Gloria Serrato
La población infantil es la más vulnerable en diferentes aspectos en razón de la edad en su dignidad, y su corporalidad, con hechos como son el abuso sexual, el maltrato físico, psicológico, trabajos forzados y acciones que transgreden el derecho a su sano desarrollo.
El abuso sexual es una de las acciones más graves que se cometen en contra de niños, niñas y adolescentes, porque transgrede su dignidad, afecta el crecimiento y desarrollo pleno al que tiene derecho, así como su esfera psicosocial.
De acuerdo con datos de Alumbra, una organización civil que trabaja en contra de la violencia infantil, reportó en 2021 que aumentó en un 87% los delitos de abuso sexual en los últimos cinco años en niños, niñas y adolescentes.
Esta misma organización refiere que en 2021 se registraron 54,314 delitos sexuales cometidos en contra de niñas, niños y adolescentes, de ese número 115 niñas y adolescentes fueron víctimas de feminicidio, en ese mismo periodo, aumentó el delito de trata de personas contra niñas, niños y adolescentes, refiriendo un aumento después de la pandemia.
La emergencia sanitaria que vivimos por la pandemia del COVID-19, puso en una mayor vulnerabilidad y riesgo a niñas, niños y adolescentes que debieron quedarse en sus casas para evitar los contagios de esta pandemia, y lo que provocó fue que al estar en su casa o en la de algún familiar fueran más susceptibles a ser víctimas de delitos sexuales. Sabemos que principalmente las personas que agreden a las niñas, niños y adolescentes son familiares cercanos o amigos del círculo familiar.
La investigación que realizó Alumbra, integrada por 50 organizaciones de la sociedad civil y agencias nacionales y organismos internacionales, mencionó que la incidencia más alta de delitos sexuales se registraron en Quintana Roo, Baja California Sur, Querétaro, Chihuahua y LA Ciudad de México, siendo los principales delitos la violación, delitos sexuales, acoso sexual, violación equiparada, hostigamiento sexual e incesto.
Las niñas y niños sobrevivientes de delitos sexuales, tienen dificultades para la convivencia diaria, para el aprendizaje, para su desarrollo pleno como persona, porque en medio de una agresión sexual, hay actos de intimidación, amenazas, chantajes, que debilitan la autoestima de las infancias. Una agresión sexual va aparejada con las emociones de los niños y las niñas que la viven, y le cuesta trabajo poder integrarse de manera eficiente con el resto de las personas que les rodean.
Sigue siendo un tema complejo que las familias denuncien este tipo de delitos cuando son cometidos por familiares, pues aún se protege a la persona que agrede, además de responsabilizar a las niñas, niños y adolescentes: este tipo de hechos en el seno familiar provoca diversos trastornos que pueden ser irreversibles.
El trabajo a realizar por parte de las instituciones y la sociedad civil debe estar orientado hacia la prevención en las familias y la comunidad, para la protección más amplia de niñas, niños y adolescentes.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es periodista y abogada, doctora y maestra; especialista en atención a víctimas, derechos humanos, transparencia y salud. Actualmente es directora general del Instituto de las Mujeres de San Luis Potosí. Anteriormente se desempeñó como directora de Derechos Humanos en la Fiscalía General del Estado; fue comisionada de la Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas y presidenta de la Mesa Interinstitucional de Feminicidios. Cuenta con diversas publicaciones entre las que destaca su tesis doctoral Construcción de Personajes: El Subcomandante Marcos y la prensa en México 1994 a 1995.