Antonio González Vázquez
Con la frase “el cambio ya se nota”, desde hace un par de semanas el Gobierno del Estado arrancó una campaña publicitaria de tono sobradamente triunfalista.
“Hay algo, los días se sienten diferentes. No sé qué es, a lo mejor soy yo. O ¿Serás tú? Últimamente hay algo. En el tiempo, en la gente. Algo está cambiando. Ya se nota”.
Ese es el discurso en un videoclip del Gobierno del Estado de San Luis Potosí, publicado en redes sociales el día 24 de abril.
Una voz femenina lee pausadamente esas frases mientras corren imágenes que denotan actos de solidaridad, convivencia, honestidad, respeto, alegría y amistad.
No hay referencia alguna al gobernador José Ricardo Gallardo Cardona. Solo al final aparece el logotipo oficial de la administración estatal y el lema Potosí para los potosinos.
La idea central es demostrar que no solo hubo cambio en el gobierno sino también en la sociedad, de modo que ahora todo es felicidad.
De pronto, los niños saludan a un policía, un hombre devuelve una cartera que se le cayó a una dama, unos niños juegan alegremente en una cancha, una familia convive amorosamente a la hora de la comida, un hombre abatido es reconfortado por una chica que le ofrece una bolsa de botanas, una mujer abraza a su perro con cariño.
Se trata de generar la percepción de que desde que hay nuevo gobierno, hasta las y los potosinos han cambiado.
Buscan provocar la noción de que ya no se respira el mismo aire de antes, cuando gobernaba el Partido Revolucionario Institucional; hoy hasta el amanecer y los atardeceres son hermosos.
Todo gracias a La Gallardía.
En ocho meses, según ese relato propagandístico, “el cambio ya se nota”.
Uno de los principales rasgos de la propaganda política es que es una forma de comunicación unidireccional, orientado a influir en el pensamiento y actitud de los receptores. Se trata de un ejercicio comunicativo impositivo.
En campaña electoral es el mejor candidato, el de más y mejores atributos, el más conocido y de las mejores propuestas; el que mayores expectativas de futuro despierta. Se vende esa imagen al electorado.
Puede ser un político de nivel medio y entonces la mercadotecnia lo transforma en el mejor.
Ya en el gobierno la propaganda juega el mismo rol y si antes se erigía al candidato como el mejor, como gobernador se le busca colocar en el máximo pedestal; en la cumbre a la que nunca antes alguien había llegado.
La realidad dice otra cosa, pero si se cuenta con campañas de promoción suficientemente creativas y convincentes, más de uno se creerá que es cierto, que algo está cambiando o bien, que en definitiva, el cambio ya llegó.
Y no puede haber estrategia de publicidad política sin producto, eso que se quiere colocar como el mejor de los mejores.
El ejercicio de gobierno es la materia prima: obras y acciones, programas y proyectos, estrategias y metas.
La imagen del gobierno es su lema institucional y la figura del mandatario, su nombre, su discurso y sus actos.
Hoy nos dicen que “el cambio ya se nota”, sin embargo, hay múltiples problemas en los que no se ha incidido mínimamente.
En lo que va de la administración se han emprendido obras en buena parte del estado, pero no resultan del todo significativas como para hablar de un cambio. El rezago es tan grande que avanzar unos centímetros no representa nada.
Es indudable que se está haciendo algo, pero tendría que haber mesura y no ir al extremo del alarde. Es la ciudadanía la que juzga el actuar de las autoridades y no tendría que ser el gobierno, el que imponga su criterio falto de autocrítica para afirmar que “el cambio ya se nota”.
Esa campaña forma parte ya de la estrategia de comunicación rumbo al primer informe de gobierno, lo que supone que en los próximos meses arreciarán los mensajes triunfalistas: si en ocho meses el cambio ya se nota, en septiembre se dirá que el cambio es una realidad incontestable.
“En el nuevo San Luis Potosí, el cambio ya se nota”, es uno de los carteles publicitarios. El anuncio es del mandatario.
Con el brazo derecho en alto y el puño cerrado, le informa a la multitud que hay un nuevo San Luis Potosí.
Es simple publicidad no una descripción de la realidad.
Por recordar algo: la primera campaña propagandística de Fernando Toranzo Fernández, afirmaba que “el gobierno de todos empezó a escribir la nueva historia de San Luis Potosí”.
Cada gobernante promociona a su administración como la mejor, como sentenciaba todos los días Marcelo de los Santos Fraga: “los hechos son una realidad”. Su gobierno de los Hechos fue también un engaño.
De pronto, la comunicación política sin la contención de ningún valor ético, se convierte en instrumento de manipulación colectiva y los peores pasan a ser los mejores, los mediocres se convierten en líderes que mueven masas.
Hay algo que está cambiando, es cierto, pero es minucia.
Uno de esos cambios es del estilo de gobernar. Hay una transformación radical de la investidura del ejecutivo. Gallardo Cardona ha desacralizado esa figura. Su cercanía con la gente es elemento sustancial en el relativo éxito alcanzado en su posicionamiento.
Tiene un discurso más emotivo que político, lo desarrolla con sencillez y sin alcanzar laberínticas disquisiciones, sabe comunicar con sus simpatizantes a quienes les atrae su trato y su palabra; los toma en cuenta y eso le es positivo.
Sus detractores lo tildan de populista y en efecto, lo es, pero eso es lo que le ha permitido llegar al lugar donde está y eso nadie lo puede remediar.
Mientras afirma que “el cambio ya se nota”, no hay nadie que desde la oposición diga algo en contrario. A ver hasta cuando se prolonga el silente marasmo.