Cónsul de Sodoma

Óscar G. Chávez

Creo que nunca pensamos los potosinos, menos con la mojigatez que nos caracteriza (o quizá nada más proyectamos, porque lo que aquí impera es la doble moral), que escucharíamos a un gobernador elogiar, fomentar e invitar a ver pornografía. Además, costear el aparato telefónico y el internet para que los adolescentes de secundaria disfruten de ella.

No sé si el hecho es novedoso y ciertamente hay antecedentes de políticos adictos a una sexualidad media grotesca, como el caso aquel del apodado Pancho cachondo, o el montanazo, que no fueron más que bobos tropezones propios de un sector político reprimido por la moralidad a la que obliga su ideología (quizá después de aquellos episodios sus estatutos los obliguen a usar cinturón de castidad), aunque también hubo actos de auténticos depravados como el de Cuauhtémoc Gutiérrez, proxeneta y líder del priísmo en la Ciudad de México; la complicidad del “gober precioso” en el caso del pederasta Kamel Nacif; el niño verde organizando orgías en su departamento, desde donde luego volaban edecanes; Jesús Ortega (según Sanjuana Martínez) asistente frecuente de los prostíbulos, o Salgado Macedonio, el violín de Guerrero. Muchos otros debe haber, pero entre los que no se conocen y los que se olvidan, ahí paramos la lista que al perecer alcanza para todos los partidos. 

Donde de plano sí, no había escuchado que algún gobernador fuera adicto al porno (aunque se sabe de varios que sin distingo de edad o profesión eran amartelados de lupanares) es en el entorno potosino; esto no quiere decir que no los hubiera, pero hasta donde sé o recuerdo, no teníamos noticias de ello, menos que de manera directa ¡y en el inicio del ciclo escolar en una secundaria! el propio gobernador lo presentara como una opción de entretenimiento y relajación a alumnos adolescentes.

El contexto familiar y la educación cuentan mucho, cómo no, más en una ciudad de corte levítico y conventual como lo es ésta, de ahí que así se puedan explicar y quizá hasta justificar muchas de las actitudes del nuestro gobernador, quien –cada vez es más evidente– padece los estragos del síndrome de Piterpan; es un eterno adolescente.                

Cuando se piensa que las cosas no podían ser peor o de mayor esquizofrenia, aparece el chavo Ricardo e invita “ver porno con mucha responsabilidad”, mientras celebra “eso es valentía”, en reconocimiento a quien acepta que lo ve (y seguro disfruta); pero no sólo eso, como si se tratara de un concurso de popularidad (en el que ya se encuentra sumido el estilo personal de gobernar) le dice que “después de esta declaración que diste te vas a ganar más admiradoras”, luego llega el premio: “a él le ponen el internet en el celular, él lo va a ocupar mucho [por la adicción al porno, es evidente], mientras lo invita a ser gobernador por un momento. Luego viene el exhorto para todos (hombres y mujeres sin distingo), hay que verlo al fin “ahorita están en la edad, por eso hay que hacerlo con mucha responsabilidad”.

En estos tiempos de redes sociales, chismes y noticias vuelan, pronto la conferencia dirigida a la juventud en éxtasis era nota nacional. Las críticas sólo se dieron en ese ámbito porque aquí ni la sociedad de padres de familia o la dirección de la propia escuela, ni la secretaría de Educación se pronunciaron sobre el asunto; tampoco las cámaras empresariales más reaccionarias que cualquier despliegue sinarquista lo han cuestionado; bueno, ni los miembros de Acción Nacional, ésos que siempre exhalan moralina, han dicho algo; no es de dudarse que si alguno de ellos hubiera estado allí, hasta lo hubieran festejado. Ya quedaron atrás los tiempos en que don Paco Salazar Sáenz pagaba inserciones en los periódicos protestando contra la educación sexual. 

La iglesia tampoco ha dicho algo, y lástima que ya se fue el padre Priego quien seguramente hubiera sido el único con el valor civil (apuntalado en los preceptos morales de la Iglesia) que lo señalaría. Menos, tampoco, y es de quien más se hubiera esperado, las combativas feministas que en otras circunstancias estarían señalando que es el típico machito que cosifica a la mujer; pareciera las han cooptado.   

Esto de la pornografía, aunque pudiera parecer divertido y algo intrascendente, no lo es. Parte por un lado como una aparente ocurrencia, de quien en el orden de ideas de su cerebro, primero está el hablar y después el reflexionar sobre lo que dice y por el otro de quien excluye los valores (ya no digamos morales) familiares, de sus formas de hacer política; supone que actuando de esa forma ganará adeptos y contará con un respaldo mucho mayor. Quizá así quiera educar a sus hijos, porque seguro es que ningunos padres fomentarían este tipo de consumo entre sus hijos. La nueva Sodoma encontró su cónsul.

A propósito de la cosificación femenina. En el caso del cantante Julión Álvarez, su cercanía con el gobernador se encuentra más firme que nunca; ésta tiene algunas explicaciones según comentan algunos conocedores del tema; resulta que no sólo es cantante, ya también comienza a descollar como empresario de la construcción y proveedor de equipos para espectáculos. Hay que voltear hacia el Teatro del pueblo, quizá sea también quien se ocupe del techado del espacio y se embolse, menos el respectivo moche, los 80 millones.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no representan la postura de Astrolabio.

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