Abelardo Medellín Pérez
A pesar de ser un ente público, común y de todo, un gobierno también puede incurrir en actitudes egoístas, sobre todo cuando es guiado por el ego de un solo personaje, y entre las diversas bajezas en las que puede caer el ejercicio egocentrista, ninguna es tan vil como aquella en la que se ignora una catástrofe para sostener una pantomima conveniente.
Desde septiembre de 2022, la experiencia colectiva de quienes sobrevivimos las 5 olas de contagios por covid-19, nos dejaba ver que una nueva ola se acercaba y podía ser prevenida. No solo teníamos nuestra historia reciente para preverlo, sino que especialistas como Andreu Comas García, profesor e investigador del Centro de Investigación en Biomedicina y Ciencias de la Salud (CICSaB) de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) avisaron desde meses atrás que una sexta ola, convergente con contagios masivos de otras enfermedades, era una certeza que debía ser atendida.
Sin embargo, mucho antes de que comenzaran a sonar las alarmas sobre una posible sexta ola, la postura férrea del gobierno en turno era clara: todas las medidas son aceptadas, mientras no tengan que ver con restricción de espacios, cierre de negocios y obligatoriedad del uso de cubrebocas.
Desde abril esas eran las únicas negativas; el gobernador y su administración justificaban dejar las medidas de protección al libre albedrío de la ciudadanía y, desde entonces, ampararon su desentendimiento en evitar una calamidad económica, sin importar la calamidad sanitaria a la que le abrieron la puerta.
Y luego de meses de una Fenapo masiva, un Xantolo atiborrado de turistas y decenas de eventos que solo sirvieron para aglomerar gente (transmisiones de juegos, eventos de gobierno, inauguraciones y arranques de obra), el gobernador coronó el 2022 con una Feria Navideña que comenzó el 29 de noviembre con el concierto reprogramado de J. Balvin.
Aún entonces, el no aplicar medidas restrictivas como el uso de cubrebocas fue una política de omisiones que defendió a capa y espada el gobernador.
Esta semana, luego de un año de negativas y reniegos, los Servicios de Salud del Gobierno del Estado informaron que se volvería obligatorio el uso de cubrebocas, tanto en espacios abiertos como cerrados.
¿Cómo es que, tras un año de resistencia, los Servicios de Salud por fin asumieron la misión de devolver esta medida? Pues tuvieron que ocurrir dos cosas:
En primer lugar, pese a que en materia de hospitalizaciones la situación se ha tildado como manejable, en lo que refiere a los casos diarios, la situación se ha agravado cuantiosamente.
En la semana del 29 de noviembre al 5 de diciembre, el número promedio de casos era de 48.57 contagios por día; mientras que, en la semana del 21 al 27 de diciembre, el promedio ha sido 142.8 casos por día. Es decir, se triplicaron los casos diarios en poco más de dos semanas.
Lo anterior sin mencionar la problemática que significó la concurrencia de nuevas variantes de covid-19, influenza y la llegada del virus sincicial respiratorio.
El segundo factor que permitió la repentina obligatoriedad del cubrebocas fue la ausencia del gobernador Ricardo Gallardo Cardona en la palestra pública.
Desde el 22 de diciembre, el gobernador potosino canceló sus presumibles jornadas de 17 horas diarias de trabajo y ha aprovechado los últimos días para, por fin, disfrutar de su vida privada.
Este periodo de ausencia de poder, pareció el más adecuado para aplicar una medida tan controversial e incomoda para el gobierno. Porque limitar libertades, no es una política pública tan atractiva como afirmar que todos tienen la libertad de disfrutar indiscriminadamente de festividades inventadas para drenar erario público y acumular aprobación pública artificial.
En suma, hay que ser justos y mencionar que el uso obligatorio del cubrebocas ya no es más una medida preventiva indispensable, pero aún es de las más recomendadas en espacios cerrados.
Lo interesante de la reciente declaración de obligatoriedad de la medida, es en realidad que tuvieron que multiplicarse los casos para que fuera aplicada (entonces persiste el modelo reactivo por encima del preventivo) y por otro lado que se necesitó sacar al gobernador de la cancha de la opinión pública para anunciar la decisión.
Luego entonces, se reafirma lo ya sospechado: el gobierno no cumple con sus compromisos con la prevención y, ahora podemos estar seguros, el elemento más estorboso para hacer políticas públicas en favor de la gente… es el gobernador y sus opiniones.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.