Abelardo Medellín Pérez
La calaca ciudadana,
al gobierno visitó,
muy temprano en la mañana
a palacio se coló.
“Ya se nota”, le dijeron,
y lo vino a comprobar.
“Si acaso me mintieron
a todos me he de llevar”.
Se metió a los cuarteles
de una tal Guardia Civil,
cuyos contratos y papeles
resguarda un oficial vil.
A la parca todos vieron
en los programas sociales,
que el DIF y Sedesore convirtieron
en más mañas electorales.
La SEGE fue la siguiente
de la calaca en su transcurso,
encontró un sistema doliente
por la retención de tanto recurso.
Entre tanta oficina depresiva
la parca buscaba novedades,
pero cada tradición festiva
era de Julión y sus amistades.
Si en cultura y en apoyos
se encontró lo más genérico,
en las obras halló hoyos:
los del anillo periférico.
“¿Cuánto fue de las obras?”,
preguntó por transparencia.
No responder fue la maniobra,
de la Seduvop y su indolencia.
En el triste transitar
la calaca vio algo cierto:
para esto de gobernar
hoy no hay ni un experto.
Las oficinas dejó con calma
sin tocar burocracia alguna,
pues para que te roben el alma
primero debes tener una.
Al mirar su alrededor
cada funcionario decepcionaba,
mejor fue por el gobernador
quien por las plazas cabalgaba.
“Sin ser arbitro, arbitrario,
y sin brillar, estrella”,
le cantó al plenipotenciario
la dama blanca y bella.
“Gallardito, Gallardito,
no lo vayas a olvidar,
aunque quieras ser un mito
por falible te han de olvidar”.
“Crees que estás a las expensas
de un día tener velorio,
pero llamar becas a las despensas
se paga en el purgatorio”.
“Si hoy estás en el padrón
de funcionarios sancionados,
cuando vayas con el patrón
el escarmiento es obligado”.
“¡Cuida mucho lo que dices!”,
dijo el alto funcionario,
“de diputados, empresarios y jueces
yo soy el real propietario”.
Por impertinente y terrenal
la muerte se llevó a Ricardo,
entre su círculo personal
se escucha: “¿qué haremos sin Gallardo?”.
En camino hacia el panteón
la muerte mucho batallaba,
algo pesaba en el cajón
era el ego del gober, que sobraba.
“¡Ay mi pollo, ahí te dejo!,
tanto peso ya no aguanto,
¿necesidad de idolatría tan viejo?
ocupas todo un camposanto.
En ausencia del gobernador
se goza una libertad bendita,
no se requiere un salvador
ni su enemigo: la herencia maldita.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.