Historias Paralelas: Ricardo Gallardo: al son que le toquen, baila

Octavio César Mendoza

Se suele pensar que un Gobernador debe ser un hombre culto, que destaque por sus características intelectuales y su perspectiva analítica de la realidad. También hay quienes piensan que tiene que ser un ingeniero que sepa planificar el desarrollo a largo plazo, un economista que resuelva la pobreza de raíz, un político cuyo liderazgo mantenga el acuerdo social entre aliados y opositores, ciudadanos y autoridades, y hasta un carismático personaje que aligere el atribulado día de los ciudadanos con una buena nueva noticia cada día.

Chef, periodista, actor de telenovela, tik-toker, influencer, policía, psicoanalista, antropólogo, entrenador de fútbol, maestro de escuela rural y de doctorado de colegio de ciencias y humanidades, experto en agua, derechos humanos, derecho penal, automovilismo, urbanismo, arte, cultura, deporte, astronomía y geopolítica. Un Gobernador, así lo esperan muchos, debe ser todólogo, y tener una varita mágica para resolver cualquier tipo de problema, superar todo reto, desaparecer cualquier mal, adivinar los números del melate, etcétera.

Pero no: el Gobernador es un ser humano que también se esfuerza en lo mismo que los demás: levantarse a primera hora del día, convivir un poco con la familia, atender las recomendaciones de su esposa, dar un beso a sus hijos, y checar qué falta por pagar de las cuentas. Y sí: tiene gustos personales, pasiones y defectos. Quien piense que un Gobernador está obligado a escuchar a Mozart y disertar en torno a la poética del medievo, o presentar ponencias filosóficas y estéticas en cada entrevista banquetera, está equivocado.

Al Gobernador también le duele el estómago, le incomodan ciertos temas, le preocupan las cosas comunes, a la par de tener que lidiar con un grupo de personas que integran su gabinete para tratar de explicarles en qué consiste su proyecto de Estado. E igual, tiene que deshacerse del endulzante del barbero, del odio del adversario, de la crítica sin sentido del ardido, del temor de ser juzgado por llevar a juicio a quien se pasó de lanza, de la amenaza del que perdió negocios, y de la indolente y mal agradecida actitud del colaborador que tuvo que ser despedido.

Así, al Gobernador Ricardo Gallardo Cardona se le ha criticado por su apuesta cultural, que lo mismo incluye la festividad de Xantolo que la Navidad, o que la visita de grupos de música regional mexicana, que los conciertos de la Sinfónica y los eventos de altísimo nivel turístico, como los de la Semana Santa. Muchos se enteran cuando viene Julión Álvarez, y hacen mofa de ello; pero pocos asisten a una lectura de la obra de Joaquín Antonio Peñalosa. Es decir: se persignan frente a la catedral iluminada por una fiesta de colores, y maldicen en el confesionario.

Sin embargo, algunos saben que nuestro Gobernador ha impuesto una tarea dentro de la Secretaría de Cultura: que se abran las puertas a todo tipo de expresiones culturales y a toda la sociedad. Y perdón si ofendo, pero, damas y caballeros, la cultura es todo, incluyendo la música de banda y las cumbias. La cultura no sólo son Manuel José Othón o Julián Carrillo, ni el Museo Federico Silva o los Museos de Leonora Carrington. La cultura abarca todo quehacer humano, así como la poesía es capaz de encontrar belleza incluso en los escenarios de una guerra.

Si bien amo la voz de Filipa Giordano, también me encanta Calibre 50. No tengo problema con ello, pues no soy clasista ni elitista, ni tampoco niego mi vocación literaria, ni mi amor por Tchaikovski. Soy un zoon culteranón, que lo mismo habla del teatro del siglo de oro español que celebra los grafitis, y no tengo empacho en decir que, en materia de cultura, así como en muchas otras cosas más, Ricardo Gallardo Cardona está realizando una excelente labor, guiando a su titular de la Secretaría de Cultura, Elizabeth Torres Méndez, por los difíciles caminos de la crítica dolosa.

Hace algunas semanas, justamente cuando estaba por salir de prensa un libro de música de José Luis Sabre Marroquín editado por la Dirección de Publicaciones y Literatura (Canasta de juguetes musicales para chicos y grandes), el distinguido Maestro Carlos Undiano, promotor de dicha edición desde hace largos siete años, me comentó algo que seguramente dejará boquiabiertos a los detractores de la política cultural del Gobernador, así como de los mal querientes de su origen popular. Una teoría que habrá de ser comprobada, pero que no por ello es inverosímil.

Resulta que José Herrera Gallardo, autor del famoso vals “Olímpica” que tanto escuchamos en bodas y fiestas de quince años, podría ser pariente del actual gobernante potosino. José Herrera Gallardo, paradójicamente tan escuchado como desconocido, nació en la ciudad de San Luis Potosí en 1892, y vivió su infancia en la Barrio de Tlaxcala. Fue violinista y compositor, y estudió en el Conservatorio Nacional de Música. El final de su vida llegó en la Ciudad de México en 1940; fecha que se puede encontrar en el libro de Historia de la Música Popular en México. 1896-1973, de Juan S. Garrido.

De igual forma, los dos músicos y compositores soledenses más importantes del siglo XIX, pudieron ser vecinos de la familia Gallardo en sus originarios ayeres. Ellos son León Zavala (1838-1887) y Eusebio Zavala (1834-1881). Ambos nacidos en Soledad de los Ranchos, amigos de Manuel José Othón, y cuyo padre, León Zavala Martínez, también era de Chole, como “el Sax” de “La Maldita vecindad”. Ellos fueron protagonistas de la época dorada del Teatro Alarcón, que hoy está rescatando Ricardo Gallardo Cardona, el cual fue un recinto donde la ópera era la sensación.

Carlos Undiano, amigo de la música y la historia musical potosina, no tiene dudas, y yo tampoco: Ricardo Gallardo Cardona gusta de la música porque su familia tiene raíces musicales de alto nivel. Ojalá nuestra Orquesta Sinfónica lleve a cabo la ejecución de esa obra magnífica de los autores potosinos mencionados, y también se atreva a hacer un Regional Sinfónico de Julión Álvarez, Calibre 50, Ramón Ayala y los Cardenales de Nuevo León. Total: si ya hay un Queen Sinfónico, o un Star Wars Sinfónico, no está de más darle gusto al pueblo para que aprecie los dones del culteranismo.

También es deseable contar con un Museo del Libro, una Ley de Mecenazgo Cultural, y conservar recintos como el Centro Julián Carrillo, cuyo archivo musical se debe conservar en nuestra ciudad capital. San Luis Potosí es un Estado donde se vive intensamente la cultura en todas sus variantes. No hay que despreciar la oportunidad de contar con un Gobernador que, como Marcelo de los Santos en su momento, hicieron de la cultura popular, el arte y toda manifestación estética, un encuentro de reconciliación y fortalecimiento de la identidad social.

Y no se burlen si lloro cuando canto “Si te pudiera mentir” de “El Buki” en la versión de Calibre 50.

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