Por Victoriano Martínez
De 1975 a la fecha, el impulso para visibilizar la necesidad de que a la mujer ya no se le considere subordinada en lo público y sometida en lo privado y se le reivindique como sujeto activo en todas partes, libre y en equidad se ha convertido en reclamo prácticamente cotidiano, y la conmemoración del Día Internacional de la Mujer en un acto para remarcar esa actitud del feminismo.
A 47 años del establecimiento de esa conmemoración por parte de la ONU, las expresiones más representativas de la violencia que aún no deja de ejercer el sistema patriarcal en contra de ellas –acoso y abuso sexual, violaciones, feminicidios– aún proliferan, pero cada vez enfrentan una más constante presión para ser sancionados, pero aún con resultados que dejan mucho que desear.
En San Luis Potosí, casos como el de Karla Pontigo, el de Mary Chuy y el de Jana y Vale, entre otros, dan cuenta de que la lucha feminista contra la violencia física cada vez puede tener más resultados y puede alentar a que se denuncie más ese tipo de agresiones además de desincentivar actitudes machistas.
La existencia de cada vez más colectivas como espacios en los que las mujeres se organizan para denunciar unidas los casos de violencia física y verbal que padecen, pero también para reclamar derechos y enfrentar de esa manera la violencia estructural en el ámbito laboral, social, económico y hasta familiar, dan cuenta de lo mucho que han avanzado ellas.
La lentitud institucional con que se atienden esas denuncias, los efectos negativos para las víctimas, la farragosa burocratización de los procedimientos y el entramado legaloide que deben atravesar muestran parte de los obstáculos que aún enfrenta la reivindicación feminista y el reto que como sociedad se debe afrontar.
Jana y Vale perdieron su empleo por denunciar el acoso y el abuso sexual que padecieron, y su victimario concluyó sin problemas el cargo para el que fue nombrado. Enfrentó consecuencias más de un año después de cometidas las faltas y debió ofrecer una disculpa ante el Juez y acordar medidas de reparación del daño que aún siguen en curso.
A siete años de la agresión sexual que sufrió, Mary Chuy aún reclama la total reparación del daño y, aunque su acosador, Juan Martín Gatica Izaguirre, ya fue sentenciado, ella aún tiene que protestar porque no ha sido destituido como servidor público, como establecen las disposiciones legales al respecto.
Después de nueve años y tres meses, el feminicidio de Karla Pontigo Lucciotto –luego de pasar por la Suprema Corte de Justicia de la Nación– documenta prácticamente un pacto patriarcal de encubrimiento que pone a José Luis Ruiz Contreras, fiscal General del Estado, en un conflicto de interés que provocó la atracción de la investigación por la Fiscalía General de la República.
Una obstrucción a la justicia para Karla que se prolonga ya por tres sexenios, incluido el que comenzó hace seis meses con Ricardo Gallardo Cardona a la cabeza, que en ese breve periodo ha mostrado un “desdeño total” por el caso.
Una indiferencia que denota un menosprecio por las causas feministas que tiene otras expresiones en el incumplimiento de su promesa de privilegiar en su gabinete no sólo con paridad sino integrarlo con un 70 por ciento de mujeres, y más recientemente con la integración del Consejo Consultivo Potosí sin la participación de una sola mujer.
Hace dos años, con la convocatoria #UnDíaSinNosotras se dividió la conmemoración en dos actos: el 8 de marzo, la estridente manifestación en todos lados para hacerse oír, y al día siguiente el llamado a que el nueve ninguna se mueve, que aunque provocó una incongruente suma de instituciones gubernamentales, educativas y privadas, resultó un fuerte y notorio silencio.
Aquellas manifestaciones seguidas de un estridente silencio al ausentarse de las actividades cotidianas representó un parte aguas: la conmemoración del Día Internacional de la Mujer dejó de verse como una mera efeméride para convertirse en la renovación de un llamado a las mujeres para mantener la lucha cotidiana por sus derechos… y a los hombres a respetarlos.