“No nos expongan”

Por Victoriano Martínez

Comienza la semana con el arranque, este domingo, del maratón Guadalupe-Reyes con todos los riesgos que ha implicado desde siempre y, por segundo año consecutivo, con un riesgo adicional: Covid-19.

Hace un año, el nivel de riesgo era alto. Expresado por el semáforo epidemiológico, el color fue naranja durante todo el mes, sólo uno antes del riesgo máximo y el tercero con mayor riesgo.

Hace un año, además de seguir las medidas permanentes para todos los semáforos que son la sana distancia y la limpieza frecuente de manos, el reto era reducir al mínimo todas las actividades no esenciales, lo que hacía necesario suspender incluso muchos de los actos y festejos característicos de este periodo que inició ayer.

Para agosto de este año, las autoridades estatales hicieron más específicas las medidas sanitarias correspondientes a los colores del semáforo epidemiológico, e incorporaron restricciones sobre los aforos en las diversas actividades que concentran gente.

El objetivo fue abrir la posibilidad de la reanudación de actividades económicas de manera paulatina. Una medida predominantemente de carácter económico, que dejó ver la preocupación gubernamental por los estragos de la pandemia en ese sector, sin que se salvara de comenzar a abrir dudas sobre los criterios utilizados para definir el color del semáforo quincenal.

¿Qué define el color del semáforo epidemiológico: reducir los riesgos de contagio masivo o abrir las opciones a las actividades de carácter económico? En otros términos: ¿se privilegia la salud de la población o la salud de la economía? Un dilema fuerte para las autoridades sanitarias.

Hace un año, pululaban por todo el estado esos personajes politiqueros que aprovechaban la temporada legal de precampañas para hacer concentraciones con la población para apuntalar en algunos casos su postulación y, en otros, abiertamente la campaña que ya tenían en puerta.

Un riesgo adicional en medio de la pandemia que, a la hora de señalar las causas de un repunte de los contagios, no fue mencionado por las autoridades y se responsabilizó a la inconciencia de la población que no se abstuvo de los festejos decembrinos.

Hoy el semáforo está en verde y reduce las medidas sanitarias al mínimo, a un punto meramente de control, lo que en los hechos casi hace creer que la pandemia quedó atrás. Pero aun en verde las medidas sanitarias son obligadas. Relajadas, pero obligadas por necesarias.

Desde que se especificaron las medidas sanitarias para posibilitar actividades económicas, el semáforo en verde despierta dudas y desconfianza.

“No nos expongan”, repitió en varias ocasiones el arzobispo Jesús Carlos Cabrero Romero en la entrevista que dio al término de la misa por la celebración del día de la Virgen de Guadalupe.

Una expresión que se inscribe en esa desconfianza que despiertan las autoridades sobre el criterio que prevalece a la hora de definir el color del semáforo. Se desconfía sobre en qué medida se sacrifica la protección a la salud de la población por favorecer la recuperación de las actividades económicas.

“No nos expongan a colores que no nos corresponden, porque si no, nos siguen engañando, la consciencia tenemos que ayudar a formarla y a ser responsables”, agregó Cabrero Romero para enseguida hacer un llamado a la responsabilidad social de todos: la población, las autoridades y hasta la propia jerarquía católica.

Una responsabilidad social ante la que contrastan las posturas de las propias autoridades.

Que las celebraciones religiosas no sean excusa para no cumplir medidas sanitarias de prevención contra COVID-19”, advierten por un lado, los Servicios de Salud.

“Hay que recordar que aún en el Semáforo Epidemiológico color Verde, se deben de seguir algunas restricciones para una sana convivencia, el aforo que debe respetarse es del 75 por ciento de la capacidad de los lugares, por lo que se recomienda a permanecer el menor tiempo posible durante su visita en lugares o espacios cerrados, evitando aglomeraciones”, agregan.

Por el otro, el gobernador Ricardo Gallardo Cardona mantiene una campaña permanente en redes sociales, incluida su transmisión nocturna de los viernes, para promover la asistencia masiva a su gira de conciertos gruperos, con él como el protagonista principal que afirma que estará presente en todos.

Es como si un sector de la autoridad buscara proyectar ser responsable ante la seguridad sanitaria de la población, en tanto que el otro –con Gallardo Cardona como autoridad máxima al frente– ya no sólo busca promover la economía, sino incluso satisfacer su ego con una promoción personalizada y eventos masivos sin control.

Si hace un año la dificultad fue evitar los festejos y aglomeraciones propios de la temporada Guadalupe-Reyes, este año la clara actitud gubernamental de relajar las medidas sanitarias vuelve difícil que la población tome consciencia de que aun en semáforo verde la pandemia es un riesgo importante.

El recorrido en trenecito previo al fallido encendido del Árbol Navideño más grande de Latinoamérica el pasado jueves, con lanzamiento de dulces y regalos a gente aglomerada es el presagio de la mayor incoherencia de las autoridades en los próximos días de necesarias medidas de prevención.

“La magia navideña del Festival de Invierno en San Luis Potosí sigue con las posadas. Arrancan este lunes 13. No se las pierdan, la pasaremos increíble”, invitó vía Facebook Gallardo Cardona a la presentación de David Olivares en la plaza principal de Moctezuma. El arranque de su gira de las presentaciones gruperas.

¿Se atreverán los Servicios de Salud a llamar, como en el caso de las celebraciones religiosas a “que las presentaciones gruperas en las posadas gallardistas no sean excusa para no cumplir medidas sanitarias de prevención contra COVID-19”? ¿Le pedirán a la gente evitar las aglomeraciones?

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