Ángel Castillo Torres
Los priistas potosinos que por convicción o conveniencia decidan permanecer en el PRI con la esperanza de obtener una candidatura para jugar en las elecciones de 2024 deben saber desde ahora que no será a través de métodos democráticos como se definirán estas oportunidades. Les conviene tomar en cuenta que en política no cabe la ingenuidad. Ya lo dijo hace muchos años uno de los padres fundadores del PAN, don Manuel Gómez Morín: “Que no haya ilusos, para que luego no haya desilusionados”. Si de verdad aspiran a obtener una candidatura, hombres y mujeres del PRI deben asumir que hay reglas no escritas que son las que finalmente determinan quiénes serán los favorecidos. La observación es oportuna ya que desde ahora hay aspirantes incautos que creen que una candidatura se gana en un proceso interno con reglas apegadas a un ideal democrático. No es así, ¡despierten! Sean sensatos para lograr su sueño. Además, consideren que ser candidato de su partido no les garantiza llegar a ocupar un cargo de elección popular. Para los candidatos del PRI desde hace tiempo es difícil ganar. No solo por la complejidad de las contiendas y el alto nivel de competencia, sino sobre todo porque el tricolor es un partido en bancarrota. En las últimas elecciones ha sido apaleado en las urnas, está desacreditado por ex gobernadores corruptos, ex presidentes de la república igualmente deshonestos, funcionarios intrascendentes y legisladores impresentables y camaleónicos; ocupa un encogido cuarto lugar en las preferencias electorales, ha sufrido las renuncias de importantes liderazgos y se haya extraviado ideológicamente; por ello resulta un acto osado, propio de un mártir o chivo expiatorio, representar al tricolor en una competencia electoral. Sin embargo es seguro que habrá valientes que estarán dispuestos a jugársela y otros, los más ladinos, esperarán agazapados en las sombras la oportunidad de quedarse con las posiciones de representación proporcional (plurinominales).
Las reglas no escritas
En el PRI hay toda una tradición convertida en cultura política que dio vida a un conjunto de reglas no escritas que son las que al final de cuentas determinan quién recibe el privilegio de ser candidato o candidata. Estas reglas no aparecen en los Estatutos que rigen la vida interna del tricolor. Son prácticas, usos y costumbres, símbolos, formas de apropiación de la realidad y narrativas épicas de un pasado que fue a dar al basurero de la historia los que finalmente determina si un militante, simpatizante o externo obtiene una postulación. Me explico. En el pasado, durante la era paleolítica del PRI, para obtener una candidatura la voluntad de un gobernador era determinante (regla no escrita). Ahora como los gobernadores priistas son una especie en extinción el que decidirá será Alejandro Moreno y su pandilla de cómplices que tienen secuestrado al PRI y que en 2024 de disponen a ejecutar con total descaro el tradicional “dedazo”. Hay adicionalmente otros factores que un suspirante debe considerar para tener éxito. Se debe acreditar una militancia, aunque sea light, en un sector u organización del PRI, ello puede facilitar las cosas. El corporativismo sigue vigente en el tricolor, aunque sus sectores y organizaciones sean solo tigres de papel, cascarones vacíos que ya no tienen las fortaleza y capacidad de presión y movilización de la época dorada del priismo hegemónico. A los sectores y organizaciones priistas se les asigna una “cuota” de candidaturas por default. Así que algunos aspirantes priistas resultarán candidatos por pertenecer a la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), la Confederación Nacional Campesina (CNC), la Confederación de Trabajadores de México (CTM), al Movimiento Territorial (MT) o porque son parte de la organización de jóvenes priistas. Esto es lo que al interior del PRI se conoce como sistema de cuotas (otra regla no escrita). Pero hay más. Cuenta, y mucho, ser familiar de un líder poderoso a nivel estatal o nacional; esta es una vía rápida para conseguir una candidatura (el famoso nepotismo, regla no escrita). Por otro lado hay militantes de élite (gatos de angora) que logran llegar a una candidatura gracias a sus habilidades cortesanas. Son encantadores de serpientes. Aduladores profesionales. Hombres y mujeres especialistas en cultivar paciente y permanentemente el ego de los personajes que mandan en el PRI; son expertos en practicar la genuflexión en grado sublime. También son cualidades importantes para lograr una candidatura la rentabilidad electoral del aspirante; la experiencia política también cuenta, y algo fundamental, se debe tener el dinero suficiente para invertir en la campaña. Recuerden los ahora aspirantes que: “Un político pobre es un pobre político” (Carlos Hank González, dixit). No esperen inocentemente que el Comité Ejecutivo Nacional les vaya a pagar su campaña, lo más que les darán será propaganda en especie y algunos tiempos en radio y televisión. Así que desde ahora ya vayan engordando su cochinito para que tengan lo suficiente para afrontar los enormes gastos que demanda una campaña política. Si usted es un aspirante que carga con algunos pecados de corrupción o ineptitud cometidos en su desempeño como funcionario, alcalde o legislador, ¡no se preocupe! En la mayoría de los casos eso no importa, siempre y cuando tenga usted rentabilidad electoral.
Procedimientos. ¿Cómo se elegirán los candidatos?
En primer lugar consideremos los métodos estatutarios de elección. Ya se sabe que sólo hay tres procedimientos: Convención por Delegados, Elección a través de la Comisión para la Postulación de Candidatos y Consulta a Militantes y Simpatizantes. Cada uno de estos métodos es un procedimiento de democracia dirigida, es decir simulada. Cierto que hay formalmente un proceso electivo pero éste sirve sólo para legitimar una decisión tomada desde la cúpula.
La Convención de Delegados se integra con militantes que proponen los sectores y organizaciones del partido. Otra parte se completa con priistas de base que son electos en asambleas de sección controladas por los alcaldes y líderes locales (Estructura territorial). Días antes de celebrarse la Convención se da “línea” para votar por el precandidato que las élites han decidido (léase Alito y sus secuaces). Como existe una disciplina férrea pocos se oponen a la imposición. Si acaso como catarsis se respeta el “derecho al pataleo”, luego se procede a la “operación cicatriz” y sanseacabó:
¡Habemus candidato!
En casos especiales se designa de manera directa al candidato sin tomar en cuenta a los militantes y simpatizantes. Esta forma de elección de candidatos se realiza a través de una junta de notables que se denomina Comisión para la Postulación de Candidatos. Este órgano elector se integra por priistas que obedecen sin chistar lo que se les ordena. Forman dicha Comisión los incondicionales: El presidente del Comité Directivo Estatal, la titular de la Secretaria General del PRI, el dirigente de la CNOP, el dirigente de la CTM, el dirigente estatal de la CNC, el presidente del Comité Directivo Municipal en la capital, la titular del Organismo de las Mujeres y un integrante de la dirigencia de la Red Jóvenes por México. Ellos avalan sumisamente una decisión tomada desde las alturas. Finalmente hay que pasar por una aduana difícil de cruzar que cumple funciones de filtro: el ICADEP, Instituto de Capacitación Política Jesús Reyes Heroles. Para poder ser precandidato éste Instituto aplica exámenes muy difíciles a los aspirantes. Muchos reprueban misteriosamente porque hay una mano negra y peluda que decide quiénes pasan y cuáles deben reprobar. Sólo caminan los que ya han sido palomeados por los dueños del partido. Por último está el tema del pago de cuotas al partido. Quienes se inscriben en la fase previa (aspirantes) deben ponerse al corriente con su aportación monetaria en favor del partido. Los estatutos del PRI obligan al militante a pagar un 5% de su ingreso mensual como cuota. Pero como los dirigentes del partido no tienen certeza de cuánto gana un aspirante le impone una aportación promedio –caprichosa– que oscila entre 200 y 500 pesos por mes debiendo pagar un año como mínimo (entre 3 mil y 6 mil pesos). Conclusión: Los que aspiran a obtener una candidatura en el PRI para jugar en 2024 deben estar dispuestos a vivir este calvario.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es psicólogo y maestro en Ciencias de la Educación. Fue delegado de Villa de Pozos en 2022 y subsecretario de Gobierno de 2016 a 2017. Presidió el Comité Directivo Estatal del Partido Revolucionario Institucional en 2013. También fue director general del Sistema de Financiamiento para el Desarrollo del Estado. Ocupó los cargos de regidor en la capital potosina (2007) y de diputado local de la LVI Legislatura (2000). Impartió clases en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.