Es algo instintivo, nos viene de repente, y por más que intentamos disimularlos en público con la mano o girando el rostro, son esos instantes en que no sabe por qué, pero la voluntad queda dominada por esa súbita necesidad de abrir la boca y lanzar un medio suspiro extraño, que tanto alivia y reconforta. Pero sin lugar a dudas, lo más curioso es que se contagian, es una realidad que todos hemos comprobado alguna vez, estar con los amigos haciendo un trabajo, charlando a altas horas de la madrugada y de pronto, alguien bosteza, a los pocos segundos ese gesto se convierte en una orquesta silenciosa de abrires de boca y sonrisas, ¿Qué está pasando? Bueno, sigue leyendo…
¿Por qué bostezamos?
Para mantener la cabeza fría. Los científicos explican que el cerebro necesita en ocasiones un aporte especial de oxígeno, se siente fatigado y obliga a nuestros músculos y a nuestra boca a obtener un gran, gran bocado de oxígeno fresco y apetecible.
Incluso, esto no es un acto exclusivo de los seres humanos, sino que es una acción que realizamos todos los vertebrados; incluso, te sorprenderá saber que los embriones empiezan a bostezas llegadas las 15 semanas.
Pero al bostezar, no sólo abrimos la boca y estiramos nuestros músculos faciales, nuestros ojos también se humedecen, hechos que para los expertos no se limitan sólo a la necesidad de obtener oxígeno, es también un mecanismo adaptativo de respuesta al estrés.
Los bostezos también nos protegen de crisis epilépticas, que regula nuestro sueño y bloquea la aparición de varias enfermedades. Se sabe que los enfermos de párkinson apenas bostezan, al igual que las personas que sufren de muchas migrañas en su vida. Así que empieza a valorarlos ¡Y jamás reprimas un bostezo!
¿Por qué son tan contagiosos?
Los bostezos aparecen en esos momentos de baja vigilancia o adormecimiento, en que el cerebro se siente estresado y requiere un aporte extra de oxígeno para liberarse. Los expertos advierten que el origen no está claro aún, pero tal vez estaría vinculado a una pulsión evolutivamente preservada donde miembros de una misma especie copien sin darse cuenta esta respuesta adaptativa para oxigenar sus cerebros y activar el estado de alerta en esos instantes de “bajón”.
Diversos estudios dicen que el bostezo de alguien activa el bostezo de las personas que están a su alrededor. Es un gesto tan instintivo y básico en el ser humano, que se activa sólo con el estímulo de ver que alguien lo hace a nuestro alrededor. Y no es sólo propio de nosotros, entre los animales también es común; entre primates se demostró que el bostezo se contagiaba más rápidamente si era entre miembros de una misma familia, y que los vínculos sociales siempre van a reforzar en mayor grado este gesto. Es decir, se nos contagiará antes el bostezo de un familiar o un amigo antes que el de un desconocido.
No resta más que recomendarte que nunca evites un bostezo, que son saludables y que refuerzan nuestras relaciones sociales. Cuanto más bosteces junto a una determinada persona, se deberá precisamente a que le tienes más confianza y aprecio; un gesto encantador para un hecho tan mundano.
Por cierto, ¿Cuántas veces bostezaste leyendo esto?
