Antonio González Vázquez
El abogado Gustavo Barrera López reflexionó acerca del proceso de ratificación de magistrados del Supremo Tribunal de Justicia. Caras y corrientes nuevas de pensamiento, es lo que hace falta en el Poder Judicial.
Lo anterior supone la urgencia de un soplo de aire fresco en uno de los tres Poderes del Estado que le permita abrir sus puertas al cambio y desterrar aquello que se ha petrificado.
El anquilosado dicho de que las personas se van y que las instituciones permanecen ha dejado de tener sentido: son los hombres y mujeres que integran las instituciones públicas quienes les dan vida o en su caso, quienes las obstaculizan para que no avancen como lo exige la sociedad a la que se deben.
No solo hacen falta caras nuevas, en efecto, sino también nuevas corrientes de pensamiento para desempolvar todo aquello que no se mueve por temor a levantar polvaredas.
En México asistimos desde diciembre de 2018 un momento de cambio; un cambio que día a día, se abre paso en busca de una transformación. Una corriente de pensamiento (la Izquierda) ganó las elecciones presidenciales con una contundencia nunca antes vista.
La mayoría decidió un cambio. Una nueva corriente de pensamiento político gobierna hoy la nación. Ha sido un cambio dramático pues todos los cambios así son puesto que lo nuevo suple a lo viejo, a lo caduco.
La configuración del Congreso de la Unión también cambió y dentro de su diversidad y pluralidad, ganó mayoría un nueva corriente de pensamiento.
Lo mismo, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha entrado a una etapa de cambio con la llegada a la presidencia del ministro Arturo Zaldivar Lelo de Larrea, quien ha dado un giro audaz en aras de ofrecer a la república un Poder Judicial más comprometido con la sociedad que con el Poder Público.
Los Tres Poderes e la Unión están experimentando cambios y eso está a la vista de todos, quienes no los digieren es porque estaban cómodos con lo que se tenía antes.
En San Luis Potosí el cambio ha de llegar y a la luz de lo que viene ocurriendo en el plano nacional, se dará más temprano que tarde aunque haya a quienes eso no solo no les guste sino que les aterre.
Hay muchas cosas en las que hace falta un cambio a partir del acceso al poder de nuevas caras y nuevas corrientes de pensamiento. Hay instituciones que son auténtico mausoleos donde si acaso hay algunos cambios, pero para seguir igual.
Los tres Poderes del Estado son ejemplo de ello; simulan cambios que se presentan como venturosa transformación pero que en los hechos son reflejo de quienes encabezan a esas instituciones.
Mientras que el país cambia bajo el impulso de una sociedad cada vez más exigente, más participativa y con mayor conciencia política, en nuestro estado prevalece malos hábitos y vicios que pocos están ya dispuestos a tolerar.
Caras y corrientes nuevas de pensamiento es lo que hace falta, aunque también, se hace necesaria una nueva voluntad, una ética a prueba de todo en el servicio público. Una voluntad firme e inquebrantable por cambiar lo que ya no sirve porque ya no funciona.
Las señales que vemos en San Luis Potosí son del todo pesimistas: en 2021 los potosinos elegiremos gobernador y los que buscan la candidatura, en buena medida, son los mismos de siempre.
La clase política local tan ajena a las nuevas expresiones de pensamiento, se peleará los cargos de elección popular con figuras del pasado, salvo excepciones que por ahora no parecen ser solución a los grandes problemas de la entidad y de su gente.
La nación cambió y nosotros nos seguimos viendo en el mismo espejo de siempre.
En los próximos días, en el pleno del Congreso del Estado se definirá la propuesta del ejecutivo para ratificar en el cargo a un grupo de magistrados por un período de nueve años.
Los diputados decidirán el futuro del Supremo Tribunal de Justicia para los próximos nueve años. Como dijo el abogado Barrera López, es una decisión muy delicada, de lo que se colige que de los legisladores habría que esperar un voto responsable con sus electores primero, y luego con la sociedad toda.
La LXII Legislatura del Congreso del Estado no es en modo alguna una legislatura de calidad, sus excesos y escándalos hablan por ellos, su desprestigio es monumental.
El acuerdo político es apenas eufemismo de negociación político-partidista. No hay acuerdos, sino muchas veces, complicidades de las que unos se benefician más que otros, lo cual es natural, pues hay quienes se conforman con migajas.
Con todo y que el Ejecutivo no tiene a su partido como mayoría ni como instrumento de control, cuando se trata de sacar adelante las grandes decisiones, puede lograr el apoyo del que más se parece al PRI: el PAN. A estos se pueden sumar respaldos de ocasión negociada como es el caso del PRD y MC.
Pero a esa fracción de diputados no les alcanza para calibrar lo delicado del tema de la ratificación de magistradas y magistrados, pues para ello se trata de una oportunidad que no se puede desaprovechar para sacar alguna ganancia política.
No se llegaría a ese plano indeseable, si antes, desde el ejecutivo se hubiese pensado en eso que dijo Gustavo Barrera: caras y corrientes nuevas de pensamiento.
El cambio en el Poder Judicial habría empezado ya, si el gobernador hubiera reparado sobre la conveniencia de un cambio, pero optó por proponer un estado de cosas que parece inamovible.