Por: Oswaldo Ríos Twitter: @OSWALDORIOSM
Todas las encuestas lo dicen.
A pesar de la caída sostenida en la aprobación de López Obrador, el presidente aún conserva una base de apoyo considerable (nutrida principalmente de sectores populares y beneficiarios de sus dádivas asistencialistas), Morena sigue siendo muy competitivo electoralmente y el único partido de oposición que está en condiciones de disputarle el triunfo en 2021 es Acción Nacional.
Eso explica porqué la diatriba de las conferencias matutinas siempre encuentra salida contra “los conservadores” y no contra los priístas, porqué el ex presidente destinatario del odio palaciego es Calderón y no Peña Nieto y hasta porqué en el caso Lozoya, las filtraciones de su caso no apuntan a la responsabilidad del jefe de Lozoya, sino a supuestos actos de corrupción cometidos por figuras pertenecientes o vinculadas al PAN.
Es simple, todos los actos políticos de López Obrador se insertan en la estrategia electoral del líder de un movimiento social y jamás en atención a la responsabilidad legal o administrativa del gobernante. Por eso México está a la deriva, pero López Obrador sigue pertrechado en el poder.
Frente a este escenario, el PAN está llamado a aglutinar y encabezar la oposición que puede competir y derrotar a López Obrador. El otro partido que podría hacerlo es México Libre, pero no en el futuro inmediato, y por el contrario, su irrupción en 2021 a quien amenaza electoralmente es al panismo y no al oficialismo cuatrotero.
¿Tiene claridad el PAN del desafío histórico que le toca resolver? Vean el caso de San Luis Potosí.
En las dos últimas gubernaturas, la competencia fue entre el PAN y el PRI y se resolvieron a favor del tricolor por una diferencia de 3 puntos porcentuales. En ambas elecciones, el PAN sufrió de procesos internos de selección de candidatos tortuosos que terminaron con la salida de quienes no resultaron candidatos y se dedicaron abiertamente a hacer campaña a favor del PRI.
Para la renovación de la gubernatura de 2021, se apuntan siete aspirantes a la candidatura panista. Con cargo: la diputada local Sonia Mendoza, el senador Marco Gama, el diputado local Rolando Hervert y el diputado federal Xavier Azuara. Sin cargo: el ex alcalde Octavio Pedroza y el ex diputado local Alejandro Lozano. Externos: el alcalde Xavier Nava.
Tanto la dirigencia nacional como estatal convocaron a los aspirantes a una mesa de concertación para definir dos cosas: la candidatura de quien pueda derrotar a Morena y conservar la unidad de los restantes.
Varias premisas han quedado claras de esa mesa. La primera: seis de los siete aspirantes creen que la candidatura debe recaer en un panista, no solo porque abona a generar condiciones de amplia gobernabilidad interna, sino porque al llevar a un externo, el partido no gana nada y la prueba perfecta es Nava, quien gobierna sin panistas en su equipo de trabajo, impulsando políticas abiertamente antipanistas como la despenalización del aborto, renegando todos los días del PAN, pero sí cargándole el desprestigio de su pésima gestión. Imponer a un ajeno, sería la garantía perfecta de la división a su máximo nivel.
Otra premisa clara, es que un proceso interno es inevitable porque es la mejor garantía de cancha pareja para medir fuerzas, además de que honra una larga tradición democrática del partido. Debido a la pandemia, la elección interna deberá llevarse a cabo a inicios el próximo año, pero hay tiempo suficiente. La severa desconfianza hacia las mediciones se agravó cuando en esa mesa se dieron a conocer ejercicios sin metodología válida en las que supuestamente los aspirantes que no tienen cargo público son “más conocidos” que por ejemplo Sonia Mendoza quien fue candidata a gobernadora en 2015. Simplemente inverosímil.
Finalmente, algo que debe valorarse con mayor énfasis, es que, en la definición del perfil, también debe considerarse la trayectoria, la capacidad gubernativa y la historia de resultados electorales del aspirante. Sin ir más lejos, de los siete aspirantes solo tres ganaron en las urnas el cargo que actualmente ostentan y de los tres, solamente uno lo hizo en una elección que abarcó todo el estado: Marco Gama, ganando el Senado de la República en el escenario electoral más adverso y derrotando a Morena aún a pesar del efecto López Obrador.
¿Decidirá correctamente el PAN? Más les vale que sí, porque esta vez no tienen derecho a equivocarse. Resurgir o morir. No hay más.