Antonio González Vázquez
La violencia está muy lejos de ser contenida en un San Luis Potosí donde la población vive en constante angustia. Los criminales han generado un clima de zozobra permanente sin que haya alguien que les frene.
No se trata de una percepción sino de la simple descripción de los hechos, de una realidad que no puede ocultarse.
Datos del Grupo Interdisciplinario que encabeza la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno Federal demuestran en su seguimiento mensual que en promedio, en únicamente ocho días de cada mes, no hay ejecuciones. En el resto hay uno, dos, tres o hasta ocho en un solo día.
Lo ocurrido en las últimas horas confirma eso.
Entre el sábado y el domingo 11 personas fueron asesinadas en distintos sucesos en los municipios de San Luis Potosí, Santa María del Río, Soledad de Graciano Sánchez, Tanlajás y Tanquián.
De las 11 víctimas, dos son mujeres.
Cinco de los 11 crímenes, se cometieron en la capital del estado.
En 48 horas, 11 homicidios, pero para el gobierno estatal eso no significa que hayan sido rebasados por la delincuencia.
Ayer, el secretario General de Gobierno, Alejandro Leal, admitió que la inseguridad “va en crecimiento”.
Pero ese crecimiento reconocido por la autoridad estatal no va más allá de la simpleza de unas declaraciones apuradas a la prensa para salir del paso frente a los aplastantes hechos.
El problema tiene un fondo más profundo y tiene que ver con la incapacidad demostrada para prevenir y combatir los delitos de alto impacto, en cuyo caso, la autoridad se ha visto decididamente rebasada.
Este año ha sido especialmente mortífero: de enero a agosto sumaron 292 ejecutados, en el bimestre julio-agosto fueron 105. La sangría en momentos es torrente.
A un año de la conclusión de la administración de Juan Manuel Carreras López, vivimos el sexenio más violento de la historia. Ese y no otro es su legado, por esa ignominia será recordado.
La estrategia en materia de seguridad pública no ha funcionado en cinco años de gobierno y pese a ello, no se ha modificado. Desde distintos sectores de la sociedad y actores políticos, empresarios y hasta la iglesia han exigido una estrategia que si sea efectiva pero los reclamos han sido desatendidos.
Según cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, desde el inicio del gobierno de Juan Manuel Carreras López y hasta el mes de julio del año en curso, suman 3 mil 776 víctimas de homicidio, de las cuales, el 48 por ciento han sido del tipo doloso.
Carreras López asumió la gubernatura en 2015 y a un año de concluir el mandato todo parece seguir igual: resultados pírricos y una montaña de ejecutados. No hay razón para pensar o confiar en que la historia va a cambiar durante el último año de su gestión, es probable que incluso empeore.
A decir del secretario Leal, se trabaja de manera coordinada con los gobiernos municipales y el federal, pero eso es del todo incidental a la luz de los magros resultados arrojados por esa coordinación.
El fracaso no es sólo del gobierno de Carreras sino también de los presidentes municipales y de la Federación.
Es cierto que pacificar una entidad avasallada por los criminales no es una tarea sencilla, pero cinco años sin resultados es sinónimo de fracaso, de un fracaso que necesariamente debe ser compartido con alcaldes que gobiernan municipios muy inseguros y que simulan ocuparse del tema.
Sin ir más lejos, los alcaldes de la capital y de Soledad donde suelen acumularse los ejecutados, andan metidos al cien por ciento en actos diarios de proselitismo con vista a los comicios del año entrante.
Tal vez asumen que la propaganda es más eficaz que la realidad y que el día de las elecciones, no recibirán un voto de castigo por su mal desempeño.
No bastarán los cientos de miles de despensas entregadas, o las páginas y páginas de información pagadas a los medios de comunicación, ni tampoco las fantasiosas campañas de publicidad para posicionar la imagen de servidores públicos que aspiran a cargos de mayor responsabilidad.
No será suficiente ante una sociedad que sabe que votar de nuevo por alguien que no ha sido capaz de hacer bien su trabajo, no merece recibir un voto más.
Cuando hay días negros como lo fueron el sábado y el domingo, la sociedad ve con impotencia que sus autoridades no funcionan, por ello, lo deseable es tener memoria y recordar a quienes buscarán cargos de elección, si ya incumplieron sus compromisos, lo volverán a hacer.
Juan Manuel Carreras así como algunos de sus antecesores, ofrecieron pacificar al estado y restaurar la paz y la tranquilidad, ninguno cumplió.