Octavio César Mendoza
Elizabeth Torres Méndez es la primera dama que toma el cargo de Secretario de Cultura en San Luis Potosí. Es un hecho histórico. Se trata de la doceava encargada de las Políticas Culturales del Estado, y su labor ha sido igualmente alabada que criticada. Lo primero, por quienes han constatado que ella observa el fenómeno Cultura con los mismos ojos del Gobernador Ricardo Gallardo Cardona: democratizar el acceso a los bienes y servicios culturales, y abrir las puertas a todas y todos los Artistas, Creadores, Gestores y Públicos con mayúscula, porque ese es su apoyo vertical: del hacedor, al consumidor. El ser ajena al Sector, es lo que le ha permitido ser parte del Sector. El ser una mujer cuya mayor capacidad es la de saber organizar a su equipo de trabajo, es lo que le ha permitido mantener un ideal de trascendencia: que se cumpla el Derecho a la Cultura de forma universal.
Desde una visión integral que atiende lo mismo al consagrado que al incipiente, Elizabeth Torres ha sabido guardar mesura respecto a las críticas, respetar las expresiones culturales de toda índole, enfrentar a las mafias culturales que dominaron el aparato burocrático durante tres décadas y abrir espacios a los que fueron callados, negados o ninguneados. Esa puerta estaba cerrada al pueblo, que es el que finalmente hace y vive la Cultura.
En una sociedad descompuesta por una política que divorció a ese pueblo de la Cultura, la secretaria Torres Méndez ha sabido valorar todas las expresiones estéticas, al tiempo que ha defendido a las instituciones a su cargo de los intentos de la herencia maldita de aferrarse al poder. Este, el poder, se lo ha entregado a los ciudadanos.
La falacia mayor del pasado cultural de San Luis Potosí es que el Arte y la Cultura era un asunto de élites, un tema de grupos, un interés de intelectuales y sabihondos. Conservadurismo puro.
En tiempos de mil banderas y libertades, saber escuchar y atender a todos es una virtud. Así como también lo es el saber decir No a quienes pretenden mantener una visión rancia y antipopular de lo que se entiende por Cultura. Y que exista una oportunidad para que todos participen de su identidad, significa que la Cultura se expanda, llegue a todos, se haga parte de la vida cotidiana de las potosinas y los potosinos. Eso aumenta la credibilidad en las instituciones, y fomenta la participación de los ciudadanos en el quehacer de lo sublime.
Si algo ha cambiado en estos primeros meses de Gobierno en materia de Cultura, es que nadie que quiera ser parte del fenómeno Cultura quede fuera del acceso, la participación, la crítica, la propuesta y el quehacer enfocado al desarrollo humano en términos creativos.
Después de haber llevado a cabo el doble de acciones y actividades que se ejecutaron en los últimos tres años de la pasada administración en menos de un año de la presente administración, no queda duda de que lo mejor en materia de Cultura está por venir para San Luis Potosí, y que el Estado está recuperando protagonismo en el escenario nacional. Y todo porque existe un valor moral en la actividad cultural: la vida es una estética, y toda estética es valiosa, respetable, transformadora, y digna de ser reconocida y apreciada.
Hace muchos años, los recursos económicos fueron abundantes para crear espacios; hoy, esos espacios se llenan de contenido. Era lo que faltaba para darles vida. Basta con ver la enorme cantidad de eventos y acciones que, a pesar de las limitaciones económicas, han repercutido en la sociedad: desde la donación histórica de más de sesenta mil libros a los 58 municipios del Estado, hasta la convocatoria al festival de Xantolo, pasando por la multiplicación de festivales, y la constante oferta cultural de museos, recintos, casas de cultura, etcétera, este Potosí para los potosinos ha retomado las instituciones culturales, y las ha puesto al servicio de la gente.
Otorgar las herramientas para abrir caminos hacia la libertad, requiere de cultivar, en las nuevas generaciones, la semilla de la integración a la Cultura y las Artes. Hoy, los niños y los jóvenes son la gran apuesta por un San Luis Potosí de efervescencia creativa, como lo pensaron personajes como Raúl Gamboa, Joaquín Antonio Peñalosa, Julián Carrillo, entre muchas y muchos más grandes. No dejemos de ser grandes, no dejemos de pensar en grande.
Cineteca en los municipios, Literatura en las comunidades, Arte en las colonias, Creación en los barrios, Festivales en todo el Estado, Identidad y Orgullo a lo largo y ancho del territorio, es lo que permite reparar el tejido social; ese tejido del que todos formamos parte y, por ende, exige que todas y todos reciban el apoyo necesario para seguir dando brillo a nuestro Estado.
Las familias de San Luis Potosí también desean acceder a la Cultura y el Arte. Lo merecen. Hay que fomentar la accesibilidad. Por ello, impulsar la gratuidad en el acceso a los recintos culturales es indispensable, en un Estado cuya mayor pobreza es no creer que es grande, que no es referente nacional e internacional, que no posee ideal común ese respeto hacia nuestras tradiciones, fiestas, estéticas y actividades cívicas que expresan nuestro amor por la patria y por lo que somos: un mosaico de sabidurías y de sentimientos.
Que seamos capaces de cantar el Himno Nacional no sólo en las escuelas, sino también en las instituciones, en las plazas, y hasta en las cantinas, es tan importante como exaltar nuestros valores culturales, porque somos una grandeza que se aprecia en nuestra Sinfónica, en nuestro Museo Federico Silva, en nuestro Museo de Arte Contemporáneo, en nuestro Teatro de la Paz. Somos Othón y López Velarde. Somos José Jayme y Juana Meléndez.
Alimentemos en nuestros niños el altísimo valor de nuestra Cultura, demos a las nuevas generaciones la oportunidad de experimentar con el Arte, y devolvamos al pueblo la legítima propiedad de lo que somos: un sentir, un saber, un crear, un existir. Para defendernos del mal, hay que hacer el bien; y buena parte del bien social, comienza por reconocernos en el espejo de la Cultura. Eso es lo que nos hace humanos, lo que nos hace crecer como personas idóneas para experimentar libremente una vida pacífica y próspera. Apreciar el Arte y la Cultura, ser pensantes y sensibles, es lo que nos permite romper nuestras limitaciones históricas, imaginarias, precarias.
Los golpes mediáticos en torno a Elizabeth Torres Méndez obedecen a la pérdida de privilegios de aquellos que estaban acostumbrados a lucrar con los recursos públicos destinados a la Cultura; y así rondan los buitres que desean su caída en desgracia, sin saber que el proyecto de transformación cultural de Ricardo Gallardo Cardona consiste, precisamente, en quitarle el poder a los menos, para dárselo a los más. Hacer de las Políticas Culturales un asunto de todas y de todos, es la misión de este sexenio.
He ahí que aquellos cientos de Artistas, Creadores, Promotores y Hacedores de Cultura que se reúnen en torno al Centro de las Artes, el IPBA, el Museo del Ferrocarril, el Museo Othoniano, la Casa del Poeta Ramón López Velarde, el Museo del Meteorito, la Cineteca, el Museo de la Máscara, el Museo del Virreinato, y todos los recintos culturales del Estado, estén ratificando la confianza en las nuevas autoridades culturales, encabezadas por la Secretaría de Cultura.
Los últimos tres años perdidos de la pasada administración se están empezando a recuperar, y eso es visible en el Altiplano, la Zona Media, la Huasteca, la Región Centro, y en todos los lugares donde el Arte y la Cultura se ha liberado de sus antiguas cadenas de mandato: la obediencia a un clan, y la indiferencia hacia las mayorías.
San Luis Potosí nunca fue conquistado, porque es un Estado conquistador, que nació de la virtud de conciliar siete pueblos diferentes en un mismo territorio, donde no hubo guerra para que se unieran. Por ello tenemos que trazar una ruta de progreso en la cual podamos ampliar la brecha entre lo colectivo y lo individual. Ser uno en todos
Hagamos patria haciendo Cultura. Y que no vengan con que somos un pueblo rascuache, porque me esponjo.