Por Victoriano Martínez
El pasado miércoles 31 de agosto para los trabajadores del Sistema Estatal DIF lo que consideran terrorismo laboral rebasó los límites tolerables: una mujer con 33 años de servicio, reconocida por todos como alguien responsable y bien dispuesta al grado de aceptar trabajar en días festivos, fue alcanzada por los despidos injustificados.
Fue el séptimo despido y la reacción gremial se dio esa misma tarde. Los trabajadores instalaron un plantón que se mantiene hasta ahora, sin que sus demandas de reinstalación hayan sido atendidas y sí, en cambio, la actitud autoritaria y cerrada al diálogo ha quedado expuesta en diversos momentos en los diez días que hoy cumple la protesta.
A la mañana siguiente, Ruth González Silva, presidenta del DIF estatal, acudió a sus oficinas en Fernando Torres número 500. Sólo permaneció ahí por unos 20 minutos, con los accesos a sus oficinas custodiados por la Guardia Civil Estatal para evitar que los manifestantes, instalados en plantón al frente del edificio, pudieran intentar abordarla.
Por la tarde de ese mismo día, funcionarios del DIF estatal encabezados por la directora Virginia Zúñiga Maldonado, dialogaron con los manifestantes del Sindicato Único de Trabajadores al Servicio del Gobierno del Estado (SUTSGE) y ofrecieron una respuesta en tres horas.
Para el viernes 2 de septiembre quedó claro –y de la peor manera– que no habría respuesta. Instalaron doble chapa y cadena a las puertas del edificio y personal de herrería instaló una puerta en la escalera que conduce a las oficinas de González Silva para impedir que suban a solicitar audiencia.
Una cerrazón cuyas justificaciones dio el gobernador Ricardo Gallardo Cardona ese mismo día durante la entrega de la obra de rehabilitación de la avenida Juárez con otro grupo de trabajadores del gobierno estatal en protesta, pertenecientes al Sindicato de Trabajadoras y Trabajadores del Gobierno del Estado (SITTGE), por demandas similares.
“Son trabajadores, merecen todo mi respeto, ellos no tienen la culpa por la maldita herencia, ni de los liderazgos que existen corrompiendo el gobierno”, dijo como parte de su discurso al pedir que dejaran pasar a los manifestantes y que se instalaran al frente del público asistente a la ceremonia.
En su afán de proyectar apertura, Gallardo Cardona exhibió su poco tacto al descalificar las demandas de los trabajadores al considerarlos “mandados” por otras personas y al dar continuidad a un pronunciamiento hecho el 23 de agosto, ahora con la negativa al diálogo por un presunto afán de las representaciones sindicales “de corromper al gobierno con plantones o con mantas”.
De entrada, calificó a los trabajadores en protesta como personas manipulables y utilizadas por su representación sindical, como si no buscaran reivindicar sus derechos. Enseguida, sin exponer casos concretos que lo acreditaran, descalificó la defensa gremial para la que existen los sindicatos como acciones para corromper al gobierno.
Aquella historia de su búsqueda de la foto con Bernardina Lara Argüelles del SUTSGE y con Francisca Reséndiz Lara del SITTGE para asegurar que había resuelto los conflictos por sus olas de despidos injustificados la dejó en el olvido, como seguramente prefiere olvidar que los plantones que duraron seis meses frente al Palacio de Gobierno le impidieron la Villa Navideña a su gusto.
Hoy las vías de reclamo contra lo que los burócratas llaman terrorismo laboral siguen en tribunales y, cuando se insiste en excesos, en manifestaciones que lo persiguen o en plantones como el instalado frente al DIF estatal, como indicio de que su relación con la burocracia no ha cambiado.
Hoy la respuesta del gobierno del estado, con el caso del DIF estatal como modelo y la reacción a las denuncias nacionales e internacionales del SITTGE, va más allá de cerrarse al diálogo con sindicatos combativos, al grado de buscar descalificarlos, en una velada búsqueda de contar con sindicatos blancos sometidos a su voluntad.
Toda una provocación para que SUTSGE y SITTGE evalúen la posibilidad de volver a la Plaza de Armas como en el arranque del sexenio.