Humo y Espejos: Mandar mandando

Abelardo Medellín Pérez

El estilo autoritario de mandar mandando, es una peligrosa estrategia política con dos consecuencias inmediatas; por un lado, un gobernante que decreta y exige sin límites aparentes, terminará por creer que su voluntad es el inicio y el final de todo lo que ocurra a su alrededor, por otro, la ciudadanía, gobernada por un personaje así, solo podrá pedir ayuda en sus necesidades más complejas, cuando el gobernante tenga la gracia de ceder y la amabilidad de otorgar.

Las últimas semanas, el gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo Cardona, decidió aprovechar la sumisión casi uniforme en que ha postrado al resto de los actores políticos de la entidad para exigir el cumplimiento de sus deseos políticos y personales más profundos.

Si quisiéramos hacer un recuento de todas las veces que el gobernador ha confundido a un servidor público con un sirviente, la lista sería larga y depresiva, por ello, mas provechoso sería identificar el modus operandi de los pedimentos más recientes hechos por Gallardo Cardona.

Para conocer mejor cómo funciona el estilo gallardista de pedir las cosas, podemos dividir cada caso en tres componentes principales: el deseo, la demanda y la víctima.

Por ejemplo: el gobernador quiere que su afición personal, los concursos de charrería, sean realizados en un centro de espectáculos nuevo que se construya en San Luis Potosí (el deseo); por ello, Gallardo Cardona anuncia que el gobierno habrá de construir la nueva “Arena Potosí” con una inversión de 290 millones de pesos (la demanda), y en consecuencia, decide de forma unilateral ejercer dinero del erario público, en un proyecto que parece más privado, sin concensarlo con la ciudadanía o su bien amaestrado Consejo Consultivo Potosí (las víctimas).

Una ciudadana cuyo proceso al interior del sistema judicial ha sufrido retrasos se presenta con el gobernador, le solicita ayuda y Gallardo Cardona decide que no quiere quedar mal ante las cámaras de la prensa, él quiere verse, no como un servidor, sino como un salvador (el deseo); por ello, ante los micrófonos de los medios y frente a la quejosa, el gobernador emite la orden de que se llame a la Presidenta del Supremo Tribunal de Justicia del Estado para que atienda el caso directamente y lo resuelva a la brevedad (la demanda); como resultado, la magistrada sale a medios días después y afirma que sí se atendió a la ciudadana, pero que no fue porque el gobernador dijo, sino porque es su trabajo (quiera o no verlo: víctima).

Gallardo Cardona se entera que la junta de gobierno del Interapas aprobó solicitar un aumento del 24 por ciento a la tarifa de agua potable para los tres municipios integrantes del organismo y decide que es un gran momento para colgarse la bandera de “defensor del pueblo”, lo que quiere es mostrarse como un ciudadano inconforme más (el deseo); como quien mata al perro para acabar con la plaga de pulgas, el gobernador lanza un mensaje en el que enumera las omisiones y fallas del Interapas, por lo que pide que primero se revise el organismo y se revise la gestión del director, Enrique Torres López, antes de emprender un aumento a la tarifa (la demanda); por casualidad o conveniencia, el gobernador, de forma indirecta, pide al alcalde Enrique Galindo que retire de su puesto al director del Interapas, pues de lo contrario, Galindo Ceballos será tildado de traidor de la ciudadanía (las víctimas).

Como los enumerados hasta aquí hay muchos otros casos de mandatos fugaces que han brillado más por lo escandaloso que por lo factible. En el fondo, esa es justo la pata de la que cojean la mayoría de las exigencias del gobernador: tienen la intención, pero no un adecuado respaldo técnico.

La carencia de una planeación, o mínima coherencia, en muchas de las peticiones del gobernador ha provocado que muchas de ellas suenen a ocurrencias y que incluso funcionarios de su propia administración tengan que salir a dar de maromas para intentar aminorar las implicaciones de sus propuestas (como en el caso del aumento al salario mínimo a nivel subnacional, sobre el cual dos secretarios ya dijeron que es poco menos que imposible).

El otro gran problema de esta forma de gobierno a base de listas-de-deseos, es que pasa por encima de mecanismos como la gobernanza, la consulta, la participación ciudadana, la división de poderes, las esferas de competencia, los diseños adecuados de políticas públicas y hasta por encima de su propio Plan Estatal de Desarrollo.

La personal teoría de quien escribe estas líneas, es que el gobernador no conoce otra forma de administrar el ejército de potenciales súbditos que componen el entramado de instituciones del estado; sin embargo, desde este espacio, le extendemos una amable solicitud para que revise lo que ya se ha escrito sobre estas formas de gobernar.

En febrero de 1994, se emitió al pueblo de México un discurso que entre sus líneas guardaba esta precisión:

“El que manda obedece si es verdadero, el que obedece manda por el corazón común de los hombres y mujeres verdaderos”, más allá de la dualidad contenida en la frase, a lo que alude, cuando refiere a quienes gobiernan, es que estos también deben obedecer a los intereses de la ciudadanía si es que son servidores públicos íntegros y sinceros. No solo a sus intereses y deseos personales, no solo a través de demandas personales, no solo haciendo de sus pares un campo de víctimas políticas.

Más sencillo sería conseguir peras del olmo, que conseguir a un gobernador supeditado a las consideraciones mínimas de la ley y el estado de derecho, por ello solo apelamos a su mesura. Si no puede intentar obedecer, al menos no insista en mandar.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.

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