Abelardo Medellín Pérez
La agenda cultural y el interés por ella no existen en la administración estatal de San Luis Potosí que dirige Ricardo Gallardo Cardona.
No hay más verdad que esta. Tal vez el beneficio de la duda le fue otorgado al gobernador cuando afirmó que todo el aparato del estado, infectado por esa perniciosa enfermedad hipocondríaca que es “la herencia maldita”, sería intervenido con la finalidad de reparar cada área afectada. Muchos esperaban que, así como los recursos serían devueltos al “pueblo”, hubiera una intención de retirarle el privilegio cultural a las élites enquistadas en museos, centros culturales y escuelas de este rubro.
Sin embargo, la perspectiva cultural nunca estuvo presente de forma relevante en la campaña a la gubernatura y, en consecuencia, al llegar al cargo el gobernador decidió, sin mucha pena, sacrificar a la cultura para poder atender todo lo demás que (al menos se imagina) entiende mejor.
Bien sabido entre los grupos que se dedican a la promoción de la cultura que, en diciembre del 2021, en el momento en que Gallardo Cardona se sintió cómodo en la silla, se giró la orden desde sus oficinas de que se debía recortar un tercio de la plantilla laboral de las dependencias culturales.
Hubo verdaderos defensores de los proyectos culturales, como el entonces director del Instituto Potosino de Bellas Artes, Juan José Campos Loredo, quien se negó a diezmar a su personal. En respuesta a la subordinación, el gobierno lo diezmó a él y lo retiró del cargo.
El ejemplo de lo ocurrido con la dirección del IPBA, fue el primer ejemplo de cómo la administración no llegó con intenciones de mejorar, sino de aleccionar. Poderosa lección se llevaron en todas las dependencias: “te alineas o te retiras”.
El vaticinio de esta lógica (obedecer o padecer) era que, en un futuro cercano, el gobierno, así como podía disponer de profesionales remilgosos, podría soportar a incompetentes sumisos.
Ese futuro cercano está aquí, ahora.
Las últimas semanas, voces de la sociedad civil, usuarios de redes sociales e incluso artistas han denunciado la dirección, altamente cuestionable, de Odín Patiño al frente del Museo Francisco Cossío. El ex futbolista, parte de la colección de contactos faranduleros del gobernador, recibió del gobierno (en su inicio) un puesto como director de Desarrollo del Deporte en el del Instituto Potosino de Cultura Física y Deporte (INPODE). Sin embargo, para noviembre del año pasado se le cesó del puesto y, en consolación para él y tragedia para todos, se le entregó la dirección del Francisco Cossío.
Clases de Spinning durante festivales de arte, intentar cobrar cuota para permitir exposiciones, difusión de eventos religiosos desde una secretaría que debería ser laica; los señalamientos contra Odín Patiño, mientras avanzan las semanas, se acumulan y dan forma a una pila de desafortunadas equivocaciones que comienzan a apestar.
¿Pero cómo dijimos? Cierto: el gobernador Gallardo Cardona tolera más al incompetente sumiso que al profesional crítico.
Y en ese tenor se ha archivado el asunto. Durante todo marzo por decenas fueron las críticas que en su generalidad pedían la destitución del ex futbolista. Pese a que era el movimiento lógico, sobre todo en un gobierno que se jacta de tener la fortaleza para hacer cambios necesarios, dicho cese no se ha dado. Odín Patiño sigue firme en su puesto y solo él y el gobernador, saben la magnitud de la promesa o deuda política que lo tiene en estado de “intocable”.
Los último siete días, el gobernador ha sido asediado constantemente con la pregunta lógica: “¿Cuándo se va Odín Patiño?”, el gobernador ha afirmado que su administración no tolerará a Odín, pero tras la máscara del “líder decidido” el jefe del ejecutivo no ha movido ni un dedo para hacer efectivo su dicho. Gallardo Cardona le ha tirado la bolita del despido a la secretaria de Cultura, Elizabeth Torres Méndez; pero Torres Méndez (otro perfil servil) se ha aferrado a la postura de “se hará lo que diga el gobernador” y como el gobernador no ha dado el golpe de timón, Elizabeth tampoco actúa.
Al verse contra la espada (de la incongruencia) y la pared (de tener que accionar), el gobernador ha optado por hacer rodar cabezas frente al circo público, para ver si así se olvidan de Odín.
Gallardo Cardona anunció que serían retirados de sus cargos Elizabeth Rodríguez Romero del Centro de las Artes y de Emilio Eduardo Briones del Museo de la Máscara. ¿Por qué?, ¿son los intercambiables?, ¿son sujetos de disposición arbitraria?, ¿hay razones para emprender dichos cambios? Quejas seguro hay contra ellos, porque siempre hay quejas, pero si fuera el caso, ¿dónde está el anuncio oficial de la salida de Odín Patiño?, ¿por qué deja tan en claro la salida de estos directores, pero deja en el limbo el tema del Francisco Cossío? Ya lo dijimos: es un intocable, por alguna razón.
Mientras el despido cuaja o no cuaja, en San Luis Potosí la agenda cultural sigue atada a la voluntad del gobierno el Estado y en detrimento de quienes de verdad se interesan por ella. Incluso en aquellas expresiones culturales relacionadas con las creencias de la ciudadanía, el gobierno ha inmiscuido sus intereses sin pensar en sus alcances.
La procesión del silencio en la capital potosina, un evento confesional que durante casi siete décadas fue organizado por la sociedad civil y la iglesia, hoy fue intervenido de forma violenta y confrontativa por el gobierno del estado con la única finalidad, no de que salga bien y bonito, sino de que cargue consigo los logos y la huella verde que ordenan desde palacio para todo evento púbico.
Hoy la procesión, una actividad que en su expresión pública solo se relaciona con la fe de la gente, se le ha impuesto la marca gallardista con la finalidad de ser un vehículo de propaganda gubernamental. Nada abona a la procesión, nada salvó el gobierno, nada mejoraron con sus “buenas intenciones”; esta fue una colonización del estado a la iglesia, y el Monseñor Jorge Alberto Cavazos Arizpe, arzobispo del estado, no ha dicho ni pío contra tal avanzada. ¿Será que no puede levantar la voz luego de que el gobierno, aprobara la donación de un terreno de 6 mil 290 metros, en Ciudad Satélite para la construcción de un santuario?, ¿eso cuesta doblarle el brazo a la iglesia?
Sostener a impresentables, disponer de profesionales como chivos expiatorios, intervenir expresiones espirituales que también forman parte de la cultura y muchas, muchas, acciones más, demuestran que las políticas públicas en materia cultural no están en segundo plano, sino que son prácticamente inexistentes en este gobierno.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.