubernaturas, éstas no son la joya de la corona electoral.
Para Morena, la elección federal es casi de vida o muerte: de darse una derrota, estarían entregando el proyecto de nación del presidente Andrés Manuel López Obrador a una oposición crecientemente beligerante.
Con tan sólo cuatro años de existencia, Morena alcanzó la presidencia de la república y, junto con aliados, es mayoría en el Congreso de la Unión.
El 11 de abril de 2011, Morena se constituyó como Asociación Política Nacional y el día 9 de julio de 2014 logró su registro como partido político.
Con López Obrador al frente, el nuevo partido logró la suma de ciudadanos y de ex dirigentes o ex militantes de otras fuerzas políticas y mostró una enorme capacidad para alcanzar acuerdos y permitir la convivencia de pensamientos y trayectorias políticas del todo diversas e incluso antagónicas.
El actual presidente de la república fue en su momento la figura en torno a la que progresó la formación y consolidación del partido; como dirigente, y después como candidato, impulsó el crecimiento vertiginoso de un partido que ganó la elección presidencial de 2018 con más de 30 millones de votos.
López Obrador es presidente de los mexicanos, pero para Morena continúa siendo su líder. El partido del presidente tiene la complicada tarea de afianzarse como mayoría para dar aliento a la “Cuarta Transformación”.
En Morena, como en cualquier partido político hay problemas, discusiones acaloradas, debates intensos. Eso es normal.
La semana pasada se planteó ya el primer esbozo de la gran alianza electoral que Morena buscará para ganar las elecciones del año entrante. Alfonso Ramírez Cuéllar le dio forma con lo más elemental: la alianza que existe en los hechos en el Poder Legislativo.
Junto con el Partido del Trabajo y el Partido Verde, estaría arrancando el proyecto para consolidar una alianza electoral a la que probablemente se podrán ir sumando otras fuerzas políticas de reciente formación.
La fuerza política más importante que se puede integrar a Morena-PVEM-PT es el partido Redes Sociales Progresistas de Elba Esther Gordillo.
La alianza que el presidente nacional de Morena anunció la semana pasada se convirtió de inmediato en tema de debate y análisis en los medios y generó al interior del partido cierta rijosidad.
El tema se integró con fuerza en la agenda informativa nacional, de modo que Ramírez Cuéllar logró lo que se proponía: poner ya en la mesa las primeras fichas para el 2021 con la certeza de que la alianza será mayor.
En San Luis Potosí no gustó nada el proyecto porque el Verde en nuestro estado es la nueva franquicia de la familia Gallardo.
Se presentaron los primeros pronunciamientos en contra de la alianza, pero esto apenas empieza. Al final de todo lo que estará presente es el objetivo del partido y si la alianza con Gallardo le garantiza varios cientos de miles de votos, irán con él.
Desde que Ricardo Gallardo Cardona se hizo del control del Partido Verde ha ido renovando su estructura municipal y sumó desde hace meses la suscripción de más de 200 mil afiliados.
Convencidos o comprados mediante prebendas, pero por miles han ingresado a las filas de ese partido.
Es un hecho incuestionable que el Verde se está erigiendo como una fuerza electoral real, lo cual en San Luis no le gusta a muchos que ven en Gallardo Cardona a una figura impresentable y de trayectoria oscura.
En Morena ha sido contundente el rechazo a Gallardo Cardona, sin embargo la postura local, si bien es muy importante, no lo es todo.
El diputado federal y ex alcalde de Soledad anda en campaña desde hace mucho tiempo y no descansa en la promoción de su persona y de su partido; lo que antes era amarillo y negro del PRD se transformó a verde.
Aspira a ser gobernador. En las elecciones del 2021, son 15 las gubernaturas en disputa y Morena buscará que sus candidatos sumen votos a las candidaturas federales.
Son ahora los primeros escarceos y como no podía ser de otra manera, hay estridencia y rasgadura de vestiduras. La alianza electoral tendrá su momento para tomar acuerdos y decidir quiénes serán sus candidatos y se optará por los que garanticen triunfos.
Creer que Ricardo Gallardo Cardona será candidato a gobernador es una perogrullada, pues en el partido hay otros que pueden y aspiran a la nominación; el asunto es cómo se van a poner de acuerdo, cómo ligar el interés nacional con el local.
Se ha mencionado a Juan Ramiro Robledo Ruiz, a Esteban Moctezuma Barragán, a Primo Dothé Mata, pero puede haber más. Lo mismo ocurre ya en el PAN y lo mismo sucederá en el PRI.
Cuando en un partido político las fuerzas y grupos que lo integran se ponen de acuerdo, se reparten las candidaturas bajo la idea del interés común en torno a un proyecto. La mayoría en la cámara de diputados es el interés mayor para Morena y en la elección de candidatos a diputados y para gobernador, ese será el punto principal.
Por tanto, puede ser que Gallardo Cardona no sea candidato a gobernador y sí a presidente municipal de la capital.
Estamos a un año y 15 días de las elecciones del 2021 y la historia de eso apenas se ha empezado a escribir. En política nada es seguro, nada está firme, así como tampoco nada es mera casualidad.
En el día a día se verá qué derrotero van tomando las cosas en Morena y su alianza, en cuyo caso obliga a sus dirigentes a hacer política, buena política, y no el rompimiento de lanzas que sólo encamina hacia la derrota y la división.
Si se voltea a ver hacia el pasado reciente e incluso a la actualidad, en el entorno cercano a López Obrador y al partido hay personas que muchos juzgan indeseables, pero están ahí porque significaban la suma de votos y apoyo social.
Manuel Bartlett Díaz, Manuel Espino o Germán Martínez, sólo por citar algunos a quienes en principio se les rechazó. Cuando Lily Téllez fue designada candidata al senado por Morena en el partido muchos se enojaron, ya se fue al renunciar a la fracción parlamentaria y no ha pasado nada.
Los partidos políticos son organismos vivos donde hay gente de variada historia y trayectoria, con distinta forma de pensar y de actuar, de ahí que no resulte descabellado que Ricardo Gallardo Cardona pueda ser candidato a gobernador o a presidente municipal capitalino.
Cuando Ricardo Monreal perdió la candidatura por la Ciudad de México con Claudia Sheinbaum se pensaba que habría un cisma que lastimaría la candidatura presidencial de López obrador y no fue así porque al final prevaleció el interés del partido y el interés del partido era ganar, como se ganó, de manera aplastante.