“Si la oculto, se nota; si la disfrazo, peor…¿y?”

Por Victoriano Martínez

“Si lo ocultas, se nota”, decía un viejo eslogan de la Comisión Estatal de Garantía de Acceso a la Información Pública (CEGAIP) para prevenir a los servidores públicos de los efectos nocivos de la opacidad en su credibilidad. Después de unos años, aquel lema podría completarse con un “si la disfrazas, te va peor”.

Fue un duro golpe el que le dieron a su credibilidad los diputados de la Legislatura pasada cuando anunciaron que se reducirían el sueldo de 114 mil pesos a 104 mil 500 pesos mensuales para después, a propuesta de Eugenio Govea Arcos, se incrementaran el apoyo para asesores en 20 mil pesos no sólo para recuperar lo perdido, sino hasta para obtener un extra.

Por si alguna duda quedara de que aquella maniobra fue para recuperar los nueve mil 500 pesos que se habían bajado en los sueldos, la ordeña de los pagos asignados a los asesores fue de tal magnitud, que el escándalo llegó a denuncias penales de esas que siguen dormidas y el despertador del gobierno actual nomás no ha reactivado.

Si de experiencias sobre sueldos austeros se trata, en Matehuala llegaron al exceso de simular un Cabildo Honorario, en el que ninguno de los integrantes tenía sueldo, incluido el ex presidente municipal y hoy diputado federal, Alejandro Segovia Hernández.

La vistosa y popular maniobra fue en realidad un esquema de manipulación a los integrantes de ese cuerpo colegiado, a quienes –revela el nuevo alcalde, Iván Estrada– se les aplicó una ecuación simple: ‘me apruebas, te pago; no me apruebas, no te pago’.

Desde hace tiempo que la simulación es la característica principal de quienes ocupan un cargo público de elección popular.

Simulan desde que realizan actos anticipados de campaña con consultorios móviles fantasma, hasta cuando llegan a ocupar el cargo y pretenden distinguirse de sus antecesores con medidas tan austeras como no ocupar la Casa de Gobierno para finalmente ocultar un gasto que bien puede ser mucho más oneroso en una torre corporativa.

Los actuales diputados ya exhibieron también su avariciosa y engañadora austeridad: se reducen el sueldo en un sacrificado 10 por ciento y generan un esquema de apoyo con vales de gasolina que puede resultar tan redituable o más que la maniobra promovida hace tres años por Govea Arcos.

Cuando la CEGAIP promovía su advertencia si la ocultas se nota, ni el propio organismo garante de la transparencia hacía propia la recomendación. El resultado fue un creciente cinismo entre los altos funcionarios.

Hoy que se puede hablar con cada vez más ejemplos de que si la disfrazan resulta todavía peor, la crisis de transparencia que con el nuevo sexenio ha inaugurado un grave oscurantismo gubernamental lo que muestra es que los funcionarios de elección popular llegaron dotados de un grado superlativo de cinismo.

Con una CEGAIP desaparecida y organismos autónomos e intermedios sometidos, academia incluida, el cinismo gubernamental resulta lógico: “Sí, si la oculto se nota, ¿y qué? Si la disfrazo está peor, ¿y qué? Hago lo que me pega la gana…”

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