Antonio González Vázquez
Gabino Morales Mendoza es el patético reflejo de lo que ha sido la Cuarta Transformación en San Luis Potosí.
Hace unos días, Andrés Manuel López Obrador presentó su tercer informe de gobierno y destacó los avances en el proceso de transformación. El mensaje presidencial fue prolífico en cuanto a “hechos no palabras”.
La frase “tengan para que aprendan” dirigida a la tecnocracia del PRIAN, fue contundente.
Pero los claroscuros de la 4T en el país, en tierras potosinas, adquiere más oscuros que claros.
En la entidad parece haber más palabras que hechos, no por lo que se ha logrado a la mitad del mandato presidencial, sino por el saldo negativo que acumula el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
El partido tendría que ser un instrumento eficiente y activo de la Cuarta Transformación en apoyo al presidente, pero aquí se ha convertido en un lastre.
Al pesado fardo representado por el partido se suma el Súper Delegado de la Cuarta Transformación, cuyo desempeño ha resultado gravoso por donde se le vea.
El influyente semanario Proceso le dedicó un amplio reportaje en el que se documentó su “negro historial”, derivado de todo tipo de denuncias presentadas en su contra.
Gabino Morales es el representante del gobierno de López Obrador y es la cara de la Cuarta Transformación. Paradójicamente, refleja todo aquello a lo que se opone el presidente y la 4T. Es una incongruencia inexplicable, puesto que en su momento el propio AMLO exigió que se dejaran de politiquerías.
Otro condimento del desastre que ha sido la Cuarta Transformación tiene que ver con la dirigencia estatal del partido, encabezada por Sergio Serrano Soriano.
Fue manifiesta la incapacidad de esa dirigencia para gestionar la elección transparente y democrática de candidatos postulados a cargos de elección popular para los comicios del 6 de junio.
A lo anterior contribuyó el líder nacional de Morena, Mario Delgado Carrillo, al imponer candidatos a la gubernatura y a la presidencia municipal de San Luis Potosí, lo que al final significaron rotundos fracasos.
Y no solo eso, desde el Comité Nacional y la representación del Gobierno Federal se apoyó la candidatura de José Ricardo Gallardo Cardona, en una clara traición al obradorismo local.
En el Congreso del Estado, la bancada de Morena y aliados resultó una gran decepción. De ellos se esperaba mucho y no ofrecieron nada; más de lo mismo que no hayamos visto en anteriores legislaturas: poco trabajo útil, excesos y frivolidades.
En San Luis Potosí, nadie de la 4T podría afirmar: “Tengan para que aprendan”.
A medio sexenio de López Obrador, las bases del movimiento desde lo social se mantienen pese a todo: el concentrado de encuestas nacionales previas al tercer Informe le dieron al presidente un porcentaje de aceptación de 63 puntos, mientras que el gobernador Juan Manuel Carreras López apenas alcanzaba 33.
El problema de la 4T en el estado no es la gente, sino sus cuadros políticos y sus élites que han hecho todo para desbarrancar al movimiento.
Los programas sociales del Gobierno Federal han ayudado a consolidar el respaldo al presidente, pero incluso eso se puede agotar porque los dirigentes no ayudan.
Está por lograrse la Declaratoria de Área Natural Protegida de la Sierra de San Miguelito, un compromiso presidencial de enorme valor para los potosinos, pero fue necesaria la exigencia, la denuncia y la protesta pública para hacer avanzar el proyecto que pasó por situaciones de alto riesgo.
Sin la denuncia pública y documentada ante el presidente de que funcionarios de la 4T desviaron ese compromiso en beneficio de los empresarios inmobiliarios, hoy probablemente estaríamos ante el incumplimiento a la palabra de López Obrador.
En ese tema, más bien los potosinos le dijeron a la 4T “tengan para que aprendan”. Por fortuna el presidente lo entendió.
Morena tiene la oportunidad de enderezar el rumbo: la elección de su nueva dirigencia estatal ha sido aplazada para el año entrante.
Deben superar el conflicto interno y el desorden provocado por ambiciones personales para dar paso a un partido que sea digno de contar con la misma base de apoyo que tiene López Obrador.
Veamos si son capaces de hacerlo.