Octavio César Mendoza
Se suele decir que quienes hacen poco no se equivocan, y que quienes hacen mucho son quienes reciben el mayor número de críticas cuando fallan. Y a veces las más despiadadas. Los primeros pertenecen al grupo de los que flotan en un discreto salvavidas; en tanto que los segundos van por todas las oportunidades que su esfuerzo les permita. Como es natural, la proporción de yerros es mayor en este último grupo; sin embargo, ellas y ellos son los que desafían la inercia, los que cambian el status quo. Admitir el riesgo por hacer más, es mejor que rechazarlo por hacer menos.
Ricardo Gallardo Cardona arrancó un sexenio donde la urgente necesidad de romper la inercia era el motivo por el cual se lanzó con todo desde el primer día. Al igual que López Obrador, su deseo de alcanzar el poder para trabajar en su propuesta de trabajo por la gente se hizo evidente. A cada acción le seguía otra, y otra, y así ha sido hasta la fecha. Pocos arranques de Gobierno han generado una expectativa aún mayor en la gente, pero también en sus críticos. A los primeros les urgía que se rompiera una inercia histórica, por ciento; a varios de los segundos, desde luego que no.
Así, lo que se avizora para el primer informe de Gobierno del mandatario más joven de la historia y por ende más activo, es un informe donde los grandes números de beneficiarios de sus políticas sociales serán equivalentes a lo invertido, y donde sus críticos intentarán meter hebra para sacar hilo, aunque probablemente se vayan por la nota de color: que si la fiesta, que si las garnachas. A fuerza de mantener una dinámica que asusta porque comienza a llamar la atención incluso fuera del Estado (ya lo traen de caballo negro en algunas encuestas no oficiales) le encuentran peros.
Según estos, los conservadores, los límites se los pone uno mismo; según aquellos, los liberales, los límites están para ser rebasados. Lo cierto es que si hoy se hicieran cuentas acerca del impacto que tienen los programas sociales de Ricardo Gallardo Cardona, la proporción de posibles votantes estaría en ascenso. A nadie debe extrañar entonces que en ese ascenso haya destellos asimétricos, que ojalá no sean de mayores consecuencias, y las infaltables turbulencias, para que lo que realmente importa, que la gente tenga lo indispensable, siga sucediendo.
¿Se imagina usted si la BMW se expande en San Luis Potosí? ¿Se imagina si la industria se extiende de San Luis Potosí a Soledad de Graciano Sánchez de forma exponencial? ¿Se imagina usted sucede por toda la Zona Metropolitana también? San Luis Potosí sería como un Monterrey, pero con agua y un Centro Histórico mucho más bonito. ¿Se imagina usted si el Xantolo se convierte en un performance gigantesco, como en la película Coco, pero conservando los elementos culturales originales? San Luis Potosí sería un imán del turismo cultural mundial en un par de años.
Así, alguien que piensa en muchas cosas tiene la posibilidad de concretar las que sean necesarias; y no importa cuántas veces tire a gol, un goleador siempre va ser más peligroso para el adversario que un aguador. Para los que gritan desde la tribuna como la porra visitante del Tijuana en el estadio de Cancún, con lleno total, les quedarán las plurinominales. Así que hay que estar atentos a este informe que aplaudirá la gente, seguramente, porque muchos de ellos ya conocen la diferencia entre un goleador que va por todas y otros que se fueron tibios.
Cierto: nadie puede hacer más de lo posible, pero hay quienes intentan hacer más que lo imposible para dejar su huella. Al final, incluso con las huellas, pero de una batalla que se ha librado con toda energía y entusiasmo, la trascendencia del que sobrepasa sus límites se extiende más allá del tiempo que dura su ascenso al cielo. Y ahí estarán las obras, los hechos, los rostros contentos de quienes recibieron algo de ese esfuerzo mayúsculo, y las caras enfurecidas de los críticos, los conservadores, cómodamente sentados en el sillón del anonimato, dándose las gracias por ser prudentes.
Por cierto: Maradona ganó el mundial México 86, y Argentina también.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no representan la postura de Astrolabio.
Nació en San Luis Potosí en 1974. Ganó el Premio Nacional de la Juventud en Artes en 1995 y el Premio 20 de Noviembre en 1998 y 2010. Ha publicado siete libros de poesía y uno de cuento. Fundador de las revistas Caja Curva y CECA, también colaboró en Día Siete, Tierra Adentro, entre otras. Asesor de Marcelo de los Santos Fraga de 1999 a 2014, siendo él presidente municipal, gobernador y director de Casa de Moneda de México. Actualmente es director de Publicaciones y Literatura de la Secretaría de Cultura, y también dirige la Casa del Poeta Ramón López Velarde y la Editorial Ponciano Arriaga.