Por Victoriano Martínez
Una escena imaginaria, pero que no estaría muy lejana a la realidad, bien puede complementar el acto de la entrega de los libros blancos por parte del gobernador Juan Manuel Carreras López a su sucesor Ricardo Gallardo Cardona:
“Mira entre las páginas de este tomo”, le diría Carreras López a Gallardo Cardona, “ahí encontrarás encartada la renuncia de Federico a la Fiscalía”.
“Muy bien, tocayito”, respondería Gallardo Cardona mientras le da una palmadita en la espalda al ya casi ex gobernador.
“Ya sabes, fue autónomo pero no independiente, y con ese papelito queda demostrado”, agregaría Carreras López.
“Es más”, expresaría con la emoción de quien siente haber tenido una gran ocurrencia, “te consta que siempre quiso llevar buenas relaciones con ustedes, las autoridades que entrarán en poco tiempo, los llamó, pero también porque me echó muy bien la mano en que las denuncias contra ti y tu familia no avanzaran y finalmente se las mandó a Gertz para que las archivara”.
“Muchas gracias, ya me toca a mí ver por que se mantengan archivadas”, reconocería Gallardo Cardona.
“En el libro blanco de la Particular vas a encontrar cómo le hicimos para no tener problema para nombrar a un fiscal que los medios y los inconformes que siempre hay bautizaron como ‘carnal’ y ‘a modo’”, le daría más detalles Carreras López.
“No te preocupes, ya colocamos a un buen de carnalitos de manera estratégica para poder hacer muchas cosas más que esa ‘a modo’. ¿Ves cómo sí te puedo llamar tocayo?”.
Y rematarían con una carcajada.
Entre los comentarios siguientes, antes de despedirse, Gallardo Cardona le agradecería que, dado que el fiscal fue nombrado por siete años y su periodo aún no concluye la Fiscalía no estaba contemplada en el proceso de entrega recepción, le hubiera dado oportunidad de nombrar desde hace dos semanas a sus emisarios para adelantarse a conocer detalles de ese ente.
En plan de “superiores jerárquicos” de un ente “autónomo”, Carreras López y Gallardo Cardona hablarían, entre broma y en serio, de la conveniencia de que Federico Garza Herrera “se tomara un café” y tuviera una larga conversación con José Luis Ruiz Contreras, recién nombrado vicefiscal que se perfila como sucesor formal, no solo interino, en la Fiscalía.
Carreras López comenzaría a enumerarle los casos en los que Garza Herrera fingió con “gran maestría” que atendía asuntos como las denuncias por el caso Sandra Sánchez Ruiz y por enriquecimiento ilícito contra su padre y toda su familia, él incluido, todas las denuncias contra los diputados de la “ecuación corrupta”, su próximo secretario de gobierno incluido.
Seguiría con casos como en la falsificación de apoyos sociales por parte de los diputados de la LXI Legislatura, otra vez su secretario de gobierno incluido; las presentadas contra los funcionarios de la Auditoría Superior del Estado sobre la “fiesta fantasma”, la “nómina secreta” y el desvío de 34.4 millones de pesos de las cuotas a la Dirección de Pensiones; las seis presentadas contra su padre por el Ayuntamiento que también está por concluir.
Gallardo Cardona lo escucharía con gestos entre de agradecimiento y de incomodidad por las referencias a los casos que lo involucran a él y a su familia, por lo que Carreras López se apresuraría a enumerar otras negligencias como la infructuosa búsqueda de Zoé Zulaica desde el inicio del sexenio, cuando la Fiscalía aún era Procuraduría.
Le mencionaría el caso de los robos a una llantera en Soledad de Graciano Sánchez, que mantienen en un infierno a Eduardo Olivares, el propietario, y más allá de la negligencia, Garza Herrera afinó su simulación hasta con complicidades.
Carreras López se sorprendería de un gesto más de incomodidad en el rostro de su “tocayo”, y hasta entonces se percataría de que a quienes se encubre en ese caso forman parte de la “gallardía”.
“Bueno”, trataría de salvar el momento Carreras López, “si se echan un café, Federico le podría dar muchos tips sobre cómo ser autónomo, pero no independiente”.
Con otra palmadita en la espalda, Gallardo Cardona tranquilizaría a Carreras López: “Sí, tocayo, no te preocupes, que el buen José Luis y yo ya hemos tenido alguna experiencia en esos menesteres, pero no estaría de más que platicaran… algo le podrá aprender”.
Un ejercicio de imaginación que reproduciría, con algunas muy posibles coincidencias, las expresiones intercambiadas entre el gobernador que se va y el que llega porque, a fin de cuentas, Carreras López habría advertido: “Lo que te digo aquí, afuera lo niego”.