56 fallas después

Por Victoriano Martínez

El alcalde Enrique Galindo Ceballos presentará esta mañana en el Congreso del Estado su plan emergente para resolver el problema del abastecimiento de agua potable en la zona metropolitana con el manipulado argumento de que se trata de una crisis provocada porque se dejará de contar temporalmente con la presa El Realito como si el abastecimiento total dependiera de ella.

En todo caso, la emergencia en el abastecimiento apareció de manera intermitente desde el 2016, cuando se registraron las tres primeras fallas en el acueducto que trae el agua de El Realito a la Ciudad y las 40 colonias abastecidas con ese caudal tuvieron que ser atendidas de manera extraordinaria con pipas.

Pasaron dos presidentes de la Junta de Gobierno del Interapas, Ricardo Gallardo Juárez y Xavier Nava Palacios, a quienes les tocó poner en marcha la entrega emergente de agua con pipas en esas 40 colonias en 20 ocasiones sin que consideraran una medida de mayor alcance.

Desde 2016, pues, el acueducto de El Realito se convirtió en el villano favorito responsable de la escasez de agua. Nada mejor que enfocar los reflectores en sus 56 fallas para que en el imaginario colectivo se culpara a las fallas en el acueducto, cuando en más del 75 por ciento de la zona urbana la falta de agua era responsabilidad directa del Interapas.

La utilidad del agua de El Realito que se fugaba en el camino resultó muy útil para que la autoridad responsable de proporcionar a la población, y con ello garantizar el derecho humano al acceso al agua de calidad, se lavara las manos sin atender el fondo del problema.

Dos ex alcaldes no vieron la necesidad de medidas de fondo ante 20 fallas en el acueducto. O si la vieron, no lograron ni presupuestar recursos para avanzar en ello (por lo menos poner las bases), ni convencer a las instancias que podrían autorizárselos para contar con esos fondos.

Uno de los problemas de la ciudad que Galindo Ceballos ofreció resolver en campaña fue el del abastecimiento de agua potable. Es de suponer que conocía ese antecedente sobre las fallas en el acueducto de El Realito y actuaría en consecuencia.

Lo hizo, pero de manera declarativa y saltando de proyectos en proyectos que daba por hechos, pero sin que se concretara ninguno, a pesar de que en sus 15 meses como alcalde y presidente de Interapas ya le tocó poner en marcha la entrega emergente de agua con pipas a las 40 colonias afectadas.

Si las fallas en el acueducto de El Realito eran el villano de la escasez de agua, su solución fue la fantasiosa panacea que garantizaría el agua para 125 años a la ciudad, hasta que ni la empresa responsable invirtió en la reparación de fondo de los ductos y, por si la situación no pudiera estar peor, la presa presentó fisuras.

Una doble y exponencial villanía que catapulta su potencial como culpable de todos los males provocados por la escasez de agua en la ciudad: si las fallas en el acueducto lo eran, la inutilidad de la presa es el acabose. Como si antes de 2015, cuando se inauguró El Realito, la ciudad no existiera… o no necesitaba agua.

Si se le suman pronósticos de sequía, la mesa está puesta para que aparezca un héroe con un plan emergente que merezca ser presentado en la máxima tribuna estatal: el salón del Pleno del Congreso del Estado… Bueno, ahí hubiera querido presentarlo Galindo Ceballos, pero no se le hizo. Lo hará en el salón Venustiano Carranza en la sede legislativa de Vallejo 200.

Una presentación precedida de propaganda y boletines con la lista de las colonias favorecidas con pipas cada día y un comunicado que informa de la entrada en operación de tres pozos para abastecer cinco fraccionamientos… ninguno de los 40 afectados por El Realito.

Un plan emergente que comienza a resolver, de manera parcial y sin atender las cuestiones de fondo, lo que –por ser una obligación constitucional de la autoridad (artículo 12 y 114 frac. III)– no tendría que ser un problema, pero se le dejó ser: garantizar como un Derecho Humano el acceso al agua de calidad.

Algo así como que El Realito abrió la posibilidad de convertir el cumplimiento deficiente de una obligación constitucional en un plan emergente revestido de promoción personal y con propaganda como si se realizaran acciones extraordinarias… y se les tuviera que aplaudir.

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