Abelardo Medellín Pérez
La competencia por concentrar el poder, sobre todo en un contexto donde el poder ya recae en manos de unos cuantos, casi siempre va acompañada de sacrificios, excesos y atentados, que no serían permisibles en ningún estado que se considerara democrático, pacífico, justo o equilibrado.
El actual gobierno estatal, liderado por Ricardo Gallardo Cardona, lo sabe bien. Rumbo a la siguiente elección (porque nunca hay que olvidar que la franquicia partidista que los respalda, sirve más para competir que para gobernar), el gobierno ha sacrificado mucho:
Las prioridades obvias de un gobierno, han sido sacrificadas por dádivas disfrazadas de becas, coacción disfrazada de apoyo, compra de voluntades disfrazada de show gratuito. La razón y la pertinencia que debe tener toda administración pública, han sido sacrificadas para obtener a cambio un agrado semi amargo de parte de la ciudadanía. Sí, aprobación y popularidad, pero a costa de no ser un gobierno, sino una paternalista maquinaria que busca la mínima conformidad.
De los excesos ni hablar. En este gobierno todo es demasiado grande o demasiado inexistente.
Puentes, monumentos, obras, arenas, proyectos, pinos, festivales, todo se ha gestionado a través de la clave del exceso. Pero al mismo tiempo, como quien ignora que la virtud es un punto medio entre estos males, la administración estatal también gestiona a través de la carencia. Carencia de comprensión ante la burocracia sindicalizada, carencia de recursos para las entidades que hacen funcionar a un estado, carencia de autonomía para organismos que la necesitan para funcionar, carencia de información pública para saber cómo se invierte el dinero de los potosinos, carencia de transparencia, carencia de empatía.
El gobierno de Gallardo Cardona, tiene exceso de “pueblo” y carencia de “ciudadanía”, dicho así para entender mejor sus males.
Al gobierno solo le faltaba un indicador para evidenciar sus ansias de comenzar a competir por todo aquello que le faltó conquistar en estos dos años de gobierno: los atentados.
Si bien es cierto que el actual gobernador potosino ha hecho patente su manera particular de gobernar a través de la descalificación, en sus acciones, el único lugar donde hacia sentir su interés (por intervenir) o su desinterés (a través del abandono), era en las dependencias del gobierno a su cargo.
Sin embargo, un hecho reciente ha demostrado que la maquinaria del partido en el poder, el PVEM, ya comenzó la avanzada, también desde el gobierno, para sendas que le permiten obtener sus objetivos en la elección del 2024.
Hace unas semanas, en este mismo espacio afirmamos que el gobierno estatal utilizó al alcalde matehualense Iván Estrada Guzmán para taparle el ojo al macho y desviar la atención de las claras omisiones en materia de seguridad que reveló el caso de los más de 50 migrantes indocumentados que fueron secuestrados en tierras potosinas.
Entonces, mencionamos los señalamientos y las investigaciones contra Estrada Guzmán como una campaña para desviar la atención y cargarle culpas a alguien lo suficientemente lejano del gobierno estatal.
Sin embargo, los hechos recientes muestran que no bastó con hacerlo blanco de la culpa, al alcalde de Matehuala buscan hundirlo para limpiar el camino por conquistar el ayuntamiento de ese municipio.
¿Por qué Matehuala? Pues porque es el municipio que no se ha doblegado. A diferencia de lo que dictan los manuales de “Estilo Gallardista de Gobierno”, con excepción de unas cuantas guardas en las calles y un par de bardas, los espacios públicos en Matehuala han sido intervenidos con un distintivo color azul-panismo.
Ciertamente Matehuala es uno de esos municipios que, al momento de hacer los cálculos en busca del triunfo electoral, es necesario tener de tu lado. De acuerdo con el censo de población y vivienda 2020 del INEGI, Matehuala es el 4 municipio con más población después de San Luis Potosí, Soledad de Graciano Sánchez y Ciudad Valles. Los tres primeros lugares en población o ya son verdes o están en camino de serlo, pero Matehuala tiene esta singularidad de no serlo y además no haber sido trabajado como para abrir la brecha.
Con esto en mente, se vuelve obvio que las acusaciones de omisión a la autoridad, la intervención y desarticulación de la policía municipal, las recientes acusaciones de colusión con el crimen organizado y las muestras de indiferencia desde el gobierno del estado, no son más que estrategias autocráticas para suprimir una resistencia que ni siquiera está ahí.
El único pecado del alcalde de Matehuala hasta ahora es no haber hecho lo que el gobierno quiere que haga. Mientras que una panista del altiplano como María Guadalupe Carrillo Rodríguez, logró encontrar razones suficientes para irse al PVEM, el alcalde panista de uno de los municipios más grandes de esta región aún no ha sucumbido a la presión que, seguro ponen sobre él, personajes como los diputados locales y federales que representan su localidad (ambos Segovia y ambos entregados al proyecto del PVEM).
El alcalde tampoco ha contribuido a la maquinaria electoral que son los programas sociales del gobierno estatal. Recibe y presencia las entregas de apoyos y las mal llamadas “becas”, pero no las promueve. No como en Real de Catorce, donde ex colaboradores del ayuntamiento operaron entregas de despensas o como ocurrió en municipios como Villa de la Paz donde la entrega de despensas era vigilada por la autoridad municipal.
A los ojos del gobernador y sus cercanos (sobre todo quienes tienen aspiraciones electorales), el alcalde no es un inocente servidor público, es un elemento indeseable. Contra él, cuando sea el momento, se emprenderán acciones más duras que una simple campaña de descalificación basada en audios o dichos. Estrada Guzmán deberá buscar una forma de tocar tierra y protegerse, porque contra él ya pesan carpetas de investigación, la sospecha de vínculos con el crimen y la dolosa afrenta de no convocarlo más a eventos ni reuniones con el gobierno estatal.
La bien aceitada y perniciosa maquina de amasar votos que es el partido oficialista en San Luis Potosí, ya comenzó a peinar el terreno y abrirse paso rumbo al 2024, faltará ver contra qué ayuntamientos procede primero para saber qué intereses políticos sostiene. Mientras eso pasa, queda claro que el primer atentado de guerra sucia se dio y se perpetuará en Matehuala. Nos queda por ver cuál es la siguiente acción, la siguiente campaña obscura, la siguiente revisión sorpresa, que transformará a Estrada Guzmán, de chivo a víctima.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.