Antonio González Vázquez
José Ricardo Gallardo Cardona es gobernador electo para el período 2021-2027. Ayer, el Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana le entregó su constancia de mayoría.
El candidato de la coalición “Juntos Haremos Historia”, integrada por el PVEM-PT, ganó las elecciones del 6 de junio con 458 mil 156 votos.
“El Pollo” coronó en la jornada electoral, una estrategia que echó andar desde el mismo momento en que ganó la elección para diputado federal en 2018. Desde hace tres años, el ex alcalde de Soledad de Graciano Sánchez tenía ya un objetivo definido.
Se dedicó a recorrer todo el estado y empezó a hacer amarres, que paso a paso dieron lugar a la formación de una red política y social muy amplia. Dio cabida a figuras de distintos tamaños y trayectorias que no dudaron en abandonar simpatías y militancias de años.
En el terreno municipal y regional, en las colonias, comunidades y ejidos, Gallardo Cardona se movió como pez en el agua y de manera consistente fue ganando adeptos en todo el territorio potosino.
Sabía que el PRD no le sería útil para contender en el 2021; era un partido en franca decadencia que no podría ser plataforma para un proyecto ganador, así que se hizo de la franquicia del Partido Verde y desde ahí, la maquinaria la echó a andar.
Se alió con la Cuarta Transformación y desde la Cámara de Diputados, Gallardo Cardona respaldó las iniciativas presidenciales. Se fortaleció, pero en San Luis Potosí, sus críticos pensaron que no era problema; “El Pollo” extendía sus redes de influencia en el escenario nacional y los “antigallardistas” no reaccionaban.
Entonces, fue más allá de la suma aritmética de votos en San Lázaro con el “obradorismo” y sentó las bases para una alianza personal con el presidente del Comité Nacional de Morena, Mario Delgado Carrillo.
Cuando el proceso electoral 2020-2021 aún estaba distante, Gallardo Cardona ya contaba con una plataforma firme y potencialmente ganadora. Continuó con sus recorridos por todos los rincones del estado, donde encontró un escenario favorable.
De súbito, “La Gallardía” a través del PVEM, extendió su presencia en toda la entidad y se empezaron a crear condiciones propicias, mientras, sus adversarios lo seguían menospreciando. Simplificaron la realidad.
Se repetían como un mantra: “es un delincuente”, “es un criminal”, “es un narco”, “en cualquier momento lo van a detener”. Lo veían con desprecio. Se equivocaron rotundamente.
Desde el pedestal de la casta social juzgaban y sentenciaban a Gallardo Cardona, lo cual trajo resultados contrarios: no lo debilitaron sino que lo fortalecieron. Tenía sus derechos a salvo para ser candidato, así como hoy los tiene para ser Gobernador electo; lo demás ahora sale sobrando.
Mientras esos opositores seguían en esa burbuja del desprecio, la figura de Gallardo no paraba de crecer, así lo acreditaban las encuestas, mismas que eran descalificadas de inmediato por unos adversarios aferrados a no ver el fenómeno que se estaba consolidando como opción electoral.
Surgió “Va por México”, iniciativa empresarial con tintes político electorales y determinaron que el PRI, PAN y PRD formarían una alianza para quitarle la mayoría en la Cámara de Diputados al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Ese proyecto se extendió a los estados con elecciones para gobernador y en San Luis Potosí se acordó formar la coalición “Sí por San Luis”. El enemigo a vencer era Morena porque no daban un centavo por Gallardo Cardona.
Una vez que arrancaron las campañas y que las candidaturas de Mónica Liliana Rangel Martínez y de César Octavio Pedroza Gaitán no repuntaban como se esperaba, se inició la campaña de todos contra Gallardo y se volvieron a equivocar porque el candidato, auténticamente puntero, se anticipó y avisó que ya venía la guerra sucia.
Creyeron que las filtraciones a la prensa, que las noticias falsas que anunciaban la presunta aprehensión de Gallardo por parte de la Fiscalía General de la República y que las cantidades ingentes de información, sobre presuntas irregularidades de “Juntos Haremos Historia” en la campaña, serían suficientes para ponerle un alto.
No fue así. La esperanza que muchos abrigaban de que “ahora si, lo van a detener”, era apenas un sueño húmedo que se secó por la noche del 6 de junio: Gallardo ganó porque así lo dispuso el electorado.
La de “Juntos Haremos Historia”, fue una campaña ganadora porque así se diseñó y se hicieron las alianzas necesarias con militantes y líderes de otros partidos. Mientras ésta se fortalecía, las otras se mermaban.
En “Sí por San Luis”, siempre hubo discordia y displicencia, los del PAN y del PRI hicieron trabajo real donde les convenía; era una coalición desmadejada, sin liderazgo, sin espíritu y sin propuesta real de gobierno.
Esa coalición fue un error y de eso, en el PAN lo tienen muy claro. Para el primer mes de campaña, algunos ex dirigentes del partido confesaban su decepción, decían que era mejor haber ido solos.
Eso, por supuesto, tampoco habría sido suficiente, el impulso que traía Gallardo ya no lo paraba nadie. No solo sumaba más apoyo de la ciudadanía, sino que también se consolidó el acuerdo con Mario Delgado.
La estrategia nacional de Morena tenía como objetivo central mantener la mayoría en la Cámara de Diputados y al ver que en San Luis Potosí, la fuerza real estaba en el Verde, le cedieron cinco de siete diputaciones federales y las ganaron.
Se podrá acusar de todo a Delgado Carrillo, pero su plan electoral funcionó, le guste o no a los morenistas potosinos, que dicho sea de paso, tienen una porción importante de responsabilidad en el desplome electoral del partido: Resultaron de peor clase que las tribus cavernarias del PRD.