Frater Ignatius
Dentro de los cerebros de los matemáticos existe siempre un espíritu juguetón. Detrás de esas fórmulas complejas y de esos razonamientos abstractos siempre juega un niño pequeño. En cada corazón de los matemáticos de categoría “pesos pesados”, habita un ser infantil, a la manera de Heráclito. Por eso, hace algunos años, concretamente entre el año 1999 y 2000, se puso de moda un rompecabezas muy difícil de resolver. Hasta ahora ha sido objeto de muchos análisis informáticos y matemáticos. Cada una de sus 209 piezas, todas ellas diferentes, está construida a partir de uniones de triángulos equiláteros iguales con un área total igual a la de seis de esos triángulos. El reto consiste en acomodar las piezas hasta formar un dodecágono gigante y casi regular.
El noble, orador, empresario y periodista británico, creador de este juego prometió un millón de libras esterlinas en su lanzamiento comercial. Los primeros análisis del maestro indicaban que este ingenioso acertijo iba a ser resuelto varios años después del reto. Incluso sacó un seguro y se preparó por si esto ocurría en unos cinco o diez años. Realizó complicados cálculos para establecer el poder de la informática y llegar a determinar que eran incluso miles de años los necesarios para completar esa solución endiablada. Empero, para sorpresa de Monckton, el 15 de mayo del año 2000 dos matemáticos ingleses, Alex Selbi y Oliver Riordan, presentaron una solución correcta y exigieron el premio. Por encima de 70 piezas extras, la complejidad aumenta en forma muy dinámica. Se puede afirmar que sobrepasa el diez elevado a cien, más que el total de átomos de nuestra inmensa galaxia. Lo especial de toda esta cuestión es que este rompecabezas puede seguir creciendo y complicándose siempre. Por ejemplo, con 256 piezas cuadradas, cuyos bordes coloreados deben coincidir al encajar las piezas en una cuadrícula de 16 por 16, se estima que el número posible de configuraciones es de 1115 multiplicado por 10 elevado a 557. Un número descomunal.
El Perth Arena en Perth, Australia Occidental, es una influencia directa de este rompecabezas maravilloso. El diseño exterior nos recuerda a las piezas del juego. Los vestíbulos, las salas de reuniones para grupos pequeños, las entradas y las salidas tienen un aire de familia con el rompecabezas de la Eternidad.
El juego se comercializó para todos los entusiastas que les gusta este tipo de retos, vendiéndose unas 500000 copias en todo el mundo. Este poderoso ingenio geométrico se convirtió en una locura en un momento dado. En aquel lejano año 2000 fue el juego más vendido en Reino Unido y su precio era de 35 libras.