Por Victoriano Martínez
Desde las cero horas de este viernes –con una que otro que citó unos minutitos antes para comenzar el día en plan candidata y candidato– y tras el dominical ritual “a favor-de acuerdo” para la purificación de su unción para abanderar a sus respectivos partidos y coaliciones, ocho politiqueros y un candidato independiente iniciaron campañas en pos de la gubernatura.
Desde las cero horas de hoy son otros. Si compraron un partido, si saltaron de uno a otro, si transitaron por conversiones inverosímiles, o si arrastran antecedentes reprobables, ya pasaron por el borrón y cuenta nueva del mero trámite ante el Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana (CEEPAC) y están habilitados para proclamarse como los mejores y no como lo que son.
A partir de hoy, la clase politiquera –y solo uno por fuera de los partidos– opera en modo propaganda, esa modalidad que les impone como meta presentarse ante los ciudadanos para atraerlos, más que como adeptos o convencidos de sus inexistentes o fingidas propuestas, como votos a su favor… única razón por la que se acuerdan que existe la ciudadanía.
A partir de hoy, el ofensivo bombardeo propagandístico será la nueva etapa de la constante agresión de los politiqueros a una ciudadanía entre hastiada por el denigrante espectáculo de los procesos intrapartidistas para seleccionar candidatos y desentendida de la politiquería electorera que poco interés puede despertar cuando la preocupación está en la salud, la economía y la inseguridad.
Nunca como en la definición de los candidatos a la gubernatura –salvo el caso del candidato independiente, Arturo Segoviano, quien siguió la ruta marcada por la ley y es el primero en lograr participar por esa vía– en la disputa por las posiciones los participantes exhibieron que prácticamente debieron acreditar no ser dignos de ocupar el cargo para el que aspiran.
Tan distanciados fueron los procesos de tener en cuenta a la ciudadanía, si no para la definición de las postulaciones mínimamente en su carácter de responsable último de definir si se les contrata para el cargo que al que quieren llegar, que el hecho de que a partir de hoy se presenten como la mejor opción para encabezar la administración pública se vuelve una prolongación de su cinismo.
A partir de hoy se vuelve a materializar el envilecimiento de la política en el que han convertido la vía de acceso al poder en una contienda en la que los ciudadanos cuentan sólo como blanco de campañas de hipocresía o de dádivas a cambio de su voto… y con muy pocas voces que les adviertan sobre esa perversión.
Un envilecimiento tal, que anuncian que sus eventos cuidarán los protocolos sanitarios por la pandemia, pero no atienden ni mínimamente el Protocolo sanitario para garantizar la salud de la ciudadanía durante las etapas de obtención del respaldo ciudadano emitido por un CEEPAC que ignoran, mucho menos las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.
De por sí el protocolo del CEEPAC es muy limitado y superficial, y presuntamente está sometido a revisión, que los actos realizados anoche por los candidatos precoces y ansiosos confirman lo que se ha advertido desde las precampañas: son politiqueros que hoy representan el mayor riesgo para la salud de los potosinos.
Por necesario, lo repetimos:
Si de pronto todos esos politiqueros tuvieran un arranque de sinceridad y tomaran distancia de su ego tan inflado y del equipo de zalameros que los rodean, seguro sentirían un poco de vergüenza pero, sobre todo, se percatarían de lo ridículo que es que se crean merecedores de pedir el voto a los ciudadanos.
¿Habrá alguno que, tras un ejercicio como ese, sea capaz de recapacitar, asumir su responsabilidad real y convencer de que representa una alternativa genuina que busca favorecer el bien común?