Óscar G. Chávez
Una cosa es negar la realidad y otra el ocultar que se esté de acuerdo con esa realidad. Es decir, podemos negar algo, pero al mismo tiempo aceptar que eso que se oculta es una realidad y, por su misma naturaleza, es conveniente ocultarla. Dicho de otra forma: la Feria Nacional Potosina nos permite eludir la difícil realidad del estado de San Luis Potosí.
Dentro de esa realidad abundan los ejemplos, entre ellos: la corrupción dentro de la secretaría de Finanzas, el alarmante estado de la seguridad pública, o la delincuencial forma en que Sergio Desfassiux saqueó el Instituto de Capacitación para el Trabajo (ICAT).
Nadie desde luego, o al menos nadie dentro de esta administración, mencionará el saqueo al que este engendro sometió al Instituto, evidentemente porque al ser parte de los corifeos del gallardismo, es conveniente mantenerlo oculto y a buen resguardo. Preferible será culpar a la “herencia maldita” a aceptar la serie de responsabilidades que conllevó el colocar a este pillo al frente del organismo.
Sin embargo, aunque fueron evidentes toda clase de latrocinios cometidos por Sergio Desfassiux, quien no sólo se apropió de la totalidad de los activos (poco más de 20 millones de pesos) incluidos los vales de gasolina, sino que ordenó en su momento que no se pagaran los seguros vehiculares (evidentemente para tener más centavitos), y hasta los dispositivos electrónicos del Instituto sustrajo, entre un cúmulo de irregularidades, su actual director, Tito Enrique Rodríguez, parece estar más preocupado en elegir la salsa de los tacos esquineros que afuera de su oficina de la avenida Himno Nacional cada viernes se instalan, que entrar, imponer orden y regular sus procesos, como es el pago de impuestos retenidos en la nómina o evidenciar el vulgar saqueo a través de los cursos fantasma de capacitación.
No es, desde luego, que el arquitecto Desfassiux sea una persona con un alto nivel intelectual para los ilícitos, sino que en todo momento contó con la asesoría y encubrimiento de Karla Hernández García, ex directora técnica de la institución. Sobra decir que ella también se encuentra vinculada a “eso que llaman gallardía”.
Como este ejemplo hay varios, no olvidemos que algunos de los puestos primarios y secundarios de la actual administración estatal fueron entregados para su cuidado (y ordeña) a auténticos saqueadores profesionales e incluso forajidos provenientes de otros estados. Pero desafortunadamente los postulados morales de la propia administración, no permitirían que se actuara en contra de ellos, porque quizá eso implique señalamientos directos respecto al destino final de los recursos.
En el rubro de la seguridad se percibe algo similar, pero en este caso más que fingir demencia o al menos afirmar que las indagatorias siguen su curso, la instancia encargada de las investigaciones formula una serie de declaraciones que lejos de parecer encaminadas a abonar a la verdad, parecieran propias de alguien que no tiene ni idea de lo que está diciendo o incluso de construir una realidad alterna.
En los violentos sucesos ocurridos en la zona Media, por ejemplo, pareciera que tratan de entrelazar sucesos inconexos para presentar a la opinión pública, a través de los medios de comunicación, complejas historias que puedan justificar su incapacidad para resolver algún caso. Así comienzan a vincular la operación “Rápido y furioso” con el ataque a la Comisión de búsqueda, que con el asesinato de uno de los mandos medios de la Guardia Civil.
La realidad es que no hay líneas de investigación sólidas que permitan suponer una pronta solución en el tema de la violencia ascendente; es mejor, pues bien lo han aprendido de quien gobierna, hacer señalamientos a partir de ocurrencias y puntadas de último momento.
Aunque pudiera, al menos en los casos de las cuentas públicas y la seguridad del estado, percibirse o suponerse un uso recurrente y tendencioso con la única finalidad de atacar al gobierno, es evidente que los cuestionamientos surgen a partir de la inacción de éste para emprender acciones directas encaminadas a alcanzar una solución.
Si bien, el secretario general de gobierno señala que “ya no puede gobernarse con estilos de divisionismo [sic] y distinción de colores”, pareciera que ahora se gobierna y actúa a partir de la construcción de rebuscadas historias y de la ocurrencia como posible solución. Mientras tanto es conveniente negar todo y culpar al de atrás.