Violencia de género, dos perspectivas y una expectativa

Por Victoriano Martínez

Desde hace un buen tiempo, figurar como alguien que emprende acciones para el combate a la violencia de género se ha vuelto una actitud políticamente correcta, lo que implica que entre quienes la asumen puede haber desde grandes simuladores hasta quienes promueven proyectos serios cuya prueba de fuego es que logren mantenerse en el tiempo y alcanzar sus objetivos.

Así, un legislador puede aparentar que está muy preocupado en el tema y creer lograrlo con iniciativas en las que se limita a copiar-pegar disposiciones de otro Estado y plagiar como argumento de justificación el estudio Violencia contra la mujer. Comentarios en torno a la ley general de acceso a la mujer a una vida libre de violencia, de María de Montserrat Pérez Contreras.

Una simulación tan desafortunada, que el interés en el tema no le alcanzó al diputado René Oyarvide Ibarra para darse cuenta de que el estudio plagiado se elaboró en 2008, que algunos conceptos fueron superados incluso por reformas constitucionales y quedaron desactualizados y que presentó iniciativas que pudieron considerarse buenas… hace 15 años.

Todo sea por no sólo por simular preocupación por el tema de la violencia de género, sino también por aparentar mucho trabajo legislativo, de ese que en el argot del Congreso del Estado desde hace décadas se identifica como el vicio denominado iniciativitis, que lo único que logra es abultar el rezago legislativo sin aportar mucho para actualizar el marco legal del Estado.

Las tres iniciativas presentadas por Oyarvide Ibarra son sin duda un ejemplo de ese trabajo simulatorio en el que como promovente de la iniciativa queda exhibido.

En el otro extremo, durante el foro universitario “Por una Igualdad Sustantiva y la Erradicación de la Violencia de Género”, Urenda Navarro Sánchez, titular de la Defensoría de los Derechos Universitarios, presentó parte de los resultados de la Consulta Pública para la construcción de estrategias en materia de género y erradicación de la violencia en la UASLP.

“Nos dimos cuenta que era necesario un diagnóstico de los síntomas, es decir, saber qué es lo que requiere la comunidad, que nos ayude a identificar las causas estructurales de esos síntomas de la violencia en el contexto universitario, para desde ahí trazar las estrategias que incidan en la erradicación de esas problemáticas y no solamente atacar los problemas superficialmente”, explicó.

Al tratarse de un proyecto de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la expectativa que genera es que se logre un conocimiento sobre la ruta que se puede seguir para resolver la violencia de género que pueda ser replicado en otros sectores de la sociedad, y no sólo el ámbito universitario.

De acuerdo con lo expuesto por Navarro Sánchez, se puede decir que ya se tiene un diagnóstico sobre los síntomas y se comenzarán a identificar las causas estructurales de la violencia para pasar a trazar las estrategias para erradicar la violencia en el contexto universitario.

Un primer paso dado, el segundo en proceso y el tercero en puerta. Agotarlos representa la primera prueba a superar con el paso del tiempo, en tanto que aplicar las estrategias resultantes y lograr resultados es la prueba definitiva sobre su efectividad y, de ahí, su condición de replicabilidad en otros ámbitos.

Hasta ahora, como señaló el rector Alejandro Zermeño Guerra, esos primeros pasos logran visibilizar lo necesario que es trabajar para poder erradicar las estructuras de violencia de género, aunque aún no marcan una resolución del problema.

A Zermeño Guerra le queda un año como rector, con posibilidad de reelección. El primer obstáculo para un proyecto de esos alcances está en la forma de garantizar continuidad en ese trabajo, sea por la reelección en la rectoría o por la llegada de alguien que no lo abandone.

Las acciones para erradicar la violencia de género son lo políticamente correcto. Es obvio que las simuladas poco aportan, en tanto que aquellas genuinas que pueden aportar soluciones reales y posibles tienen que superar pruebas que exigen metodologías y protocolos, cuya aportación es otra de las expectativas del procedimiento iniciado por la UASLP.

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